Acto a 50 años del cierre de ingenios: "nunca tenemos que bajar los brazos", dijo el intendente Alfaro en Villa Amalia

Lunes 22 de Agosto de 2016, 17:21

Alfaro recordó el cierre de ingenios.



Fue una jornada teñida de nostalgia, dolorosos recuerdos, pero también de esperanza. Este lunes, en Villa Amalia, para conmemorar los 50 años del cierre de los ingenios tucumanos, se realizó un acto que fue encabezado por el intendente Germán Alfaro.

El encuentro, que se realizó en la escuela Deán Funes, ubicada en Olleros al 1.200, fue organizado por la Municipalidad de San Miguel de Tucumán y el Instituto Superior de Estudios Sociales del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET). Durante la ceremonia, se expusieron paneles con referencias históricas y se presentó el documental “Crónicas del Ingenio Amalia”, que recopila testimonios orales de los protagonistas que vivieron las épocas de glorias y crisis de la industria zafrera en Amalia.

“Hemos venido a esta casa que perteneció a la familia Griet, y hoy es la escuela Deán Funes, a conmemorar los 50 años del cierre de 11 ingenios de nuestra provincia, que significó el éxodo de 200.000 tucumanos”, expresó el intendente Alfaro, en referencia al decreto- ley Nº 16.926, del 21 de agosto de 1966, medida tomada por el gobierno de facto presidido por Juan Carlos Onganía, que estableció al abrupto cierre de los ingenios tucumanos.

“Fue una herida muy grande que todavía no cicatriza, una decisión que fue tomada a miles de kilómetros de nuestra provincia, para nada meditada”, manifestó. El jefe comunal recordó que “Amalia era el único  ingenio de la Capital y muchos vecinos todavía viven y aún padecen lo que significó su cierre”. Destacó que “conmemorar ese hecho no tan sólo es nostalgia, sino que es la realidad de todo un pueblo, y hace a su identidad. Y nosotros todavía tenemos esa idiosincrasia propia de una barriada que se forma alrededor de un ingenio”, reflexionó.

Alfaro reivindicó sus orígenes y valoró la lucha de los trabajadores del ingenio Amalia. “Quienes formamos parte de esta populosa barriada somos luchadores. Provengo de una comunidad luchadora. Por eso me he dedicado a la actividad política, porque después del cierre del ingenio consideré que la esperanza estaba en la lucha, que era sinónimo de actividad”, resaltó el intendente.

“Hoy no es alegría ni felicidad la que tenemos nosotros, pero sí es nuestra historia, son nuestras raíces, de las que no debemos olvidarnos”, recalcó.

“No me quejo de haber sufrido y pasado lo que muchos hogares han pasado en nuestra tierra, hay que tomarlo como experiencia, como enseñanza, de que siempre tenemos que nunca tenemos que bajar los brazos, porque que la lucha es esperanza y es tan o más importante que la victoria misma”, señaló Alfaro, visiblemente emocionado y con lágrimas en sus ojos.

Por su parte, el vicedirector del Centro Científico Tecnológico del CONICET-Tucumán, doctor Daniel Campi, calificó la conmemoración como “un acierto de la Municipalidad y del intendente Alfaro”.

“Estamos recordando unas jornadas tristes pero que también han dejado una enseñanza de lucha y de compromiso y recordar esto, mantener viva esa lucha en la memoria, es una enseñanza muy importante para las próximas generaciones”, señaló Campi.

Protagonistas centrales de la conmemoración fueron los ancianos que solían trabajar en el ingenio Amalia, y que compartieron sus recuerdos. “Fueron momento tristes y de larga lucha, y los que estamos quedando llevamos en el corazón los recuerdos. Yo marché a Buenos Aires pero no conseguí trabajo que me gustara y me volví. Aquí hice mis raíces así que de Tucumán no me muevo más “, dijo Froilán Gregorio Orellana, de 75 años.

“Nací, me crié y sigo viviendo en el ingenio Amalia, el único que estaba dentro del radio capital, vendía mucho y era muy moderno. Este acto me sorprendió, es lindo y es triste, pero estoy satisfecho de que se vuelva a mostrar lo que era el ingenio”, agregó Rafael Horacio Otarola, de 77 años de edad.

Participaron también de la ceremonia la esposa del intendente Alfaro, Beatriz Ávila; el presidente del Concejo Deliberante capitalino, Javier Aybar; la escritora Lucía Mercado, autora del libro “50 años del cierre de los ingenios azucareros 1966-2010”; concejales; funcionarios municipales; autoridades del establecimiento educativo y vecinos.

Presentaron el documental “Crónicas del Ingenio Amalia”

El documental “Crónicas del Ingenio Amalia”, que fue presentado por la subsecretaria de Cultura y Deportes municipal, Norma Torossi, recopila testimonios orales de ex trabajadores y vecinos. Está dividido en cinco partes: “Tiempos Fundacionales”, “El ingenio productivo, una comunidad feliz”, “Perfumes de cierre y dolor”, “Una comunidad en lucha” y “Pobreza y resignación”. Para su elaboración, se tomó metodológicamente la reducción de la escala de análisis y la historia oral como una de las fuentes principales para la reconstrucción del pasado.

Lucrecia Doly Figueroa de Griet, Esther Galván de Quinteros, Froilán Gregorio Orellana, Rafael Horacio Otarola, Dolores Pereyra, Juan Gregorio Longo, Miguel Alderete, René Romano, Mario Pondal, Luis Suárez, Elvira de Suárez y José Alfaro son algunas de las personas entrevistadas.

“Durante el gobierno de Onganía, que Dios sabrá dónde lo va a poner, todo era una sepultura; todos lloraban y la sirena del ingenio sonaba como despidiendo a sus obreros. Una cosa muy triste. La gente no sabía qué hacer; deambulaba”, rememora Esther Galván de Quinteros. “Mucha gente emigró a Buenos Aires. Eso causó un desequilibrio bárbaro. Había mucha pobreza”, expresa Miguel Alderete.

Durante el acto, en el patio de la escuela también se expusieron paneles con fotografías e información histórica.

“El decreto ley de intervención de los ingenios de 1966 tuvo consecuencias funestas para los tucumanos. Pero igualmente letal para la vida económica de la provincia fue una perseverancia política de desfinanciamiento que asfixió a un grupo de empresas y las empujó a la quiebra”, afirma uno de los paneles.

“En el caso del ingenio Amalia, a duras penas sobrevivió un año más a los ingenios cerrados en 1966. Si en 1965 había producido más de 24.000 toneladas de azúcar y 12.433 en 1966, la magra ayuda financiera recibida en 1967 apenas alcanzó para producir 5.265”, se especifica en otro cartel.

La lucha de los trabajadores se reivindica en la exposición: “Negado el auxilio estatal, el cierre definitivo de la centenaria fábrica fue al parecer la única alternativa que encontraron sus propietarios. La lucha de los trabajadores por la reapertura fue tan heroica como infructuosa. Enfrentaron el hambre con ollas populares, marcharon rogando ser escuchados por insensibles autoridades, ocuparon el ingenio para impedir su desmalentamiento, recibiendo sólo represión como respuesta”.