Aceptaron el desafío de adoptar a cuatro hermanos y así es su vida hoy

Domingo 15 de Abril de 2018, 22:15

UNIDOS ALREDEDOR DE LA MESA. Francisca Pérez, su esposo Agustín Sánchez y los cuatro hermanitos que tienen 15,14,11 y nueve años.



Los Sánchez-Pérez celebran cada 23 de septiembre el Día de la Familia. Lo festejan con una salida a comer afuera. El menú es, invariablemente, milanesa con papas fritas. Se reúnen en una mesa grande en la que cuentan cómo fueron construyendo esta familia y en sólo cuatro años.

M., la más pequeña, dice que a ella no le gustaban la carne ni la cebolla pero que su mamá, Francisca del Valle Pérez, se las sirvió de una manera tan rica que ahora le encantan. N. de 15 años y Ms., de 14, tampoco probaban la carne, “pero ahora son ellos los que hacen el asado para todos”, bromea su papá, Félix Agustín Cayetano Sánchez. G. de 11 años, es demasiado tímida para aportar su parte del anecdotario familiar, pero acompaña con risas cada recuerdo del álbum que van creando.

El 23 de septiembre de 2014 es una fecha fundacional. Ese día durmieron los cuatro hermanitos por primera vez en la casa de los Sánchez, que hasta entonces sólo conocían el amor de los sobrinos.
Hacía siete años que esperaban la bendición de un hijo hasta que se les ocurrió que podían adoptar. “Una compañera de trabajo lo hizo y nos entusiasmó a nosotros”, revelan Francisca y Gucho (como le dicen en el barrio 20 de Junio). Ambos trabajan en la Asistencia Pública; ella es enfermera y él, chofer de la ambulancia.

“Estábamos tan ansiosos por ser padres que no nos importaba la edad ni la cantidad. En la solicitud pusimos que queríamos adoptar dos chicos, pero nos daba igual si eran más
. Nos aprueban la carpeta el 15 de octubre de 2013 y a los siete meses nos llaman. Nos sorprendió que fuera tan rápido. Yo estaba preparando la fiesta del Divino Niño en Simoca cuando me llaman para decirme que nos habían elegido para ser papás de dos niños”, recuerda Francisca.

“Cuando nos presentamos en Tribunales nos explican que en realidad eran cuatro hermanitos y que los otros iban a ser adoptados por otra familia
. Nos aclararon que los niños debían frecuentarse y que teníamos que organizarnos entre las dos familias. Eso no nos gustó, nosotros no queríamos compartir nuestros hijos, así que preferimos adoptar a los cuatro”, cuentan bajo la atenta mirada de los chicos.

La pareja los fue conociendo de a poco. Primero a los dos varones, que estaban en el hogar Eva Perón, después a la del medio, en el Santa Rita, y por último, a la más chica, que tenía cinco años, en la Sala Cuna. “Fue duro. Desde el primer momento los chicos se querían venir con nosotros, pero en Tribunales nos pedían que fuéramos despacio. Los primeros en venir a casa fueron los muchachos. Venían un fin de semana y los volvíamos a llevar, por supuesto que no se querían ir. Lo peor fue cuando debíamos dejar a la más chica en la Sala Cuna. ¡Pegaba alaridos!”, evoca Francisca, que se volvía llorando a su casa.

Ahora todo es historia. Gucho viene de una familia de “buen diente” y le gusta cocinar. “Una vez mi hermano nos invitó a comer tamales y él (apunta al menor de los varones) ¡se comió siete!” El adolescente ríe y esconde la cabeza. “Pero chocolate ya no como más!”, dice el joven dando puntapié a una nueva historia de “empachadas”.

Los sinsabores

No todo es color de rosas. Pasar de ser sólo dos a una familia numerosa es un desafío. “Antes los sueldos nos alcanzaba pero ahora ya no. Sacamos préstamos en el banco para hacer otra habitación y el salario es de apenas $ 2.200 por los cuatro”, se lamenta Gucho.

Los dos se turnan para cuidar a los chicos y ayudarlos con las tareas escolares. “Les va bien porque son muy inteligentes. Pero tuvimos un problema: la directora nos hizo llamar porque la nena firma con su nuevo apellido, cuando todavía no está terminado el juicio de adopción. La maestra se lo rechaza. Tuvimos muchos gastos y hay que pagar al abogado”, se queja.

Otro inconveniente fue tratar de inscribir a Ms. en la Escuela Técnica N° 3
. “Yo le veía condiciones para la mecánica, pero el director no nos atendió y nos mandó a decir que lo inscribamos en la nocturna, porque ya es grande para el primer año. “¿Cómo vamos a dejar que un niño de 14 años ande de noche?” se indigna la madre. Ms. continúa en la misma escuela a la que asistía cuando vivía en el Eva Perón.

Muchas veces, cuando faltan los padres el más grande de los hermanos toma un rol protector. Así pasó con N. “Cada vez que ocurría algo con sus hermanos, N. venía corriendo a ver qué pasaba y exigía que se le cuente todo. Hasta que le tuvimos que decir que somos sus papás y que él debe confiar en que vamos a buscar lo mejor para lo
s cuatro. Fue difícil hacerle comprender que ya no era necesario que se preocupe tanto, que debía relajarse y vivir su rol de hijo y de adolescente”, cuenta Francisca.

El 23 de septiembre tiene una épica especial. “Ese día la imagen peregrina de La Merced visitaba nuestra casa, como lo hace para las fiestas patronales. Pero justo esa fecha debíamos buscar a los chicos de los hogares. Fue un lío, porque en la Sala Cuna nos demoraron mucho, pero al final la Virgen María fue la primera en conocer a nuestra familia completa”, dice la madre con los ojos maravillados. Los chicos también sonríen. Esa parte del relato familiar no se la olvidarán jamás.



Fuente: https://www.lagaceta.com.ar/nota/767506/actualidad/adopcion-multiple-cuatro-hermanitos-completaron-sueno-pareja-barrio-20-junio.html