El bailarín que enfrentó una dura enfermedad y burlas

Lunes 26 de Junio de 2017, 16:37 | Nunca bajó los brazos: la verdadera historia de Maxi Diorio, el bailarín que enfrentó una dura enfermedad, las burlas y se convirtió en ícono de virilidad.

La verdadera historia de Maxi Diorio.



Maxi Diorio es uno de los bailarines emblemáticos de Showmatch, tan famoso como “los famosos” que forman parte del certamen. Pero tiene algo que lo diferencia del resto: en 2007, apenas puso un pie en la pista, llamó la atención de Marcelo Tinelli. El motivo era, si se quiere, absurdo...  “Está muy bien dotado”, se decía. Así que, a pedido de la hinchada, tuvo que desfilar en zunga, haciendo gala de su virilidad y de un pasado de stripper.

Pero poco se sabe de su historia personal. Pocos saben que Maxi Diorio tuvo que dejar atrás miedos, prejuicios y sufrimientos causados por una enfermedad que, desde niño, lo expone a constantes operaciones.

Aunque parece una exageración, no le es: Maxio Diorio es un sobreviviente. A poco de nacer, su expectativa de vida era de días. Después, a fuerza de tenacidad, pudo revertir la situación.

Luego, tras haber desafiado una muerte que parecía anunciada, los fantasmas volvieron a aparecer: le dijeron que quizás nunca podría caminar ¿Qué hizo él? Se convirtió en gimnasta y se dedicó a ganar medallas.

En el marco de un mano a mano íntimo y exclusivo con eltrecetv.com, Maxi Diorio nos contó su historia, una historia dura y, por momentos, triste. Pero él no se victimiza, apela al humor como arma y a la esperanza como estrategia.

— Tu infancia estuvo marcada por una enfermedad muy dura

— La primera operación fue a los veinte días de vida, otra a los tres años y después tuve tres operaciones más. No podía hacer nada. Todo el tiempo era “no”, “guarda esto”, “guarda lo otro”. Pese a todo, siempre fui inquieto y hasta me dediqué a la gimnasia de competición. Tengo el maxilar de un lado mas corto que el otro, y me tenía que operar después de los 18 que es cuando el hueso deja de crecer, pero dije: “no”. La verdad es que las operaciones que me faltan son estéticas y ya no quería más.

— ¿Cómo lograste superar las gastadas, las miradas cargadas de curiosidad, quizás cierta discriminación?

— Obvio que volví a casa llorando miles de veces, era raro ver a un pibe con la boca torcida, con la oreja así… que se yo. En el colegio me enojaba. Me vivía peleando porque me vivían gastando. Pero después empecé a gastarme yo. Quizás es una forma de autodefensa, pensaba: “antes de que te rías de mí, me río yo”. Siempre jodo con la cara desordenada que tengo. Es lo que me tocó. Quizás si hubiera imaginado que iba a terminar en este medio, me hubiera operado. Porque viste que, en este medio, si sos lindo es como mas fácil. Con esta cara es raro. No sé como estoy acá todavía.

— Si la exposición era tan dura, por qué elegir una profesión como la de bailarín, en la que no solo exponés el cuerpo, sino también el alma.

— Siempre me gusto el baile, pero de chico nunca fui a baile; sí en fiestas de quince,casamientos, era “el borrego” que se la pasa bailando toda la noche. De chiquito, pasé por todos los deportes desde hockey sobre patines hasta saltos ornamentales… Estuve en la Selección argentina de gimnasia deportiva. Dentro de la aeróbica, tenías clases de danza para mejorar la postura, pero yo lo odiaba. Seguía compitiendo, pero tomé las clases para aflojarme un poco y un año después empieza el Bailando. Yo lo miraba desde casa, mucha bola no le daba, hasta ahí…

— ¿Y cómo llega un deportista profesional a ser bailarín en Showmatch?

— Cuando hacen el casting en Mar del Plata buscando “soñadores” (antes los bailarines eran los “soñadores”), me presenté porque mi familia y mis amigos me decían: “presentate”, y yo decía: “Yo no bailo, soy gimnasta”.



— ¿Y cómo fue ese primer casting?

— Llegué al casting dos minutos antes de que terminara, casi no me dejan entrar. Pasé y me fui al fondo ¡Una vergüenza! Era la primera vez que hacia un casting. Termine la córeo y la coreógrafa dice: “me quedo con vos”, ¡me estaba hablando a mí! Ese día me dijeron: “cualquier cosa te llamamos”, y yo pensé: “¿qué me van a llamar a mí?”. Pasaron dos semanas y me llamaron de la producción de Showmatch para decirme: “pasaste al siguiente casting”. Era todo muy raro, tenía una vida muy tranquila en Mar del Plata, competía y de golpe tenía que irme a Buenos Aires a bailar.

— Tu historia en los medios arrancó con “un escándalo”: formabas parte de la lista de negra de bailarines.

— En Mar del Plata daba clases en la playa y además, por la noche, bailaba en boliches para bancarme las competencias, porque mi único espónsor siempre fue mi familia. Yo entrenaba entre seis y ocho horas por días. Ahí empezó el tema del stripper, aunque no soy stripper, bailaba en boliches. Empezamos a ensayar con Iliana Calabró —la famosa a la que acompañó en el certamen— y un día sale en un porgrama “la lista negra de los soñadores”: había un travesti, uno que trabajaba en el gobierno y un stripper ¡y era yo! Ni había empezado el Bailando y me mamá me llamó desde Mar del Plata diciéndome: “¡Estás saliendo en la tele!”. Había fotos mías bailando en zunga ¡Qué vergüenza!

— Pero lejos de jugarte en contra, a vos te fortaleció en la pista. Es más, Marcelo Tinelli te dio un lugar de destaque en el programa...

— La primera vez que bailé, primero presentaron a Iliana Calabró y después, en esa época presentaban a los soñadores por separado, bajo la escalera y Tinelli me dice: “Vos sos el stripper”, encima me habían puesto un pantalón ajustadísimo.



— ¡Ahí nació el mito!

— Sí, ahí nació el mito. Marcelo me hizo desfilar y, al otro día, me gritaban en la calle, ni siquiera puedo repetir lo que me gritaban. Al principio, lo sufrí. Es más, tuve una reunión con Chato Prada y me dijo: “Marcelo nota que estás un poco incómodo; si te sentís incómodo, lo cortamos acá; pero está bueno el juego que hacen”. Así que dije que no tenía problema. Pero todavía me sigue dando vergüenza, por ahí no se nota, pero sí. Una cosa es en un boliche y otra cosa es hacerlo en la tele, bailar con el culo al aire.

— ¿Pescaste a alguna chica que cuándo te hablaba, en lugar de a la cara, te miraba de la cintura para abajo?

— Me sigue pasando que me están mirando. No sé, piensan que tengo un enano deforme entre las patas. No soy todo deforme, solo la cara (sic).

— ¿Cuándo te diste cuenta de que eras famoso?

— El lunes bailamos con Iliana y el sábado fuimos a comer con amigos, y ya me pedían fotos, la gente me gritaba por la calle. Yo iba al shopping, viajaba en subte y veía que la gente me miraba.

— ¿En qué te cambió la fama?

— En nada. Soy el mismo de siempre; el mismo pesado, jodón… no cambie mucho. Hay mucha gente que cambia. Pero yo no veo esto como fama, lo veo como un trabajo; no lo siento distinto por ser conocido, no me siento famoso. Tuve la suerte de estar en el programa conocido.



— ¿Cómo te imaginás el futuro?

— No pienso mucho en el futuro; trato de vivir más el día a día, porque todo lo que imaginé de chico, fue cambiando. Si de chico me preguntabas qué pensaba que iba a ser, no lo sé, nunca pensé: “quiero ser tal cosa”. Eso sí, con la gimnasia soñaba ser el mejor del mundo, viajar por todo el mundo; no fui el mejor del mundo pero gané muchas medallas. Las que tiene guardadas mi mamá en Mar del Plata.

— ¿Estás en pareja?

— No. La verdad, es que no me veo en pareja. Es que con el trabajo que tengo se complica mucho; igual yo soy re tranquilo cuando estoy en pareja, soy refiel. Pero con mi laburo, todos los fines de semana tengo que hacer presencias o bailar en un boliche con una chica, y son shows de alto voltaje: tenés que tocar, tenés que besar…. Y a veces no lo entienden. Tengo un montón de amigos que buscan la felicidad en el otro, pero yo no; soy muy feliz con mi familia y con amigos, laburando y viviendo la vida lo más simple posible.

Fuente: http://www.eltrecetv.com.ar/bonus-track/exclusivo-la-verdadera-historia-de-maxi-diorio-el-bailarin-que-enfrento-una_095256