Escribe Lanata: "El cambio mágico"

Sábado 22 de Julio de 2017, 09:39




Por Jorge Lanata

Cuando un político miente, es reaccionario. Poco importa que mienta para uno u otro partido: es reaccionario porque su mentira clausura la posibilidad de la esperanza del otro. Lo mismo sucede cuando nos proponen,a sabiendas,cosas que jamás van a ocurrir. Es tonto tener melancolía de algo que nunca va a suceder. Pretendemos cambiar la Argentina hace décadas, pero no hemos hecho demasiado para lograrlo. Y en todo caso, ¿en cuánto tiempo?. Nos gusta, en el fondo, que nos mientan: salariazo, país en serio, hambre cero. Nos encanta. Votamos a Hamelin encantados y a los pocos meses, le estamos reclamando: ¿Cómo no pudieron arreglar el hambre en un año? ¿Qué pasa que no se modificó el sistema de justicia en nueve meses? ¿No son capaces de volver honesta a la policía en veinte días?. O quizás sea peor: apoyamos imposibles porque, en el fondo, no queremos que nada cambie.Mucha gente gana mucho dinero con las cosas quietas.

Esta semana Nadin Argañaraz, titular del Instituto Argentino de Análisis Fiscal, contó que pasaría con la baja de impuestos. La pregunta respondía a una expectativa muy difundida: “Si el gobierno gana las elecciones, habrá una baja de impuestos para que la economía despegue”.

Argañaraz hizo números: ”Si la Argentina creciera 2% anual acumulativo en trece años cumpliendo con las pautas del déficit y generando un pequeño superávit del 2% que permitiera pagar los servicios de la deuda, en trece años no habríamos bajado nada la presión tributaria. Si creciera el 4%, la presión tributaria podría empezar a bajar en 2023. Si el país creciera 6%, bajaría ocho puntos recién en 2030".

Si el gobierno gana en octubre, en noviembre todos reclamaremos por la baja de impuestos.

Y lo haremos con razón, porque la presión impositiva es delirante. Con razón, pero en vano.

La falsa expectativa generada por el político y promovida por el público termina erosionando el poder de turno: no pudo hacer lo que nadie podría.

Cuando el poder cambia de manos lo que cambia es la expectativa. Pero la realidad sigue estancada: a poco de que el buen humor social levanta los números, la realidad se empantana. Es que, simplemente, nadie podría hacerlo. La idea de cambio y la idea de trabajo para lograrlo están escindidas: vivimos pensando que los cambios se producen solos o, en todo caso, los hace otro mientras dormimos. Pensamos que aumentar el gasto y bajar la deuda o los impuestos puede ser posible. Y que los cambios son mágicos y rápidos. Es una lástima, pero no. Me encantaría mentirles (básicamente porque sé que les gusta).



Fuente: https://www.clarin.com/opinion/cambio-magico_0_HkuNHBeIW.html