Francisco entró con el papamóvil en enorme villa miseria de Africa

Viernes 27 de Noviembre de 2015, 21:28





Durante su gira por África , el papa Francisco visitó Kangemi, uno de los barrios más pobres de Kenia, desde donde denunció "la atroz injusticia de la marginación urbana".

El pontífice habló en la iglesia de San José Obrero, llevada por jesuitas, en el paupérrimo barrio de Kangemi, en Nairobi, donde malviven más de 100.000 personas. Los fieles lo recibieron con efusividad, en medio de gritos de alegría, cantos y bailes.

"¿Cómo no denunciar las injusticias que sufren? La atroz injusticia de la marginación urbana. Son las heridas provocadas por minorías que concentran el poder, la riqueza y derrochan con egoísmo mientras crecientes mayorías deben refugiarse en periferias abandonadas, contaminadas, descartadas", dijo Francisco.

El Papa fustigó "la falta de acceso a las infraestructuras y servicios básicos", la "injusta distribución del suelo que lleva en muchos casos a familias enteras a pagar alquileres abusivos" por viviendas en pésimas condiciones, y el "acaparamiento de tierras por parte de ’desarrolladores privados’ sin rostro, que hasta pretenden apropiarse del patio de las escuelas de sus hijos".

Recordando el "derecho sagrado a las ’tres T’, tierra, techo y trabajo", abogó por una "respetuosa integración urbana".

Además alabó los valores de la "resistencia" y la "solidaridad" en los barrios pobres, que la "sociedad opulenta, anestesiada por un consumo desenfrenado parece haber olvidado".

En un emotivo discurso, una de las vecinas del barrio pidió al papa que intercediese por los habitantes de Kangemi ante el Gobierno. "Las personas que viven en asentamientos informales en Kenia no tienen acceso al agua, a menudo está racionada, es de mala calidad o no se puede beber", lamentó Pamella Akwede.

"Negar el agua a una familia con algún tipo de pretexto burocrático es una gran injusticia, sobre todo cuando se saca provecho de esa necesidad", dijo por su parte Francisco, advirtiendo que las personas son más importantes que "el dios del dinero".

Los pobres "tienen un lugar especial en mi vida y en mis decisiones", aseguró el líder de la Iglesia católica. "Estoy aquí porque quería que supiesen que sus alegrías y esperanzas, sus miedos y aflicciones no me son indiferentes".