¿El político argentino con mejor imagen será candidato a Presidente?

Sábado 15 de Diciembre de 2018, 15:12





¿Puede Roberto Lavagna ser un candidato presidencial competitivo?

Por Sergio Berensztein

Roberto Lavagna es uno de los pocos políticos activos que tiene una formación sólida y experiencia probada en economía.

Más aún, es el último ministro de Economía que ha tenido resultados efectivamente positivos. Asumió en el 2002, en medio de la gran crisis, en reemplazo de Jorge Remes Lenicov, quien comenzó al frente de Economía en la gestión de Eduardo Duhalde. Remes quedó rápidamente desgastado pues tuvo la responsabilidad de tomar decisiones muy extremas en la salida de la convertibilidad. Lavagna tomó el control de una situación complejísima con pulso firme, con la colaboración que desde el Banco Central le daba Alfonso Prat Gay. La economía empezó a recuperarse a mediados del 2002. Durante su gestión, primero con Duhalde y luego con Néstor Kirchner, la inflación acumulada entre abril de 2002 y octubre de 2005 fue del 40,5%; (bastante menos de la que ya tuvimos en 2018); Argentina creció a un ritmo extraordinario, por el rebote luego de la crisis y la mejora en los precios de los commodities, en particular gracias el boom del complejo sojero. Pero, ciertamente, ningún ministro de Economía luego de Lavagna puede exhibir un récord similar.

Esta combinación de Lavagna entre político y economista lo vuelve indudablemente un candidato potencialmente interesante. Además, Lavagna es una persona que llegaría al poder con una edad tal (77 años) para presentarse en principio como un candidato de una sola gestión, casi “de transición”. Lavagna es a la Argentina, en algún sentido, lo que el expresidente Joe Biden es a Estados Unidos, que por su edad se ve como una suerte de presidente ideal para, si ganase las elecciones en el 2020, dar tiempo a la maduración de potenciales candidatos jóvenes con interesantes cualidades, pero escaso nivel de conocimiento nacional.

Al mismo tiempo, Lavagna cuenta con otros dos atributos: por un lado, puede intentar al menos recuperar el apoyo de los sectores medios (urbanos y rurales) que se han alejado del peronismo, en su versión kirchnerista e incluso en sus versiones más moderadas. Es el gran drama que tiene el kirchnerismo para ser competitivo, por ejemplo, en la Ciudad de Buenos Aires; en alguna medida en Santa Fe, donde el peronismo perdió mucho terreno; en varios distritos del Gran Buenos Aires, sobre todo en la 1er sección electoral (la franja norte); y sobre todo en Córdoba, donde curiosamente gobierna el peronismo a nivel provincial, pero predominan otros candidatos en elecciones presidenciales.

La ciudad de Córdoba es, todavía, un clásico bastión radical y Cambiemos ha sido muy fuerte en esa provincia. Esto viene a cuenta porque Lavagna, cuando fue candidato presidencial en el 2007, hizo una excelente elección en Córdoba obteniendo el 35% de los votos y ganándole a Cristina Fernández de Kirchner (24%) y a Lilita Carrió (19%). En ese entonces, iba apoyado por el radicalismo y por un segmento crítico del peronismo que ya estaba alejado del Frente para la Victoria, incluso antes del conflicto con el campo. Esa capacidad de Lavagna de convertirse en un candidato potencialmente atractivo para los sectores medios lo vuelve bastante único en el firmamento de un justicialismo que tiene muchos candidatos, pero ninguno, por lo menos hasta ahora, con esa ventaja relativa. Quizás podría serlo Urtubey por sus características, su “physique du rôle”, pero todavía le falta penetrar ese gran mundo que es muy complejo. O Massa, si logra revertir la dinámica que lo sacó de los primeros planos en las últimas dos elecciones.

En términos de imagen, según los últimos datos de las encuestas que hacemos junto a D´Alessio-Irol, Lavagna surge como la figura con mejor imagen, con una diferencia entre imagen negativa y positiva de 20 puntos porcentuales, convirtiéndolo en el único político argentino que tiene hoy esos atributos. (Datos pertenecientes a la medición de octubre realizada en forma online a 1.531 encuestados mayores de 18 años de todo el país)

Estar lejos de la gestión, del desgaste del día de día, de la polémica, lo ha resguardado a Lavagna y esto no pasa desapercibido para políticos pragmáticos y sobre todo para el sindicalismo, que lo ven como una atractiva opción. Pero ¿cuál es el problema que tiene Lavagna? Hay que monitorear cómo se desempeña en la campaña, que será muy intensa, sobre todo con un oficialismo que, desde el punto de vista de la comunicación estrictamente electoral, de la capacidad de hacer campaña con métodos más modernos, más aggiornados, con el uso intensivo de las redes sociales, con focalización de mensajes con una estrategia de segmentación del electoral, lleva enorme ventaja a la oposición, al margen del potencial que pueda tener un candidato interesante como Roberto Lavagna.

Otra cuestión importante es el hecho de que también Lavagna tendrá que resolver lo que hará con el kirchnerismo, si existiera algún tipo de articulación: ¿cómo mantener su buena imagen y eventualmente llevar en su lista figuras desacreditadas como Máximo Kirchner, por ejemplo, como candidato a diputado por la Provincia de Buenos Aires?

Aún cuando surgiese de una primaria, habrá explicaciones que tendrá que dar, que no son sencillas, para un sector de la sociedad que tiene mucho miedo de que regrese el estilo populista autoritario de CFK.

Desde el punto de vista reputacional, para conseguir el apoyo de sectores moderados, hay todo un capítulo que debe ser desentrañado si Lavagna confirma su vocación de competir, lo cual aún no ha hecho. Si bien tiene, según las mediciones, una ventaja relativa respecto del resto de los demás candidatos, tampoco tiene el camino totalmente despejado.

Sin embargo, en el peronismo existe la plena conciencia de las limitaciones, de las dificultades que tienen los candidatos existentes y en alguna medida, estas dos reuniones ratifican este esfuerzo del peronismo por tratar de ser competitivo electoralmente. En este sentido, llama sin duda la atención la ausencia del Partido Justicialista en este debate. En efecto, el presidente del PJ, Gioja, no está participando en este proceso.

El PJ es el gran ausente de la estrategia electoral que los propios peronistas están tratando de llevar adelante para ser una opción electoral exitosa en el 2019.

Lo cual en sí mismo constituye una foto interesante y preocupante a la vez del fracaso, la decadencia, el desgaste de las fuerzas partidarias en la Argentina. Estamos, entonces, frente a un capítulo que trata la rearticulación del peronismo, con las ventajas y desventajas, con las fortalezas y las debilidades que todas las fuerzas políticas tienen, pero que, en el caso del peronismo, presentan una dinámica muy singular por la larga y constante fragmentación que ha sufrido.

Desde el comienzo de la década del 90 con el “grupo de los ocho” en reacción a Menem y luego con otros conflictos que lo fueron desgajando, la famosa Lista 2, que al principio de la transición representaba una marca muy competitiva, ha quedado ahora desgastada. Y sigue siendo una cuestión de personas o de actores, de sindicatos, o de líderes en particular los que terminan protagonizando este proceso tan singular.

¿Podrá Lavagna encabezar un frente electoral amplio y diverso, con el peronismo moderado como eje, pero con otras expresiones como el socialismo de Santa Fe, el GEN, los radicales críticos de Ricardo Alfonsín y varios partidos provinciales? Este enigma se dilucidará en los próximos meses, pero puede ser una de las variables clave para desentrañar las características de un proceso electoral que aún luce sumamente incierto.



Fuente: https://tn.com.ar/opinion/puede-roberto-lavagna-ser-un-candidato-presidencial-competitivo_918729