Premian a policías por su accionar en dos recientes casos de inseguridad

Sábado 12 de Agosto de 2017, 07:14

RECONOCIMIENTO. Los uniformados Ruiz, Tapia, Ortega, Palomares y Astrada (de izquierda a derecha) en el despacho del ministro Regino Amado. LA GACETA / FOTO DE INÉS QUINTEROS ORIO.



Pese a que todavía en su cara todavía se ven frescos dos cortes, en la frente y la nariz, José Darío Ortega es el hombre más feliz del mundo en Casa de Gobierno. Sonríe para las fotos, agradece el homenaje que le brindan, hace pasar a sus familiares para que estrechen la mano del ministro Regino Amado. Ya no le duelen los golpes que recibió el miércoles, cuando irrumpió en una heladería de avenida Roca y Entre Ríos para enfrentase a dos ladrones (uno de ellos estaba armado) que pretendían llevarse la recaudación del local.

Ortega esperaba el colectivo para ir a prestar servicio en la Motorizada de Yerba Buena cuando le pidieron su ayuda. “Un remisero que estaba parado en la esquina me avisó que estaban asaltando. Entré al local sin saber con qué me iba a encontrar adentro. Me choqué con un malviviente y entramos en lucha, su cómplice escapó. El ladrón intentó quitarme el arma reglamentaria pero no se lo permití. Hubo muchos disparos, confusión, golpes y hasta explotó el vidrio de la puerta. Por ahí salimos despedidos ambos”, comenta, mientras sostiene el diploma que le entregaron por esa acción.

Al verse golpeado, solo y afuera de la heladería que pretendía robar, el asaltante intentó huir. “Por suerte lo pude sujetar y reducirlo. Los vecinos y mis compañeros ayudaron mucho”, aclara, con humildad, el agente. Luego agrega que antes de antes de actuar en estos casos, el cuerpo siente un combo de sensaciones. “Hay nervios y adrenalina. Y en la cabeza tenemos el pensamiento de que hay que ayudar; es mi caso y el de varios compañeros. Sabemos que en ese momento, alguien necesita de nosotros. Ya había vivido episodios similares. Soy motorista y tenemos mucho accionar en nuestro puesto. Somos una fuerza que trata de llegar a tiempo y dar soluciones siempre”.

Cuando los servicios de emergencia llegaron al lugar tras el asalto, vieron que tanto el policía como el asaltante estaban heridos. Una hora después, mientras esperaba novedades de su marido en el hospital Padilla, Noelia Vanesa Guerra exclamó: “Yo sabía que algún día podía pasarle esto. Él ama su profesión y es policía por vocación”.

Esto desencadena otra sensación en el agente, toca una fibra íntima: “Me pongo nervioso sabiendo que mi familia siente eso, a veces me angustia. Pero es lo que he elegido y trato de hacer siempre lo mejor”.

Trabajo en equipo

“Lo más importante es que estábamos tranquilos y seguros de lo que íbamos a hacer. En esos momentos uno no piensa que las cosas van a salir mal, se piensa en positivo para no bloquearnos. Y supimos revolver el peligro en conjunto”, relata el agente Miguel Ruiz, otro de los homenajeados. Él y tres compañeros redujeron el lunes a un hombre que había tomado como rehén a una mujer en una popular confitería de Concepción, y habría prometido matarla si veía a un policía.

“Llevo 12 años de servicio y uno se va a acostumbrando a situaciones que se ven en la calle. En esos momentos uno piensa que la víctima puede ser un familiar, algún conocido. Soy una persona fría, no siento tanto miedo o nervios. Actúo y a lo mejor después caigo realmente”, comenta el agente Marcos Astrada, encargado de arrojar al suelo al agresor y reducirlo.

En Marcos Tapia se relegó la tarea de dejar afuera de combate al captor, colocándole las esposas. “A veces uno cumple funciones, las hace bien y que se reconozca es lindo. Muchas veces la institución es criticada, y esto nos da fuerzas para seguir mejorando, capacitándonos para dar un mejor servicio a la comunidad”, sostiene. Algo similar agrega el oficial Osvaldo Palomares, el primero en llegar al agresor: “Este reconocimiento es algo que nos impulsa a ayudar más a las personas, a protegerlas”.

Ruiz, en tanto, dice que siente tanto orgullo como hace un año, cuando le salvó la vida a una niña de cuatro años: “Anabelle. Su papá me la entregó en brazos y ya no tenía signos vitales. Tenía un paro cardiorespiratorio, le hice reanimación y volvió en sí. Fue un gran orgullo, porque uno nunca sabe lo que nos puede pasar en la calle, día a día”.
 

Fuente: http://www.lagaceta.com.ar/nota/740563/actualidad/cinco-policias-fueron-homenajeados-intervencion-dos-casos-resonantes.html