“La educación no es gasto, la política no es negocio, el humanismo no es utopía”

Domingo 12 de Mayo de 2019, 09:27

Susana Maidana en el living de su casa; allí habló sobre su trayectoria. LA GACETA / FOTOS DE JOSÉ NUNO.



Alguien tocó el timbre. Corría el año 1977 y hacía tiempo que el teléfono de Susana Maidana (Buenos Aires, 1948) había dejado de sonar. Ella abrió la puerta y comenzó a temblar: un militar. “Me van a poner presa”, pensó.

-Buenos días, oficial -saludó ella.

-Buenos días, profesora -contestó él-. Usted publicó un aviso en el diario sobre unas clases. Me gustaría anotarme.

“Paradójicamente -recuerda Susana, en democracia, 42 años después- el primer alumno que llegó a mi puerta era un militar que estudiaba Derecho y venía a pedirme que le enseñe Introducción a la Filosofía”. Son las cuatro y media de la tarde. Desde el balcón de su departamento, por casualidad (o no), se puede ver un ex centro clandestino de detención.

-En diciembre la distinguieron como profesora emérita de la Universidad Nacional de Tucumán (UNT)…

-Sí, es una distinción importante y me enorgullece, aunque, como todas las distinciones, tiene sus conos de luces y sombras. Yo egresé de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA (Universidad Nacional de Buenos Aires). En la UNT realicé mis estudios de posgrado y me vinculé con maestros y colegas muy importantes, como Roberto Rojo, Julita Nicolini, con la que me une un gran afecto, Lucía Piossek Prebisch o Hernán Zucchi, con quien armamos una revista muy importante para la comunidad científica, que fue “Discurso y realidad”. También armé mi vida con los colegas no docentes, porque hay muchos docentes que miran por sobre el hombro al personal administrativo. Y con mis estudiantes creo que tengo un vínculo fuerte, que para mí es el más importante. Lo más importante es que en la calle te alguien te pare y te diga: “gracias a usted cambié mi visión de la filosofía”.

- Esas son las luces ¿Cuáles son las sombras?

-Bueno, yo en el ‘73 gané una inscripción de interesados y en el ‘76 me llegó la cesantía. Estuve cesante por ocho años. Esos fueron los años más duros de mi vida, aunque muchas cosas he olvidado de ese tiempo. Creo que una se defiende así del horror que significó esa época, de que deje de sonar el teléfono, de que al volver, en el ‘84, el profesor que estaba en mi cátedra me diga: “por algo habrá sido”.

Después del golpe de Estado del 24 de marzo del 76, la intervención militar de la UNT dejó a Susana sin trabajo y con dos hijos muy chicos, sin un peso, sin obra social, sin poder entrar a la Universidad, o a la biblioteca, o a un bar, y, como repite ella, sin que suene más el teléfono.

“Al principio -narra Susana- una gente amiga me dio ropa para vender en el campo. Mi hijo mayor, Rodrigo, que era un chico en ese momento, me acompañaba en el auto a vender ropa. Pero yo, porteña básica, llevaba ropa grande, y los obreros tucumanos son flaquitos y chiquititos. Yo hablaba como porteña, era porteña. Y además porteña de Palermo, nada menos. Y bueno, fue muy duro para mí y sufrí mucho y no vendí nada. Porque lo único que yo suelo poder vender son las ideas, no la ropa. Después las clases particulares me salvaron, me permitieron sobrevivir”.

-¿La filosofía tiene un carácter terapéutico?

-Bueno, sí, pero no viene por una conexión con el ocio, sino por esa idea de que la filosofía… Cuando a (Ludwig) Wittgenstein le preguntan cuál es la misión de la filosofía, él dice: “enseñar a la mosca la salida de la botella cazamoscas”. Y yo creo que la filosofía sirve para poder saber que la botella existe y que vos tenés que intentar salir de ella, aunque sea imposible. Como decía (Immanuel) Kant, el conocimiento emancipa a los hombres de las cadenas mentales. Ese es el carácter terapéutico.

En 2005, Susana quiso emancipar a los jóvenes y organizó las Olimpíadas de Filosofía de la República Argentina, que desde entonces se celebran todos los años.

“Ver de pronto ese otro rostro de la juventud -transmite- ha sido una experiencia muy fuerte. Es el rostro de una juventud que no es la que se ocupa de tomar, de drogarse, de no querer trabajar. Son los rostros de los jóvenes que vienen de pueblos como Abra Pampa y son capaces de pensar y decir cosas muy interesantes, jóvenes a los que el moscardón de Sócrates les está picando un poquito”.

-Además de profesora, usted fue secretaria de Posgrado y secretaria académica de la Universidad. ¿Cómo ve la UNT hoy?

- Yo creo que las generalizaciones no son buenas amigas. La UNT tiene ámbitos de mucha producción de conocimiento, tiene grandes institutos donde se hace investigación, tiene muy buenas carreras de posgrado. Pero también tiene otras áreas que no son tan buenas, como todas las instituciones. Yo me siento muy orgullosa de la producción de la UNT, aunque soy consciente de que muchas veces no hay lavandina y detergente. Esa es la realidad, pero no es bueno encasillar, no es bueno decir: “todo es malo”.

-¿Hay que repensar la Universidad?

-Creo que hay que volver a pensar que la educación no es un gasto: es una inversión. Ahora ha habido una restricción presupuestaria en el Conicet (Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas) que ha reducido la cantidad de becas y de apoyos para los estudiantes. ¿Cómo vamos a formar un país sin invertir en educación? Los grandes países, tanto que miramos afuera, son los países que han invertido en educación. Hay que repensar el valor del conocimiento e imaginar un país donde haya trabajo genuino, donde un tercio de la gente no nazca excluida del sistema.

-¿Cómo cree que llegamos a que un tercio de la población quede afuera del sistema?

-Yo creo que fueron muchos factores. Por un lado, el proceso militar, que no sólo trajo persecución, muerte y demás, sino que trajo también un gran retroceso y corrupción económica. Y luego creo que el neoliberalismo, que es un fenómeno a escala mundial, se ha encargado de flexibilizar el Estado, de debilitar el Estado, de atacar todos los resortes básicos que hacen a la trama social. Y creo también que se ha encargado de hacer una escisión, una separación, entre el mercado y la vida de las personas. El mercado tiene sus propias lógicas, que no son lógicas que tengan en cuenta los valores humanistas.

-Este año la Facultad de Filosofía y Letras de la UNT cumple 80 años y los va a festejar en junio con un congreso internacional. Usted es la coordinara académica del evento ¿Qué expectativas le genera este congreso?

-Este congreso no se llama “Educación y política en el camino hacia un nuevo humanismo” por causalidad. Creo que va a reivindicar la política como algo que hace a la condición humana
. A reivindicar la educación, porque la educación no es un gasto. Y a permitir transitar por los caminos del reconocimiento del otro y no pensar que el otro que elige otra sexualidad es un anormal, o un deficiente, o un enfermo. Me parece que estas cosas son necesarias, porque a veces la educación parece que simplemente es un profesor que está diciendo cosas, un alumno que es una caja vacía que recibe cosas. Pero el intercambio, la experiencia, la relación con el otro son fundamentales. Entonces ¿cómo no voy a tener expectativas? Es un esfuerzo muy, muy importante que hace mi facultad y ha sido destacado como de interés público. Y yo me siento orgullosa, ¿cómo no me voy a sentir orgullosa?

Susana se siente orgullosa de su facultad, que, sonríe, es una facultad pobre, un viejo asilo frío en invierno y caluroso en verano, pero también un espacio de encuentro con el otro. Y además se siente orgullosa de sí misma: no se arrepiente de nada de lo ha hecho, de lo que ha vivido, porque en el fondo, expresa, siempre es uno el que elige y el que tiene que asumir la responsabilidad de sus propias decisiones.

-¿Qué espera de la vida hacia adelante, ahora que ya se jubiló?

-Yo tendría que estar jubilada, sin hacer nada, pero estoy trabajando más que antes. Yo digo que el trabajo, si bien por un lado es esfuerzo, fatiga, por otro lado es realización
. Vos te sentís realizado porque tenés un trabajo que te gusta hacer. Yo me siento realizada. Y ¿qué más quisiera hacer? Viajar un poco más. Tengo un hijo que vive en Estados Unidos y lo veo una vez al año. Me gustaría verlo más veces al año. Y me queda pendiente conocer Grecia. ¿Cómo puede ser que una persona que estudió filosofía durante 50 años no conozca Grecia?
 

Fuente: https://www.lagaceta.com.ar/nota/806124/actualidad/unt-se-produce-mucho-pero-veces-no-hay-ni-lavandina.html