Ocupar el tiempo, aprender un oficio y buscar una salida laboral en la cárcel

Lunes 13 de Noviembre de 2017, 06:40

TAREAS. Los internos trabajan en los espacios de mimbrería.



Julio Alberto Aguilal se despierta a las 6.30 y a las 7 responde presente ante el control de seguridad del pabellón. Luego, cuando el reloj marca las 8, se reúne con sus compañeros en el taller de herrería y comienza a trabajar. “Esto es una rehabilitación. Venís acá, te despabilás y salís del mundo este, de aquí adentro (por el pabellón). Esto es una capacitación. Allá es otra cosa (por el pabellón); aquí te despejas. Aquí no te sentís encerrado, estás trabajando”, resalta.

Cuando ingresó al penal de Villa Urquiza, el hombre de 40 años supo desde el primer instante qué elegir: trabajar en el taller para “aprender cómo soldar y otros tipos de habilidades del oficio”. “Esto me servirá para el día de mañana, cuando salga de aquí. Primero trabajé con las cuchetas, después hicimos bancos, mesas... Ahora estamos haciendo portones para la parte de afuera (del penal)”, destaca Aguilal, a quien le resta un año y medio de cumplimiento de pena. Asegura que trabajará en talleres desde el primer instante de libertad.

Por su trabajo, Julio Aguilal percibe $ 1.500 mensuales, que figuran en una boleta, según asegura. Esta relación laboral se encuadra en el programa que reimpulsó el Departamento de Producción de Institutos Penales de la provincia. En la actualidad, alrededor de 300 de 700 internos con penas de Villa Urquiza adhirieren a los más de 15 espacios de aprendizaje artístico (no tienen ingresos), deportes y de mano de obra, como herrería y cini carpintería, entre otras áreas, que se han puesto en marcha en el último año y medio. Los ingresos mensuales van desde los $ 1.500 a $ 3.000, según la labor.

Al interno se le paga por la mano de obra y se lo capacita, explican las autoridades del organismo. “El objetivo es brindar laborterapia, ya que no es lo mismo estar encerrado y sin hacer algo, que estar trabajando. Esto les permitirá la reinserción en el mercado laboral. Nuestra finalidad es armar la mayor cantidad de talleres posibles”, dice Carlos Arnau, interventor del Departamento de Producción.

“No se trata de hacer por hacer, de que el interno trabaje para que haga algo adentro. Esto es enseñar una metodología y transmitir un proceso. Para encarar la elaboración de un producto se debe saber qué necesita el mercado y, a partir de ahí, se determina qué materia prima se requiere. A su vez, a los internos se les enseña el valor agregado del producto, el toque diferente que se le quiere dar al producto acá”, detalló Pablo Boquete, gerente comercial de la repartición.

El programa nació en los años 70, pero en los últimos tiempos había sido olvidado por los gobiernos provinciales. Hace 18 meses volvió a tomar impulso y hoy se desarrollan varios cursos en el marco de esa programación: de granja, huerta, colchonería, panadería, herrería, carpintería, mimbrería, cocina, taller mecánico y de chapa y pintura (se arreglan vehículos oficiales), entre otras actividades.

Sin embargo, no todos los internos pueden acceder a los cursos. “El que no tuvo juicio y no recibió condena no puede participar. Pero sí el que ya fue juzgado y tiene una sentencia. El juez es el que nos exige que generemos una laborterapia para un interno. En ese momento, evaluamos los talleres disponibles o que pueden crearse para tal persona”, explica Boquete.
 


Fuente: http://www.lagaceta.com.ar/nota/751574/actualidad/trabajan-para-sentirse-libres-detras-rejas.html