Viernes 09 de Febrero de 2018, 08:50
ABRAZADAS. Olga Soria consolando a su sobrina Rosario, hija del hombre apuñalado en el domicilio que compartían. La Gaceta / Foto de Antonio Ferroni.
Los familiares del ex policía Celestino Román Soria contaron que el hombre, como todas las noches, estuvo viendo la televisión en su habitación hasta la madrugada, hasta que se quedó dormido. Vivía junto a su madre de 92 años y sus hijos en una casa de calle Ramón y Cajal al 100, en el barrio Villa 9 de Julio.
El jueves, cerca de las 4,
había logrado conciliar el sueño cuando la puerta trasera del domicilio se abrió de repente y lo despertó.
Dos jóvenes, que al parecer habían saltado la tapia para ingresar a la vivienda, entraron y se dirigieron hacia su habitación.
Mientras
uno de ellos robaba un parlante y $ 1,000 de un estante,
el otro empezó un forcejeo con el dueño de casa. Según dijeron sus parientes, habría intentado resistirse. En medio de la pelea los asaltantes
lo apuñalaron cinco veces en el estómago con un cuchillo de cocina.
Mientras la víctima forcejeaba con los ladrones,
su hija Rosario Soria, salió al pasillo a ver qué estaba pasando. Se cruzó de frente con los asaltantes, quienes la ignoraron y se fugaron por la misma puerta que usaron para entrar. Sin entender la situación, la joven
se dirigió rápidamente hacia el cuarto de su padre, que se había transformado en lo que describió como “una escena de una película de terror”:
las paredes y el suelo estaban manchados de sangre, el ex policía yacía en el medio, agonizando. Un cuchillo tramontina estaba junto a su cuerpo.
La muchacha
despertó a los gritos a su abuela y a su hermano, casi no podía hablar cuando llamó a una ambulancia.
El servicio de emergencia 107 llegó minutos después, revisaron al hombre y
comprobaron que estaba sin vida. El hombre había muerto
por la gran cantidad de sangre que perdió por las heridas.
Sin dar crédito a lo informado por los profesionales,
la hija del ex oficial se dirigió a un CAPS ubicado en la esquina de su domicilio, donde
el médico de guardia explicó que tampoco podían hacer nada al respecto.
De acuerdo al testimonio de
Martín Soria, de 22 años, sobrino de la víctima,
los jóvenes que entraron a la propiedad habrían estado horas antes en un “aguantadero”, atrás del domicilio.“
Mi tío era muy humilde, al igual que todos nosotros,
no podían robar mucho. La crueldad de estas personas no se puede creer.
Desarmaron una familia por $ 1000” dijo el muchacho conteniendo las lágrimas.
Soria trabajó desde muy joven como policía de la Seccional 8°- Años antes de jubilarse había sido ascendido al puesto de sargento.Según contó su hermana,
Olga Soria, de 67 años, el hombre
era el único sustento de su familia. La mujer recreó que luego de que su hermano se jubilara
había dedicado sus años a trabajar como electricista para poder mantener a sus siete hijos y a su madre.
El ex oficial cumpliría los 59 años el 16 de febrero. Décadas atrás, se separó de su mujer y formó otra familia.
“Su prioridad siempre fueron sus hijos”, afirmó la pariente y contó que
la menor de los siete hermanos, tiene 12 años y sufre de epilepsia. La pequeña
necesita asistencia médica las 24 horas, ya que a raíz de su enfermedad, no puede caminar y su visión se deterioró al punto que casi no ve. La jubilación de Soria hacía posible el tratamiento.
La mayoría de los hijos del uniformado asesinado son menores de edad y dependían completamente de su padre.
“
No sé qué vamos a hacer”, repetía su hija Rosario mientras lloraba desconsoladamente, y decía una y otra vez que a su padre lo habían “matado como a un perro”.
El ex policía
se había retirado hacía 10 años. En la Seccional 8°, donde ocupaba el puesto de sargento,
sus colegas lo apodaban “Chespirito” por su personalidad carismática. Los ex compañeros del asesinado
lo despidieron en su domicilio junto a la familia.
Fuente: http://www.lagaceta.com.ar/nota/760763/actualidad/asesinaron-punaladas-ex-policia-para-robarle.html
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