Ocurrió en Tokio, Japón. Aparentemente pertenecen a niños nacidos muertos o abortados.
Por esta razón, la Policía no cree que se trate de un crimen.
Una mujer había comprado recientemente la casa y estaba renovándola. Fueron los trabajadores de la empresa contratada para ello los que encontraron los tarros de cristal con los fetos cuando realizaban trabajos de fumigación. Tras el hallazgo, la dueña de la casa avisó a la Policía.