El delegado comunal que le había negado una casa consiguió terreno y vivienda en tiempo récord para Dorila

Martes 17 de Julio de 2018, 09:02

ATENDIDA. Dorila rodeada por trabajadoras sociales, mientras Cristian observa la escena desde su sillita. La Gaceta / Foto de José Nuno.



Después de tanto frío, el sol ha salido para Dorila. De sentirse una mujer invisible, “ninguneada”, hoy se siente contenida, mimada, rodeada de profesionales de las distintas áreas del Estado que se acercan, para ayudarla, al asentamiento de El Manantial, donde vive.

En tiempo récord, el delegado comunal, Juan Carlos Bernard, consiguió un terreno para Dorila Josefa Gómez - aun frente a la adversidad de que ya no quedan tierras fiscales en esa jurisdicción. Del domingo para el lunes, el funcionario encontró un lugar para la familia en el barrio El Portal II.

“Esta mañana (por el lunes) empezamos a hacer el piso para instalar una casita prefabricada con dos habitaciones para sacarla del apuro a la señora. Inmediatamente después le construiremos la vivienda de material”, promete Bernard, tras la publicación del caso.

Dorila vive desde hace un año y seis meses en tierras usurpadas junto a otras familias, en un predio de la Gobernador del Campo y Santiago. En El Manantial hay varios terrenos en la misma situación. “U
no de ellos está en Cristo Rey al 800, y ya está expropiado, otro está en proceso, y tenemos varias demandas por usurpación”, explica. Esa era la razón por la que no pudo darle la casilla que le pedía Dorila, “porque no podemos poner una prefabricada en tierras que tienen dueño”, se justifica.

Dorila vivía con su esposo en una casa que pertenecía a su familia política. Cuando su marido fue enviado a la cárcel ella tuvo que dejar la vivienda y se instaló en el asentamiento. Con palos y hierros viejos fabricó un refugio con plásticos de piletas rotas, donde vive hasta hoy con sus tres hijos: Manuel, Cristian y Noelia, de seis, cinco y tres años.

El lunes, frente a su “casita” de lona se arremolinaban trabajadoras sociales de la Secretaría de Desarrollo Social, agentes sanitarios del CAPS El Manantial y varias personas que habían ido a acercarle donaciones. “Me dieron un colchón, un señor me regaló una cocina, me trajeron ropita para los chicos y mercadería”, cuenta sin dejar de sonreír. “La gente es muy buena...”, le brillan los ojos. Cristian “El Mocho”, parece contagiado por la felicidad de su madre. Hace morisquetas y ríe con sus dientes de ratón. Se pelea con su hermano mayor por una silla pequeña que le acaban de regalar.

“Los chicos están bien porque la mamá no dejó de llevar a sus hijos al CAPS. Solamente al mayor le falta la vacuna de los cinco años. Así que mañana (por este martes) la esperamos en el CAPS para vacunar a los dos varones”, dice el supervisor de agentes sanitarios del área operativa sudoeste, Sergio Flores. Y todavía hay mejores noticias para Dorila: “aunque la entrega de leche por parte del programa se suspende cuando los niños llegan a los dos años, vamos a continuar proveyendo de leche a la hija de tres años de la señora”, anuncia Flores.

Reparando vínculos

Como en todas las historias de pobreza extrema, la falta de recursos no es el único drama que padecen. Casi siempre están atravesadas por vínculos familiares destrozados, hechos de violencia, enfermedades, problemas de adicciones o perversiones, entre otros.

Es por eso que la Secretaría de Niñez, Adolescencia y Familia decidió intervenir con su equipo interdisciplinario. Su titular, Sandra Tirado, explicó que se acompañará a Dorila a regularizar su situación frente a la Anses para que vuelva a cobrar la Asignación Universal por Hijo. “Además, vamos a investigar si hubo negligencia en el cuidado de los niños. Vamos a hablar con la madre de Dorila para ver cómo están los vínculos. Cuando tengamos todos esos datos evaluaremos si corresponde tomar una medida de protección o de excepción”.

Socorrer con recursos materiales suele ser la parte más fácil de resolver para el Estado. Lo más difícil es recomponer los vínculos. Pero a Cristian eso lo tiene sin cuidado. Ya sin la venda sucia sobre su ojo, hace un guiño y arruga la nariz. Pronto irá al jardín de infantes y, para entonces, su casa debe ser un hogar de verdad. Con derechos incluidos.
 

Fuente: https://www.lagaceta.com.ar/nota/777671/actualidad/dorila-tendra-casa-propia-leche-para-hija-ayuda-estado.html