“No tuve adolescencia, y ya me encontró la vejez”

Domingo 28 de Abril de 2019, 10:59





"Me divertía, me dio experiencia, trabajo, guita y una posibilidad", dice Diego Ramos rememorando sus inicios como galán, rol del que intentó correrse tiempo después. "Siempre traté de luchar contra eso porque vengo de una época donde para hacer novelas y ser el galán se suponía que solo necesitabas físico lindo, que pegues dos tonos y te apuntalaban con un elenco", cuenta el hoy director de Los Fantastickos, en el Centro Cultural San Martín.

"Lo que quise siempre es ser actor", aclara este artista de 46 años, si bien destaca que en esta época día los galanes pueden ser antihéroes y tienen un peso mayor en la trama y en las escenas. "A mí me cambió un poco la profesión, pero era médico, abogado o por ahí andaba, de buena familia, porque te doy de buena familia, mucho más no pedías", recuerda, entre risas.


                                                                                              “Lo que quise siempre es ser actor” cuenta Diego Ramos.

—¿Hay algún papel que, mirando hacia atrás, ahora digas: "Ay, Dios mío cómo hice esto"?

—Justamente el otro día me estaba riendo porque veía unas escenas de un programa que se llamaba Lo tuyo es mío, donde estaba con Vero Lozano, (Marcelo) Mazzarello y Cecilia Dopazo. Era tremendo, una crueldad. O no enganchábamos, o no se daba. Ese año Pablo Codevilla era el gerente de Programación: el programa salía los domingos y subíamos todos los lunes a pedirle por favor que lo baje. No íbamos a renunciar, no íbamos a dejar clavado a nadie, pero te juro que era una cosa que se no puede creer…

—Dentro de la carrera, ¿hay algo que hayas hecho solo por plata?

—¡No entiendo por qué aclaras dentro de la carrera! No hice nada por plata por afuera de la carrera (risas).

—Vos fuiste malpensado: yo apuntaba a proyectos…

—Muy feo, muy feo (risas). Gracias a Dios nunca tuve la necesidad. Si tuviera la necesidad supongo que lo haría, obviamente.

—Me abriste una puerta enorme; quiero que lo sepas.

—Un portón.

—Fuera de la carrera actoral, ¿te han ofrecido cosas por plata? ¿Alguna vez te ofrecieron sexo por plata?

—No, cero. Con lo aburrido que soy yo… Soy lo más tranquilo de la tierra.

“Mis mañas son geniales para convivir” cuenta Diego Ramos que se reconoce un obsesivo por el orden y la limpieza.

—Voy a citar algo que me dijiste en otra nota: "En el sexo, si no me duele, no me da asco y respeto lo que siento, vale todo".

—Para mí es totalmente eso. Cada uno volará con la cabeza como quiera pensar, pero es lo más aburrido que hay. A mí no me gusta que me muerdas, que me agarres: me gusta tranquilidad.

—En un espacio limpio.

—Eso: que no me dé asco. Limpio, un baño cerca, un colchón: yo ya estoy mal de la cintura, soy un hombre grande. No jodamos, hagamos las cosas tranquilas. Le pongo onda igual, eh, hago las cosas, pero dentro de un ambiente tranquilo.

Diego Ramos Dirige “Los Fantastickos” protagonizada por Juan Rodo.

—Recién decías que el galán trajo trabajo y exposición, abrió muchas puertas. También debe haber traído mucha conquista.

—No sé si tanto. Yo no me considero una persona ni muy seductora ni muy sensual ni sexual, ni que vendo esa cosa. La gente no se me acerca mucho desde ese lugar. No soy bolichero, nunca lo fui; bueno, ahora menos, pero cuando era joven tampoco era muy bolichero, y soy tan metido para adentro que no genero esa situación.

—Hoy estás en un momento muy de director: el placer en la carrera está ahí.

—Sí, con la dirección. Me descubrí hace unos años, ya actuando pero fijándome demasiado en lo general y no tanto en lo particular. Me metía en todo, nunca dirigiendo compañeros porque eso me parece que es nefasto, pero me metía en cosas de dirección, en el vestuario, en la escenografía, en las luces, en todo. Y hay jefes de área y fundamentalmente hay un director que tiene el criterio general de lo que se está haciendo. Entonces, antes de que me mataran por irrespetuoso, decidí empezar a forjar mi camino y a buscar yo mi propio proyecto, para poder plasmar mi visión.

—En tu nuevo proyecto, Los Fantastickos, hay una cosa medio Romeo y Julieta pero al revés.

—Son dos padres que tienen a sus hijos y viven en casas linderas, y han construido un muro entre ellos para que no se enamoren, no quieran saber nada. Y entonces los chicos, obviamente, como los padres no quieren saber nada, ellos se enamoran y viven su amor muy pasionalmente y muy escondidamente. En realidad lo que nos vamos a enterar es que es un ardid de los padres para que ellos se enamoren, lo único que basta decirles a los chicos para que hagan algo es: "No". Es un matrimonio arreglado pero con otras artimañas.

—¿Vos viviste amores tormentosos?

—No, no muchos. Supongo que más cuando era chico pero porque uno se los busca tormentosos. Algunas veces cuando sufrís un poquito aunque sea mentirosamente por amor o cuando hay algún pequeño lío eso significa que la pasión está viva.

—Esa cosa medio melodramática.

—Medio melodramática, ¿viste? Cualquier cosa que suceda en la radio, mientras vas manejando, empezás a los gritos. Desde Valeria Lynch hasta U2, todo te suena que te lo cantan para vos. Desde lo alegre hasta lo triste, en el momento que te agarre, son las palabras que vos hubieras usado. Y si son bien cursis y bien melosas, mejor todavía.

Diego Ramos junto a Porthos, su nuevo cachorro.

—En la obra planteás esta cosa de la rebeldía adolescente. ¿Cómo fue tu propia adolescencia?

—Muy tranquila. Desde que tengo uso de razón siempre hice todo lo que quería hacer y lo que me gustaba hacer.

—No fuiste un dolor de cabeza para tus padres.

—Sí fui un dolor de cabeza, tenía como una rebeldía al cohete. Era muy contestador, muy de creerme muy inteligente, contestaba al cohete, estaba al cohete. Ahora lo veo y era una rebeldía buscada como cuando los adolescentes necesitan romper para despegarse de algo, y yo creo que sucedió eso. Cuando tenía 19 años me mudé solo, si fuera ahora me quedo hasta los veintipico. Estaba feliz en mi casa, estaba todo bien, no necesitaba nada más.

—¿Te fuiste mal?

—No, me fui a mi departamento alquilado en San Telmo. Con un colchón tirado en el piso, con tres sillones que me dieron mis viejos, y a vivir ahí con todos mis compañeros de teatro que iban, venían y ensayábamos hasta altas horas de la noche.

—Estaba esta cosa del adolescente que hace que no sea fácil la marcha atrás, ¿no?

—Claro, olvidate. Marcha atrás jamás, era imposible.

—¿Y qué te aplacó?

—Y… los años. Me acuerdo de estar en situaciones de pelea, de discusión, y en el medio darme cuenta que no tenía razón, o no valía la pena, o "así no llegamos a ningún lado", pero no volver atrás. Con los años entendí que si me aparecía ese sentimiento se puede volver atrás, se puede pedir perdón, se pueden aplacar las cosas y no es necesario llegar a nada así tan tremendo.

—Hoy, frenás.

—Sí, hoy re contra freno. Si hay algo que realmente me saca, no me gusta o lo que fuera, lo trato de hablar de otras maneras o me doy vuelta, me voy y ya está, no le doy tanta importancia o no me genera tanta angustia.

—En la calle se están viviendo situaciones de mucha tensión, el ser famoso hace que la gente baje tres cambios; o al contrario dicen: "Ah, vos te creés que porque sos famoso…".

—Para algunos: "Ay, Dieguito no, disculpa, no me había dado cuenta". Y otros corroboran lo que pensaban de mí, que soy el pelotudo de la tele: "¿No ves que eras un idiota? Yo cada vez que te veía le decía a mi mujer ’este es un idiota’, y acá lo acabo de confirmar". Lo que siempre trato de hacer es respetar el deber cívico, si me mando alguna pedir perdón, y si alguien se manda alguna decirlo, y que no llegue a mayores.

Diego Ramos en su paso por Showmatch.

—¿Y el amor cómo anda?

—Y el amor bien, muy bien.

—¿Estás en pareja?

—No, no se podría decir eso. Estoy bien.

—¿Enamorado?

—Sí.

—Es un montón. Ninguna de las veces en la que charlamos me dijiste: "Estoy enamorado".

—En general, tampoco hablo mucho de si estoy enamorado. Primero, porque estoy realmente solo. Y segundo, porque no me interesa. Mi corazón es una puerta que no sé si me interesa mucho abrir. Todo porque yo nunca fui así.

—A mí me interesa un montón (risas).

—Bueno, básicamente, si te interesa yo te cuento. Pero sí, estoy bien; tampoco es que estoy tirando manteca al techo ni nada por el estilo. Y lo que te digo, yo soy extremadamente tranquilo.

—Vos sos tranquilo y también tenés tus mañas. ¿Te imaginás convivir?

—Sí, pero mis mañas son geniales para convivir. Porque si a mi maña vos le llamás limpieza, yo la llamo una muy buena costumbre (risas).

—Que sea uno de tus hobbies preferidos es un montón.

—Yo te hago todo: te limpio, te plancho, te lavo, te lo baño al perro. Me encantan las cosas de la casa, no tengo problemas. Hasta me desconectan y no lo siento como una cosa que la tenga que hacer y el día que la siento que la tengo que hacer no la hago. Así como que soy tan ordenado y limpio que no me interesa que desordenes: si vos tirás una toalla en el piso, yo voy y la levanto.

—Sos material para la convivencia.

—Soy muy material para la convivencia.

—También me podías decir que no te dan ganas. Uno va creciendo, se vuelve más mañoso.

—No, ahora no sabría. Seguro que mis mañas las tengo, no me cabe la menor duda que las debo tener. Tampoco soy así, todo color de rosa. Pero por ahora no sé porque como no convivo. Y no sé qué pasará.

—Pero hoy, estás bien.

—Sí.

—¿Hace cuánto tiempo, más o menos?

—(Piensa) ¿Sigo sacando cuentas?

—Que no se superponga la gente…

—No, mirá si se van a quejar. Ya pasó, ni siquiera tuve esa época. Soy un desastre, de verdad. Ya me encontró la vejez y no tuve adolescencia. Meses, pero bien, muy tranquilo.

—¿Es del ambiente?

—No, cero.

—¿De dónde surgió este amor?

—De la vida. No comparto, del ambiente artístico y todo yo no me siento parte tampoco mucho. Si bien es raro, laburo hace muchos años, pero me siento más televidente que parte. No voy a fiestas, no hago nada, no voy a eventos.

Flor Peña,  Lourdes Sanchez y Diego Ramos en el “Bailando” 2018.

—Me gusta que digas que te sentís televidente: no renegás de la televisión.

—No, al contrario. Ahora no estoy viendo tanto porque vengo de laburar mucho. Pero si tengo que ver tele, veo tele. Y no tengo ningún prejuicio con lo que pueda llegar a ver. Lo que no me gusta no lo veo, y chau.

—Los programas de la tarde, de panelistas, de espectáculos, ¿sí?

—Sí, olvidate. Y el tejido. He ido hasta de panelista a sentarme en algunos lugares. No tengo ningún problema.

—Entonces, de novio no.

—No.

—Enamorado…

—Puede ser. Ponele.

—¿Te puedo ver papá en algún momento?

—Supongo que sí. Por ahora no lo imagino porque pienso que es algo para compartir y es una responsabilidad compartida. Soy re padrazo, soy muy protector y lo hago con mis sobrinos, y con los hijos de mis amigos. Por ahora no se me cruza por la cabeza.

—No hay un deseo ahí, que digas: "Esto tiene que suceder".

—No, no hay una necesidad. No es algo que yo me plantee ni piense. La verdad que no me genera y digo: "Se me está pasando la edad…". Sí me gustaría que suceda en un momento donde yo me pueda agachar un poco, porque después la cintura, ¿viste?, y ya no podés mucho jugar.

Diego Ramos cuida a su perro como a un hijo y lo lleva a todos lados.

—Año de elecciones: ¿cómo estás viendo todo?

—Medio tremendo. Por no decirte tremendo: no solo lo veo; lo siento. Creo que todos lo sentimos.

—¿Ya sabés a quién vas a votar?

—No, no tengo ni idea. Hablo muy ciudadano común y corriente, muy ignorante desde algún lugar porque mucho no sé y trato de nutrirme de distintas visiones. Tenemos una idiosincrasia y una historia que el gobierno que no es chorro es un gobierno inoperante, el gobierno que no es inoperante viene para robar, y siempre estamos así. Y los que más saben son los que están siempre en la tele hablando dando cátedra, cuando les toca a ellos no saben manejar, cuando les toca a ellos roban. Siempre hay algo del poder y de la situación que no lo puedo entender. Y así todo, mirá cómo será éste país que todavía no logramos destrozarlo del todo. Algo tiene que cambiar de una vez y para siempre, porque no puede ser. Yo no sé qué salida puede haber, te hablo como un ciudadano común y corriente que tiene que pagar las expensas, los impuestos y la verdulería. Es tremendo.

—¿Hoy te alcanza para pagar todo eso?

—Por ahora sí.

—¿Pero la situación igual se siente?

—Sí, olvidate. Sí, porque también sé ahorrar.

—El imaginario popular a veces siente que el famoso, el que sale en la tele, el que estuvo en ShowMatch, no vive los mismos problemas económicos.

—Porque el famoso muchas veces también quiere demostrar eso. La imagen, eso del canje o de la cosa más de vida hollywoodense y todo eso, influye. En una época, ahora cada vez menos, muchos querían mostrarse muy separados, muy intocables y muy diferentes al resto. Somos todos iguales, somos todos gente que tiene que pagar cuentas, somos todos gente que lleva chicos al colegio o va al supermercado. Pero además, si vos no tenés un mango y yo estoy en el teatro, vos no vas a venir a verme al teatro; entonces, yo tampoco gano plata.

—¿Te gusta Marcelo Tinelli en la política?

—No sabría decirte, no lo conozco en esa faceta, no tengo la más mínima idea. Tampoco soy prejuicioso. Supongo que si alguien quiere meterse en esto, y ya tiene la guita, es porque realmente tiene una necesidad y unas ganas de hacer algo. Si se va a meter en algo tan tremendo como la política, supongo que antes hubo un trabajo previo. Nadie se va a meter así sin saber nada de lo que se habla, ni de lo que se va a hablar, ni cómo manejar las cosas. Se verá cuando empiece a plantear su plataforma.

Lourdes Sanchez y Diego Ramos, en su coreografía del “Bailando 2018” inspirada en el filme “La La Land”.

—¿Volvés a ShowMatch?

—No, este año no. Yo la pasé re bien. Por un momento hasta pude mostrar que se puede pasar tranquilo por ahí. Fui público durante muchos años y cuando arrancó era un programa de divertimento, todo muy blanco y muy inocentón. Después trocó en esta cosa. De hecho yo creo que no le funcioné mucho al programa porque yo me quedaba así, calladito, y mucha gente me decía: "¡Qué dibujado que estás, te come la otra!".  por suerte la tenía a Lourdes Sánchez, que además de genial bailarina tiene un pico tremendo. Me divertía verla, pero yo me quedaba en el costado, no tenía por qué hacer grandes cosas ni nada. Había programas enteros que ni hablaba, y para mucha gente yo estaba pintado, y para mí no. Yo iba ahí a bailar, y ese era mi juego. Me dicen: "Vos no sabés jugar el juego de la tele, que es ’Te ofendo, te digo algo en cámara y después afuera estamos bien’". Para mí, si me ofendes en cámara me ofendes afuera también, y lo voy a arreglar adentro y afuera de cámara. El juego para mí era ir a bailar. Ofender a alguien, pelearse con alguien, no es un juego, es una situación fea que se puede dar, que no la quería vivir.

—Ahora estás disfrutando…

—¡Cómo cambió el chico de 18 años que se peleaba! Obviamente hay cosas que tenés que contar un poco hasta 10, porque ves injusticias.

—Tal vez el crecimiento y la madurez tienen que ver con decir: "En esto me engancho, en esto no, yo vine a a bailar".

—Y también saber a dónde estás, a mí me llamaron y me dijeron: "Es el Bailando más tranquilo de la historia". Me mintieron un poco. O lo quisieron generar así, y no sucedió. "Le vamos a dar mucha bola a lo artístico", y realmente sucedió: hice cosas que me encantaron y cosas grupales. Creo que este año habrá cosas más grupales y eso me encantaría, y lo lamento: quizás me gustaría estar más desde la dirección y no desde el participante. Es un programa que acerca ciertas cosas teatrales o artísticas a gente que no tiene la posibilidad de ir a verlas al teatro.



Fuente: https://www.infobae.com/teleshow/infoshow/2019/04/28/diego-ramos-intimo-no-tuve-adolescencia-y-ya-me-encontro-la-vejez/