"Los hijos de alguien vs. la hija de nadie"

Domingo 05 de Marzo de 2017, 09:28

José Alperovich y Paulina Lebbos.



Por Juan Ignacio Provéndola
Página 12


El 26 de febrero de 2006 hacía un calor de infierno en San Miguel de Tucumán y la dignidad de la ciudad empezó a arder por Paulina Lebbos, una chica de 23 años con un hijo de 5, que esa noche salió a bailar con amigos para festejar un final aprobado en la facultad y nunca volvió a ser vista.

Su cuerpo fue encontrado dos semanas después sobre la ruta, a 30 kilómetros de la capital tucumana, roído por la descomposición y con rasgos espantosos como el cuero cabelludo arrancado, las huellas digitales lijadas y mutilaciones en la boca y la vagina. La tuvo que ir a reconocer su papá, Alberto, que era subsecretario de Juventud de Tucumán y renunció a los pocos días por las implicancias del poder tucumano en el caso. Los peritos dictaminaron que murió estrangulada.

La causa pasó por varios fiscales y más tarde se comprobó la adulteración de actas y el descuido de pruebas. Paulina había subido a un remis con una amiga que bajó primero. La investigación debía develar entonces quién o quiénes la capturaron camino a lo de su novio, donde nunca llegó. Algunos testimonios involucraron a Gabriel Alperovich y Sergio Kaleñuk. Eran los hijos de José, gobernador provincial, y Alberto, uno de sus hombres de confianza, con pasado en la policía y procesamiento en una causa de reventa de mercadería decomisada en operativos, por la que estuvo prófugo y luego purgó una condena de chiste de cuatro meses.

La investigación (que acumula 3 mil hojas y se dividió en tres causas) marchó siempre dispersa, hasta que un fiscal acusó a diversos policías y ocurrió lo insospechado: una caravana de botoneadas cruzadas que ampliaron la trama del hecho, irrigándose por autoridades policiales y provinciales hasta llegar a la cabeza máxima, la del Gobernador.

Hubo varios condenados, aunque diversas tretas judiciales les permitieron evitar la prisión efectiva. El único detenido, Roberto Luis Gómez, fue liberado el último día de 2016. El electricista estuvo tres años en cárcel, pero de manera preventiva y sin fecha de juicio, como la amplia mayoría de los presos en Argentina. El fiscal lo había acusado de tener el celular de Paulina apenas una hora después de su desaparición. La corte tucumana lo liberó a cambio de una serie de requisitos, entre ellos una fianza de medio millón de pesos. En su barrio lo recibieron con carteles y hasta baile en la calle.

En muchas partes de Tucumán sigue sonando una música espantosa: la que silencia la muerte impune de Paulina Lebbos.


Fuente: https://www.pagina12.com.ar/14943-los-hijos-de-alguien-vs-la-hija-de-nadie