Salió el sol: Mauricio, el golondrina tucumano que luchó y consiguió trabajo

Martes 22 de Enero de 2019, 18:00

Tiene 31 años y quedó, junto a decenas de trabajadores tucumanos, a la deriva en Río Negro, sin plata ni comida. Durmió a la intemperie y la UATRE le cerró las puertas, pero no se dio por vencido. Qué hizo por él y por sus compañeros.



Las peras frescas y jugosas que llegan a las mesas, las manzanas dulces y sabrosas que comemos, las frutas que durante los veranos tienen su propia historia, su propia hoja de ruta. Es la que une a Río Negro con Tucumán, a Allen con Lules, al sur con el norte, más de 1.500 kilómetros. Esas frutas que llegarán a nuestras manos empiezan en las manos de Mauricio que las arrancará cuando estén bien maduras, desde mañana mismo, luego de noches a la deriva, durmiendo alrededor de la terminal de ómnibus de Cipolletti, junto a decenas de golondrinas tucumanos, trabajadores que quedaron a la deriva: "Nos subieron a un colectivo con la certeza de que teníamos trabajo y no era así. Quedamos varados, sólo con el apoyo de los vecinos que nos dieron frazadas y comida estas noches. Pero después nadie más nos atendió. Y eso no se hace con la gente".

El problema de raíz, explica Mauricio junto a los los trabajadores que empezaron a emigrar de Lules, Alberdi, La Cocha y también de pueblos más pequeños del sur tucumano, apunta a la UATRE, la Unión Argentina de Trabajadores Rurales y Estibadores que es el sindicato que agrupa a los trabajadores de actividades rurales en la Argentina. A raíz de la nota publicada por eltucumano.com, familiares y golondrinas que trabajaron en otros años de cosecha, sostuvieron básicamente lo que resume Mauricio: "Nos dejaron tirados". Muchos de esos trabajadores, ante la falta concreta de trabajo y el cartel colgado de chacras y empresas, llamaron a sus familiares y no les quedó otra opción que volver a Tucumán con las manos vacías. Mauricio se quedó y llamó a su familia para comunicarlo: "Mi señora estaba preocupada como cualquiera lo haría en esta situación. Tenemos dos chicos y me dijo: ’Volvé, por favor’. Yo intenté llevarle tranquilidad: ’Todo está bien, hay que aguantar. Voy a conseguir trabajo. Quedate tranquila’. Y salí a patear la calle".

Mauricio tiene 31 años y nació en Laferrere, provincia de Buenos Aires. Sus padres viajaban seguido a Tucumán y él se entusiasmó con la idea: "Armé el bolso y me instalé la primera semana en Tafí Viejo. Ahí conocí a quien luego sería mi señora. Y luego tuvimos dos hijos: Brisas y Miqueas, de cinco y seis años". Miqueas es un nombre bíblico y fue justamente un profeta campesino. Mauricio es evangelista y, movido por su fe y necesidad de conseguir trabajo, ya había viajado a San Juan a cosechar uvas. Había ido y había vuelto a Tucumán para trabajar como herrero: "Pero las lluvias no ayudaban y el trabajo faltaba. Así fue que me enteré de la posibilidad de ir a Río Negro con mi amigo Ariel y nos vinimos al sur".

Ariel es el amigo de Mauricio desde hace ocho años. Cuando les dijeron que el trabajo en Río Negro no existía, juntos caminaron en busca de otra oportunidad: "Habíamos quedado en la calle y no podíamos quedarnos de brazos cruzados. Nos empezamos a mover, a llamar, mandar mensajes, preguntar, buscar contactos, algo, alguien que nos abriera alguna puerta. El problema es que el fin de semana, cuando la noticia se dio a conocer, todo estaba cerrado, todos estaban de descanso. Hasta que me sonó el teléfono".

Mauricio, Ariel y el resto de los tucumanos habían fijado un trato: "Muchachos, si piden a dos, a tres, vamos tomando esos trabajos. Es difícil que alguna empresa o chacra nos tome a todos juntos, ¿de acuerdo?" Mauricio y Ariel salieron a la ruta y caminaron kilómetros y kilómetros cuando en una chacra les dijeron que sí, que efectivamente necesitaban dos muchachos para trabajar a partir del martes. "Nos dijeron que hoy lunes iban a venir a buscarnos. Al principio teníamos la duda, pero como nos pidieron el número de teléfono para llamarnos y nos dejaron dormir en otra chacra, esperábamos con fe el día de hoy".

La alegría de dos amigos que habían salido juntos de Lules, que habían pasado hambre, que habían sido echados por los guardias de la terminal de ómnibus, que habían dormido a la deriva en el parque desde que llegaron, esa alegría la conocieron cuando vieron llegar a dos hombres en moto, cada uno se subió a cada moto, se despidieron del resto de los compañeros que no habían conseguido trabajo, y así llegaron a Allen, un pueblo de 27 mil habitantes en el Alto Valle del Río Negro, en el departamento de General Roca que tiene la particularidad de ser la capital nacional de la pera y que recibió su nombre por Henry Allen, un ferroviario inglés que llegó al sur argentino a fines de 1800. Y de repente, Mauricio y todo lo vivido ahí.

"Aquí estamos ya instalados. Mañana a las 8 empezamos a trabajar. Son dos turnos de cuatro horas. De 8 a 12 y de 15 a 19. Con Ariel compartimos la pieza y tenemos una cocina comedor. Ya estuvimos charlando con los muchachos que empezaron a trabajar este lunes. Primero la pera y después la manzana", explica Mauricio, quien antes de este llamado había recibido otro y es el que terminó de alegrarle el día: "Yo había dejado mi teléfono en otras chacras. Y me llamaron porque necesitaban más gente. Les dije que yo ya había conseguido junto a mi amigo, pero había compañeros tucumanos que no. Los llamaron y también consiguieron trabajo, recién me lo contaron", se emociona Mauricio, quien después de todo lo pasado, reconoce que está más tranquilo, que las cosas se van acomodando, y que mañana desde bien temprano ya estará con los guantes puestos, trabajando junto a su amigo Ariel, dando otro paso en la ruta de la fruta que pronto llegará aquí, a Tucumán, a los mercados, a las verdulerías, a las calles y al grito en carro por megáfono también: "¡Fresca y jugosa la pera! ¡Dulce y sabrosa la manzana! Lleve, doña. Lleve, don. ¿Qué le doy?"



Fuente: http://www.eltucumano.com/noticia/actualidad/253441/salio-sol-mauricio-golondrina-tucumano-lucho-consiguio-trabajo