El acoso laboral llevó a la muerte y dejó una desgarradora carta a su familia

Sábado 20 de Enero de 2018, 15:13

La carta de Rosario Puccio: un desgarrador testimonio contra el mobbing.



"Antes de lo que le pasó a la Ro, nosotros no sabíamos lo que era el mobbing", dice Eugenia, hermana de Rosario Puccio, conocida como "la Ro", una chica sensible y bella, actriz y poeta, que trabajaba en EPEC, la empresa de energía de Córdoba. "Nosotros pensábamos al principio que estaba paranoica, no le creíamos", lamenta. Rosario, finalmente, se quitó la vida.

Su primera queja por escrito ante la empresa está fechada diez meses antes. El mobbing, acoso laboral por parte de jefes o compañeros de trabajo, no solo puede terminar en la pérdida del empleo, sino tener consecuencias psicológicas y físicas graves. Es la acción de un hostigador u hostigadores que provoca miedo o terror en el acosado. La víctima recibe violencia a través de actos hostiles, sistemáticos y repetidos. La situación puede durar meses o incluso años.

Las tácticas o manifestaciones del acoso pueden ser múltiples: descalificación, exceso de trabajo, encargo de tareas de imposible concreción, gritos, críticas, vacío, indiferencia, exclusión, traslados, difamación, sanciones, burlas, robo de elementos de trabajo.

En general, se necesita una combinación entre las características del acosador, la empresa y la persona acosada. "El agresor, cuando es un superior, es en general una persona con complejo de inferioridad, insegura, que se siente amenazada en su puesto y busca legitimarse con el acoso", señala la psicóloga Clarisa Bolzini.

El término mobbing fue acuñado por el científico sueco Heinz Leymann, que investigó el fenómeno en la década del 80.

La caída de Rosario, que terminó en su muerte, comenzó extrañamente con una excelente noticia para ella. "Le habían dado un proyecto que la entusiasmó, en relación con chicos en situación de calle. Organizó un evento solidario, donde iban a participar bandas de música. Consiguió con enorme energía todo, trabajando con entusiasmo y contra reloj, porque los tiempos eran muy cortos", recuerda su hermana. "Ahora pienso que tal vez le dieron el proyecto para entusiasmarla y después hacerle lo que le hicieron", aventura.

Un día, Rosario llegó a su lugar de trabajo y se encontró con que le habían quitado su escritorio y sus elementos, y habían nombrado a otra persona sin experiencia en su lugar. Su jefe, el mismo que la había alentado, le dijo que no había fondos para concretar lo que le había encargado. De su bolsillo, Rosario pagó algunos gastos y logró hacer el evento. Así empezaron las transferencias, porque - argumentaron- ya no podía quedarse trabajando en el mismo destino.

La trasladaron a otra sede de la empresa, donde fue rechazada por sus compañeros, que no estaban de acuerdo con que les impusieran de manera inconsulta una empleada "problemática". Rosario logró neutralizar el rechazo temporalmente, pero hubo gritos y malos tratos. Entró en una depresión profunda, y pidió licencia.

Tuvo problemas con su carpeta médica. La alteraba tener que ir a un psicólogo que le imponía acudir una vez por semana a controlarse. Ir a la empresa la angustiaba, la desestabilizaba. Necesitaba que la acompañaran.

"Nos abrazamos como si hubiera ganado la copa del mundo cuando le autorizaron una licencia de dos meses. No llegó a cumplir uno...", se quiebra Eugenia cuando recuerda que su hermana se quitó la vida. "Mucha mediocridad, burocracia. Era un medio en el que Ro tenía todas las características para cuajar. Tenía 44 años. Ya van más de dos años de tristeza espantosa", revela.

Una vez, Eugenia recibió un llamado telefónico. Era Susana, una empleada de EPEC que no había conocido a su hermana pero estaba atravesando una situación similar y había llegado con su caso a la Justicia .

"Durante 15 años fui una trabajadora responsable, honesta y muy exigente. De un día para otro me desarman mi oficina y desde allí comencé a vivir una situación que no comprendía: incertidumbre, indiferencia, desesperación, fueron los sentimientos que me ahogaban, un horror. Me sentí devastada ante la ausencia de explicación", le relató.

"Fui trasladada por seis meses a una biblioteca completamente obsoleta, donde me hacían buscar libros en cajas con excrementos de roedores y cucarachas, en un habitáculo en un segundo subsuelo. Luego de hacer este trabajo le envié un mail al gerente de RRHH solicitando guantes y ropa adecuada para continuar haciendo ese trabajo. Jamás me respondió y a partir de ese momento se agudizó la indiferencia", continúa.

El siguiente destino fue una pequeña oficina sin luz natural, completamente aislada y sin trabajo. Susana comenzó a enfermarse: tuvo tres ataques de pánico. Lloraba cotidianamente y tenía pensamientos espantosos. Hasta que se enteró de que la Ro se había suicidado. Fue un llamado de atención.

Susana estuvo medicada con atención psiquiátrica durante un año. El camino de la recuperación es largo, pero ya está segura de que su final no será el de Rosario.

Desde el primer contacto, Eugenia y Susana se hicieron inseparables. Organizaron una red de ayuda para víctimas de mobbing desde Facebook, y asisten juntas a cuanto seminario de capacitación sobre el tema se hace.


"Aprendimos mucho, por ejemplo en un texto sobre violencia laboral de Liliana Bucci, nos enteramos de que puede haber una etapa de seducción por parte del acosador, otra en la que da mensajes contradictorios. Así, logra que la persona objeto del mobbing piense que es ella la que genera la situación, se desconcierte, sienta culpa, miedo, se equivoque. Y entonces piensa que las acusaciones de ineficiencia son reales", detalla la hermana de Rosario.

"Es fundamental que no haya testigos mudos. El hostigador tiene que ver que no todo vale y que aunque intente aislarla la víctima no está sola", agrega Susana. Las dos mujeres tienen contacto con psicólogos y abogados que se han especializado en asesorar a personas afectadas.

Mientras Susana lleva adelante una demanda contra la empresa, Eugenia eligió no hacerlo. "No creo en esta Justicia", explica.

Un escrito que hace reflexionar


La chica rubia y altruista dejó atrás una familia que la extraña y como legado un escrito que se convirtió en un llamado de atención para víctimas y acosadores. El texto narra el paso a paso de su crisis, provocada por el mobbing.

"En la empresa provincial en la que trabajo me propusieron hacer un proyecto solidario y se me ocurrió que una buena entidad beneficiaria era la revista de los chicos de la calle. Se lo comenté al gerente general, que se entusiasmó mucho con la idea, un ciclo de música solidaria. Fueron días y noches de trabajo intenso, hasta poner en letras y ordenar esta idea que crecía junto con el entusiasmo".

"Después de leerlo, el gerente, emocionado, me dijo: “Vos sos mi alfil”. Así fue como yo, sin un marco formal, solo confiando en sus palabras, comencé a trabajar incansablemente, inclusive los fines de semana, armando y proyectando este sueño".

"Un día llego a mi oficina y me encuentro con que mi escritorio estaba ocupado por un compañero.Nadie me había informado ningún cambio. Mis compañeros tampoco entendieron el atropello. Yo me sentí muy mal pero no me quedé en el dolor ya que estábamos a pocos días del evento y mis fuerzas y compromiso moral prefería destinarlos a la realización del mismo".

"Seguí trabajando sin un lugar físico propio, dependiendo de la solidaridad de mis compañeros quienes me prestaban su escritorio y teléfono (toda esta penosa situación me provoca un gran desgaste psicofísico".

"Otro día, la subsecretaria del gerente general me entrega un memo, se disponía que yo trabajara en la oficina de RRPP. No acepté. No quería abandonar mi lugar de trabajo, por sentirme cómoda con el mismo y no quería tampoco dejar mis derechos de antigüedad en mi cargo".

"En esos días voy a la oficina del ingeniero y le pido fondos para ir realizando acciones del proyecto, además de tener que pagarle a la fotógrafa y otros que habían trabajado. El me dice que no había plata para el ciclo, y yo desesperada porque me había comprometido empecé a caminar sin rumbo, llamé a mi amigo H llorando y le conté lo ocurrido, él me tranquilizó y me dio la idea de ir a ver al Dr. P (abogado). Llegué a su estudio, llorando, nerviosa y le conté lo sucedido a él y realizamos juntos un expediente".

"Con la generosidad de amigos, conocidos y también compañeros se hizo el ciclo de sólo una noche. Fue hermoso, con gente auténtica y muchas ganas reales de colaborar".

"Yo ahí ya no podía más, había entrado en una gran depresión de la cual aún intento salir".

Rosario fue transferida a otra dependencia, donde los compañeros la rechazaron en una asamblea alegando que no necesitaban "personal con problemas" que fuera afectado de "manera inconsulta". Con esfuerzo, logró convencerlos de aceptarla.

"Al poco tiempo entré en esta angustia tremenda. Un día mi jefe y compañera de oficina me llevan a la oficina destinada a temas de salud de los empleados, porque no podía sostenerme en pie y de allí a mi casa y comienza mi carpeta psiquiátrica. Allí arranco un tratamiento y mi ir y venir a esa oficina, donde me presionaron para volver a trabajar antes de recuperarme por lo que cada vuelta fue un fracaso y un dolor tremendo. Un tirar para atrás permanente de frustraciones."

"Una de las licenciadas me hizo firmar un expediente por llegar a las 11. Yo no tenía idea del límite horario, ese día inicié un expediente a mano casi sin poder. Los chicos de mesa de entrada me vieron llorando, no podían creer el maltrato y el abuso. El licenciado G que me acusa de haberme declarado inútil y me advierte que podía quedarme sin trabajo si no me reincorporaba en los próximos días.


"Así volví quebrada a trabajar, sin dormir y medicada".

María del Rosario Puccio Alvarez, "la Ro", se quitó la vida el 11 de setiembre del 2015. Al año siguiente, se presentó un libro con sus poemas, algunos en coautoría con Manuela Cartolari.


Fuente: https://tn.com.ar/sociedad/la-carta-de-rosario-un-desgarrador-testimonio-contra-el-mobbing_846186