Domingo 19 de Febrero de 2017, 10:17
Foto: www.lagaceta.com.ar
Metros de tela ocupan un mesón. Unas mujeres hablan sobre cómo quedarán
en el sillón de una de ellas. Al final, no se deciden y salen del
negocio. Dan unos pasos y se sientan en una confitería. Dos años atrás
-apenas-, el centro comercial en el que ha transcurrido esta escena no
era más que un plantío de cañas. Hoy, decenas de tiendas han invadido el
lugar de aquellos sembradíos.
La urbanización a lo largo de la
avenida Perón, en la ciudad de Yerba Buena, ha hecho estallar las
periferias. Da la sensación de que se han roto los límites; de que se
está desarrollando un nuevo eje urbano en el costado noroeste del
municipio. Es que, en los últimos meses, han abierto dos centros de
compras de magnitud, City Place y Yerba Buena Design; una concesionaria
de automóviles, Pieve; y el edificio de oficinas Alter City. Además,
otras edificaciones alistan sus aperturas, como el supermercado Gómez
Pardo, las torres de viviendas y negocios de Alperovich Group y una
estación de servicios. También se están construyendo departamentos, y
por las oficinas gubernamentales circulan carpetas con más sueños de
inversionistas. La situación puede resultar peliaguda si se
tiene en cuenta que urbanizar no siempre es sinónimo de mejoramientos.
Ha quedado demostrado que el exceso de construcción y su falta de
planificación ahogan la vida. Surge, así, una pregunta con vistas al
porvenir: ¿cómo deben proceder los yerbabuenenses para procurarse un
desarrollo sostenible?
Si se observa un mapa de la urbanización
en esa comarca, sobresale un dato: un 25% del territorio no ha sido
ocupado todavía. Y la mayor parte de ese porcentaje con posibilidades de
expansión corresponde a esta zona. Pocas urbes poseen la ventaja y el
desafío de contar con tierrras en estado de virginidad. Se le pregunta entonces a
Franco Marigliano
-subsecretario de Planeamiento del gobierno municipal- cuáles son las
previsiones. “Vamos a proyectar ahí la ciudad del futuro”, contesta.
Luego especifica que mantendrán la continuidad de las calles que
provienen de la ciudad vieja, a fin de prolongar el tejido urbano, en
vez de interrumpirlo con countries y barrios cerrados, como ha venido
sucediendo. “No serán los dameros tradicionales, sino que tendrán unas
dimensiones mayores”, aclara. En pos de ese objetivo cuenta que a
diario, introducen correcciones en las propuestas de los inversores,
porque no existe entre ellos una conciencia del provecho de los espacios
públicos. “Les decimos: ‘por ese lote tiene que pasar una calle. Vean
cómo hacen. El problema es que son mezquinos. No piensan en la ciudad,
sino en su rentabilidad”, opina.
Un ejemplo de esas trochas del
futuro es la avenida Central, que fue propuesta con ese nombre en la
década del 90. De concretarse -alguna vez-, correrá paralela a la Perón,
unos 500 metros fincas adentro, contigua a la traza del canal Horco
Molle. Ernesto Marchetti, director de Planeamiento, añade
que la Perón tiene tres destinos principales, pues constituye una vía
de comunicación, una alternativa comercial y un escenario para
actividades deportivas. Ante esta tripleta, asegura que están trabajando
en la regulación del tráfico, en la adecuación de veredas y en la
implementación de bicisendas. Hace unos días se instaló allí el primer
bebedero público, un proyecto de un concejal macrista que llevaba cinco
años de atraso.
La ciudad del futuroPara 2020, se
espera que haya concluido la migración interna que llevará a más de
1.000 millones de personas en todo el mundo (dos tercios de la
población) a vivir en las nuevas ciudades que llevan algo más de dos
décadas construyéndose. Apenas 30 años atrás, Yerba Buena era un pueblo
dormitorio. Hoy, con unos 120.000 habitantes estimados y una tasa de
crecimiento del 15 % anual -los gobernantes locales calculan que cada
ocho años duplica su población- constituye un prototipo de ese
desplazamiento. Lo que suceda en unos 30 años dependerá, en gran medida,
de las decisiones que se tomen ahora.
Al respecto, el arquitecto Luis Lobo Chaklián
enfatiza en la importancia de la planificación. A decir suyo, urge que
la Municipalidad elabore un plan estatrégico urbano y territorial, como
hizo San Miguel de Tucumán. De ese documento habla con orgullo, pues ha
participado en su elaboración como funcionario del distrito vecino.
Luego explica que una normativa de esas características será eficaz para
ordenar el tránsito, colocar semáforos y generar espacios comunes,
entre otras utilidades. En este último punto, se detiene y reclama
plazas y veredas. En octubre pasado, durante la tercera
Conferencia de las Naciones Unidas para la Vivienda y el Desarrollo
Urbano Sostenible -abreviado, Habitat III- los ponentes consagraron a
los espacios públicos -justamente- como lugares de realización de la
vida social. En la práctica, esto significa que las ciudades del futuro
deberán fomentar la convivencia, generar trabajo, contar con procesos
participativos, velar por el uso sostenido de sus recursos y construir
barrios abiertos. No obstante, advirtieron que hay un desequilibrio
entre los problemas que afrontan los distritos y los recursos legales y
económicos con los que disponen.
En parte, José Frías Silva
fantasea con ese futuro para sus propiedades. Él es uno de los dos
terratenientes mayoritarios de los espacios con posibilidades de
expansión. “Imagino que mis terrenos serán loteados en porciones
pequeñas, que estarán parquizados y que habrá calles con movimiento. No
quiero countries”, dice. Enseguida, reclama avances en los sistemas
pluviales y más apego al código de construcción, de parte de los
empresarios.Hasta 2014, en el Gran San Miguel de Tucumán
-integrado por Alderetes, La Banda del Río Salí, Las Talitas, San Miguel
de Tucumán, Tafí Viejo y Yerba Buena- había 91 urbanizaciones cerradas.
De ese total, 61 se encontraban en la ciudad piedemontana. Los datos
fueron recogidos por
Matilde Malizia, investigadora del Consejo
Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) y autora de
una tesis post-doctoral sobre los countries y barrios privados
yerbabuenenses. Junto con ella trabajan sus colegas
Paula Boldrini y
Pablo Paolasso.
Recientemente, el equipo del Centro de Estudios sobre Territorio y
Hábitat Popular de la Facultad de Arquitectura y Urbanismo, de la
Universidad Nacional de Tucumán, elaboró otro documento, con cifras
actualizadas. Y comprobó que ha habido un predominio en el crecimiento
de las urbanizaciones cerradas, de los asentamientos y de las obras de
viviendas estatales. “Nos ha llamado la atención la ausencia de nuevos
barrios tradicionales”, advierte Malizia. Con respecto a la Perón
-puntualmente- los investigadores han observado una falta de
planificación “Relevamos barrios que han quedado aislados y calles que
vienen de la ciudad vieja pero, al cruzar la avenida, desaparecen”,
dice.
En 1999, el costo de un terreno en un loteo abierto lindero
a la Perón promediaba entre los $ 22 y los $ 40 el metro cuadrado.
Actualmente, cuesta desde $ 2.000 en adelante. Los números visibilizan,
con elocuencia, la onda expansiva.
Estudios del Banco Mundial
hablan de que territorios propensos a las inundaciones, especialmente en
ciudades de Argentina, Perú y Uruguay, deberán afrontar lluvias más
intensas. Así las cosas, de una mejor planificación de las ciudades
dependerá que esas proyecciones sean, tan sólo, un mal augurio.
La Perón: los orígenes de la avenida de las palmerasLa Perón empezó a hacerse a mediados de 1993. La obra demoró dos años,
se invirtió $ 1 millón y se la hizo tal cual lo imaginado en el proyecto
original: dos carriles; una platabanda y veredas laterales. Eso
totalizó un ancho de calzada de 42 metros, lo que la ha convertido en la
avenida más holgada de Yerba Buena, y en una de las más amplias de la
provincia. No obstante, los planes se trastocaron en lo concerniente a
la forestación, ya que debían haberse plantado unas 600 especies
arbóreas autóctonas. Pero dos años después, cuando el ex gobernador
Ramón Bautista Ortega
inauguró la primera etapa -en octubre de 1995- lo hizo, en cambio, con
palmeras. Durante las dos décadas posteriores ha habido algunos intentos
por poner plantas nativas. Ninguno ha prosperado.
Por aquel
entonces, la avenida fue concebida -sobretodo- para descongestionar el
tránsito automotor del oeste del Gran Tucumán, que confluía por las
avenidas Mate de Luna y por su continuación, Aconquija. Sin embargo, no
sólo sirvió para aliviar la circulación, sino que transformó la nada en
mundo: antaño, por esos parajes se sucedían montes y fincas. Ni gentes
ni casas ni coches. Hoy, al paisaje se le adhieren edificios, barrios
cerrados y centros comerciales. La Perón posee otra característica que
la distingue: la gente se ha apropiado de ella. Se podría decir que
tiene paseantes. Las personas utilizan esta calle para caminar, correr,
pedalear o hacer un picnic. El arquitecto tucumano
Máximo Cossio
-el hombre que propuso que se la construya de forma sinuosa, y no en
línea recta- explicó en una ocasión a este diario que los caminos con
curvas abren el horizonte urbano. “Contribuyen a que las calles sean un
lugar de paseo”, decía.
Además, la Perón expresa un paradigma de
cómo las vías de comunicación han influenciado en el proceso de
generación del Gran San Miguel de Tucumán. Un prototipo contemporáneo,
lo cual contribuye a que uno se haga una idea real. Porque la órbita de
esta calle excede a la comarca que la contiene. Se trata de un camino
que se clava en el horizonte de cuatro localidades. Pues antes de ser
Perón, se ha llamado Belgrano, Sarmiento y Gobernador del Campo. Y ese
cambio de nombres la ha llevado a atravesar además, la capital, La Banda
y Alderetes. A unir, así, el aeropuerto Benjamín Matienzo con Horco
Molle.
En definitiva, un camino es la puerta a un mundo nuevo.
Es libertad, unión y sueños. Es la tierra que se empeña en ser confín, y
acaba siendo cercanía.
Fuente: http://www.lagaceta.com.ar/nota/719157/actualidad/nace-nueva-yerba-buena-se-impone-reto-planificacion.html
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