La regla de los 20 segundos para dejar de postergar cosas

Domingo 29 de Marzo de 2015, 17:57




Ser humano es vivir en dos tipos de tiempo. Uno es el de los relojes y el otro el de la intención: desear, diseñar, crear, proponer. Entre aquello que nos prometemos hacer en el futuro y las tentaciones e inercias del presente, es dónde se instala cómodamente la procrastinación. Me digo que ahorraré dinero, pero la tentación de comprar aquella nueva tablet está demasiado a mano. Me prometo comenzar a hacer ejercicios, pero el gimnasio queda lejos y hoy está húmedo, o nublado, da casi lo mismo.

En Primero lo primero, Covey encuadra este problema en la distinción entre lo importante y lo urgente. Si uno diferencia lo importante y lo trata a tiempo, lo urgente no se colará en la agenda. Santo remedio. En el cuadrante donde confluyen lo no urgente y lo importante, se halla la prevención y la calidad de vida, y la salido a los apuros que uno se va generando.

Si usted es un procrastinador, no se sienta solo. Hay quienes afirman que tres cuartas partes de los estudiantes son de su tipo, y la mitad de ellos son serios postergadores. Significa que se pondrán a estudiar dos días antes del examen, ya que se han dedicado a salir.

Postergar es moderno

Hablar de procrastinación implica a la modernidad, a la velocidad que nos deja sin respiro. El humano es el único ser que ha suprimido la noche al iluminarla, lo que hemos pagado con trastornos del sueño. Hemos diseñado un ambiente, en el que nuestro cerebro no puede afrontar la velocidad, ya que estaba preparado para la defensa ante una eventual amenaza breve, pero no al asedio de la AFIP, el jefe, la ex mujer y las tareas y mails que se acumulan en la bandeja de entrada. A lo que se suman los mandatos culturales como Al que madruga, Dios lo ayuda y No dejes para mañana lo que puedas hacer hoy, que incrementan el padecimiento. Retrasamos y parece que empeoramos.

Si llega a la oficina, prende la computadora y se siente inundado por correos combinados con pendientes, no se preocupe, todo puede deteriorarse más. Las distracciones son un claro indicio de comportamiento procrastinador. En lugar de preparar la presentación, lee noticias en el diario; en vez de tratar algo conflictivo con su pareja, sale de compras; ni siquiera intenta preparar el trabajo que se le pedirá mañana y sale a una fiesta. Así puede enganchar una distracción con la siguiente: duerme la siesta, juega en el ipad, revisa las noticias en la web (continúe la lista…) Tal y como reza el tango, “hoy vas a entrar en mi pasado”, y las cosas se irán hundiendo a través del presente, en un pretérito que miraremos desde el futuro. Corremos, no sabemos hacia dónde, pero no hay remedio.

El hábito hace al monje

William James aseveraba que somos manojos de hábitos. Ello es paradojal -como casi todo en la vida-, ya que el hábito economiza mucha energía psíquica, al asegurar que no debamos preguntarnos cada mañana si lavarnos o no los dientes, o si vestirnos adecuadamente para ir a trabajar, etc., pero ello mismo nos torna refractarios a cambiar qué hacemos y por sobre todo quiénes somos. El problema radica, en parte, en cómo abandonar hábitos y comenzar algo diferente. Shawn Achor1, un psicólogo de la escuela positiva cuenta como venció la inercia de no ir al gimnasio, cuando decidió que dormiría en ropa de gimnasia y las zapatillas al pie de la cama. Es la regla de los 20 segundos. Si pretende no distraerse con el correo electrónico, desconéctelo. Si quiere seguir leyendo sin sentirse compelido a mirar el teléfono celular, sáquelo de su escritorio. Si pretende dejar de postergar, no gaste su fuerza de voluntad, ya que se agota velozmente.

A la voluntad, mejor ayudarla

El Talmud aseguraba Nunca digas, estudiaré cuando tenga tiempo. Nunca lo tendrás. Al parecer el tiempo siempre fue escaso. Pero no se ponga duro consigo mismo, ya que quedará en peores condiciones para enfrentar la lista de pendientes, pues su motivación y autocontrol disminuirán. Si se flagela duro, puede que esté preparando el terreno para la depresión. Si quiere un empujoncito para la desvalida voluntad, existe un sitio que puede visitar: stickk.com. Para apegarse a un cambio que se desea hacer y no se quiere postergar más, hay que crear un entorno de compromiso difícil de cambiar; implica que si quiere aumentar las chances de hacerlo o dejar de hacerlo, debería hacer una declaración pública.

Miro que se va terminando algo que con tanto placer postergaba y lamento no haber apostado con Susana; hoy estaría ganando unos pesitos, que por cierto nunca están demás.

¿Crecer o no crecer?

El sentido común de los libros de autoayuda asegura que hay que decirse lo haré, fijarse el objetivo y emprender el camino. Sin embargo, algunos estudios han mostrado que la procrastinación se articula con la fijación de objetivos pretenciosos. Los mejores objetivos son los de proceso, vale decir cómo se hará junto con el qué se hará. Mejor preguntarse si lo podré hacer ya que activa un desafío movilizador.

Y no lo olvide, el día más ocupado de un procrastinador, es siempre mañana.



Fuente: http://www.ieco.clarin.com/afterwork/regla-segundos-dejar-postergar_0_1328267653.html