Encontró a su hija luego de 19 años, pero la joven no le cree

Domingo 17 de Junio de 2018, 10:11

Vanesa Sánchez



La encontró. Y es ella, no hay duda. El examen de ADN es tajante. Después de 19 años, Vanesa Sánchez halló a la hija que denunció que le robaron poco después de nacer, esa a la que había bautizado como Micaela, pero que tiene un DNI en la que figura como Silvina. La historia ocurrió en Caucete, una pequeña localidad ubicada al sudeste de la ciudad de San Juan, pero tiene todos los condimentos de una película de Hollywood: supresión de identidad, certificados truchos, complicidad de médicos y funcionarios públicos, una madre profundamente deprimida que cayó en el alcohol pero se recuperó, un inesperado encuentro, la ayuda de Facebook y tres detenidos. Tiene, además, un final que por ahora no es feliz: su hija le dijo que la odia, que piensa que la buscó por dinero y que cree en la versión de la mujer que la crió, quien alegó que hizo todo para que su madre biológica no la aborte.

Vanesa vivía en Rivadavia, tenía 19 años y un hijo de un año cuando quedó embarazada por segunda vez, a finales de los ’90. Su madre -viuda- enfureció, la echó del hogar y asumió la crianza de su nieto, que en ese momento tenía un año. Vanesa quedó literalmente en la calle. Su novio y padre de la beba también la había abandonado. Durmió en plazas y terminales de ómnibus, y sobrevivió como pudo hasta que a los 7 meses enfermó. De acuerdo a su versión , fue a ver al primer eslabón clave de esta historia, Celestino Ambrosio Elías Porras, un cardiólogo de confianza de su familia.

"Estás muy delicada, deberías buscar un lugar para vivir", advirtió el médico.
Palabras más, palabras menos, Celestino Elías la contactó con un matrimonio de Caucete. "Ellos te pueden ayudar hasta que nazca la criatura", le dijo.

Confió. Tenía 19 años y estaba sola. No tenía otra opción. Viajó a Caucete y conoció a la pareja. "Eran amorosos. Me dijeron que eran los caseros y me trataron muy bien", contó Vanesa en una entrevista con Infobae en la que alternó emociones y lágrimas, con detalles muy precisos de personajes, lugares y fechas.

Según Vanesa, tres cosas le llamar la atención. Primera: "Me tenían en una habitación en la que había una cama, una televisión y una mesa para comer. No salí de ahí". Segunda: "Querían que tenga mi hijo en la casa y decían que Celestino no iba a tener problema. Por suerte me negué". Tercera: "En el hospital había un clima raro, de mucho hermetismo. No me dejaron sola ni un segundo. Sentía que algo iba a pasar".

La beba finalmente nació minutos antes de las 23 horas del 22 de marzo de 1998. Pesó 4,45 kilos. Estaba sana. Su madre la anotó como Micaela Guadalupe Sánchez.

"Al otro día ya me llevaron a la casa y me tuvieron unos días. Apenas me repuse me dijeron que no me podían mantener, que vaya a buscar trabajo. Yo dije ’está bien’ y me quise llevar a la nena en brazos, pero me dijeron que hacía frío, que ellos la podían cuidar y yo fui una tarada porque confié", recordó Vanesa. "Cuando volví a las pocas horas -continuó- me dijeron que se la habían llevado, que yo no tenía a nadie, que estaba en la calle, que yo no la podía cuidar", completó.

"Estuve horas y horas llorando en la puerta. Estaba anímicamente destrozada. Sola, sin mis dos hijos, sin mi pareja, con mi mamá que me daba la espalda, sin dinero, trabajo, casa. No tenía nada", confesó.

Vanesa aseguró que fue varias veces a reclamar por su hija. Le costaba viajar porque trabajaba de lo que podía, como empleada doméstica o en la cosecha de aceitunas. Unos dos meses después una persona mayor salió de la casa y le mostró un papel. Era una partida de defunción. "Tu hija murió", le aclaró

"Fue otro golpe más, que me volvió más loca todavía. No tenía vida y encima nadie me creía, ni mi familia. No tenía ni su cuerpito para llorarle. Caí en el alcohol, porque no quería vivir", confesó Vanesa.

Tardó mucho en recuperarse. Alrededor de una década. Pero siempre tuvo una ventana de esperanza, desde que en 2002 se cruzó en la calle con una niña que le hizo acordar a ella de pequeña. "Era idéntica a mí. Hoy creo que era ella y que Dios me la puso ahí para que supiese que estaba viva. Entonces volví a buscarla, pero no tenía pruebas", señaló.

Algo raro pasaba. En el Registro Civil el único rastro de la niña era su partida de nacimiento. "No dejé de buscarla, pero fui tan ingenua que la buscaba como Micaela", repasó. El proceso la ayudó. Superó el alcoholismo, estudió y se recibió como profesora de fitness. Enseñaba aerobox y zumba.

Pero el tiempo pasó y la bisagra recién apareció en 2015. "Yo iba seguido a la puerta de la casa en la que me habían robado a Micaela y me quedaba afuera escondida, durante horas, pero nunca la vi, hasta que un día le pedí a una amiga que me acompañe a tocar la puerta", relató. Vanesa dijo que la recibió Patricia Miranda Agüero, una joven que sería la hija del matrimonio que la atendió cuando estaba embarazada. Así reconstruyó el diálogo que tuvo.

– Vanesa: ¿No sabés quién soy?

– Patricia: No.

Soy la mamá de Micaela y si no me decís ya a dónde está voy a ir a denunciarte.

– No, pará. Ella está bien, está viva.

Patricia, según Vanesa, ingresó a la casa y regresó con una foto.

No la molestes, los padres la quieren y le vas a arruinar la vida.

– ¿Dónde está?

"Sil" está en Buenos Aires estudiando medicina.

– ¿Le cambiaron el nombre? ¡Eso es un delito!

Patricia habría asentido con la cabeza y se metió en la casa. La puerta se cerró, pero se abrió un camino, un apodo que llevaba a tres nombres: Silvina, Silvana o Silvia.

Vanesa viajó a Buenos Aires y recorrió facultades de medicina buscando una Sil. También miró una y otra vez los padrones electorales. No la encontró.

En agosto del año pasado Vanesa seguía con su búsqueda, aunque también pensaba en su presente. Se estaba por casar con el padre de sus otros dos hijos, de 9 y 10 años. El mayor, en tanto, había viajado a Bahía Blanca, ya que se alistó en la Armada. Y en eso estaba cuando le contó la historia y mostró la partida de nacimiento de Micaela a su amiga María José, que también es profesora de zumba.

Al otro día sonó el teléfono. Era la voz de María José. "Vane, la encontré. Para mí es ella", escuchó.

"Volví a nacer", rememoró Vanesa. María José había encontrado a Patricia Miranda Agüero entre sus contactos de Facebook y en sus fotos había nena igual a su amiga. Se llamaba Silvina.

La búsqueda ahora tenía una meta. Vanesa vuelve al llanto cada vez que recuerda ese momento. Sus compañeros le ayudaron a juntar dinero para contratar a un abogado, Gustavo González, quien le explicó: "Tenés que elegir entre la vía extrajudicial o la penal". Vanesa no dudó. "Fueron 19 años de búsqueda y dolor. Yo quería que esto salga a la luz, que se sepa, porque nadie puede hacer algo tan aberrante y que no pase nada. ¡La hicieron pasar por muerta!", reflexionó.

Una breve investigación arrojó un dato significativo: el médico Celestino Elías había firmado el acta de defunción de Micaela (supuestamente había fallecido por "neumonía y paro cardiorespiratorio") y había rubricado un acta de nacimiento de Silvina Claudia Agüero, hija de Rosa Alicia Agüero, una mujer que en ese momento tenía 52 años. El 4 de octubre, Vanesa presentó una denuncia ante el fiscal federal general Francisco Maldonado.

La causa prácticamente no avanzó hasta que Vanesa decidió hacerla pública en febrero. Poco después, el 5 de abril, el juez federal Leopoldo Rago Gallo le notificó que el 24 de ese mes se tenía que presentar para hacer la prueba de ADN, que dio positiva.

Sin embargo, la historia tenía su lado b. "En febrero yo ya me había acercado a mi hija. Le dije que era su madre y ella me creyó, pero me dijo que si denunciaba a su mamá me iba a odiar. Yo le aclaré que ella no era su mamá, que la robó, pero ella estaba enojadísima", advirtió Vanesa.

La bronca de la joven se redobló hace tres semanas, cuando el juez ordenó la detención de Rosa Agüero. El médico Celestino Elías también fue arrestado luego de permanecer prófugo un par de días. Se negó a declarar y al igual que la apropiadora fue alojado en el penal de Chimbas. A su vez, el magistrado dictó la prisión domiciliaria de Victoria María Agüero, la mujer que alojó a Vanesa cuando estuvo embarazada.

Para ese entonces ya se conocía la versión de Rosa Agüero, entrevistada por San Juan 8 el día que allanaron su casa, poco antes de su detención.

"Yo soy empleada doméstica y hace 40 años que trabajo acá. Mis patrones me recibieron con la niñita apenas nació. El doctor Elías me la ofreció porque ella (Vanesa) quería abortar. Y yo era una ignorante, no sabía cómo se hacían estas cosas. Esa mujer ha actuado muy mal, muy desagradecida. Tengo hasta un comprobante de un papel que me firmó", subrayó.

Ese patrón que mencionó Rosa Agüero es una pieza de esta historia de la que poco se sabe. Vanesa cree que es quien pagó por los certificados truchos, pero su hija lo reconoce como padre, usa su apellido en Facebook e incluso adoptó su religión, la judía.

La palabra más esperada, entonces, era la de la joven. Vanesa la había contactado en febrero. Primero la invitó a una clase de fitness, algo que usó de excusa para acercarse, hasta que le contó su verdad. La joven habló esta semana con el portal Dame Noticias y con San Juan 8, y brindó su versión. "Madre no es la que pare, sino la que cría", reflexionó.

"A mí Vanesa me quería abortar con 7 meses de gestación y creo que matar a un niño con ese tiempo es un asesinato. La madre de ella la entregó de chiquita y después la fue a buscar, es lo mismo que me ha hecho a mí. Ella fue una prostituta durante mucho tiempo, tengo las pruebas y hablé con las personas de su barrio que la conocen desde niña", sostuvo.

"Yo me crié toda mi vida con mi mamá Alicia y nunca me faltó nada. Nunca me maltrataron. Esta persona Vanesa dice que me ama, habla de un amor a su hija y de que me quiere tener de vuelta, pero quitándome a mi verdadera madre no lo va a lograr. Lo único que está provoncando es alejarme y más riéndose de mí en los medios", agregó.

El abogado de Vanesa, Gustavo González, precisó a Infobae que Rosa Agüero está imputada por los delitos de apropiación de menores y supresión de identidad, mientras que el médico Celestino Elías fue acusado de los mismos delitos y de falsificación de documento público. El fiscal pidió, a su vez, que sea citada a indagatoria Patricia Miranda Agüero, aunque el magistrado aún no se pronunció sobre ella.

El juez ya allanó sus domicilios y, además del ADN, mandó a hacer con Gendarmería una prueba caligráfica del papel que presentó Rosa Agüero, en el que Vanesa reconocería que daba en adopción a su hija. Ella, no obstante, lo niega. "Eso lo hicieron a las apuradas, pero no es mi letra. Dice bebé con acento, y yo nunca en mi vida puse un acento", argumentó. La pericia ya se realizó y esta semana estarán los resultados.

Lo que en la querella todavía no entienden son los vínculos de todos los involucrados. Creen, pero no tienen certezas, que Victoria Agüero -la mujer que recibió a Vanesa y está con prisión domiciliaria- sería hermana de Rosa Agüero, y que Patricia  Agüero sería su hija. A su vez, el sujeto al que la joven adoptó como padre sería, siempre de acuerdo a esa versión, el patrón de Rosa Agüero. Hay, además, una cuarta persona de apellido Agüero en la historia: una ex delegada del Registro Civil de Caucete, cuyo sello aparece en la primera acta de nacimiento y el certificado de defunción de Micaela Guadalupe Sánchez.



Fuente: https://www.infobae.com/sociedad/2018/06/17/supresion-de-identidad-y-versiones-cruzadas-encontro-a-su-hija-tras-19-anos-pero-la-joven-no-le-cree-y-dice-que-la-odia/