El arrollador fenómeno del presidente de Portugal se estudia en la Universidad

Sábado 16 de Febrero de 2019, 21:20

Marcelo Rebelo de Sousa consuela a una víctima de los incendios. /Foto Nuno André Ferreira / Lusa



Hace tres años llegó andando hasta el Parlamento para ser investido presidente de Portugal. Había ganado las elecciones con el 52% de los votos, un gasto de 157.000 euros en la campaña electoral (tres veces menos que la candidata del Bloco de Esquerda) y la colaboración de solo siete personas. Marcelo Rebelo de Sousa, de 71 años, rompió en 2016 todos los moldes de las campañas políticas y ahora su caso se estudia en la universidad.

Después de este tiempo, su actividad frenética no va en detrimento de los estudios de opinión. El 71% de la población tiene una imagen positiva de él y el siguiente político está a más de 20 puntos. Los que le ven con malos ojos no llegan al 7%.

La profesora de la Facultad de Letras de la Universidade do Porto Sandra Sá Couto ha estudiado el fenómeno en su tesis doctoral El presidente-celebridad. Como periodista, Sá Couto ha cubierto las campañas electorales desde 2001, pero solo en la de Rebelo de Sousa vio que había algo distinto.

El entonces candidato, católico por encima de todo y militante del Partido Social Demócrata, renunció a la maquinaria partidista, a las banderolas, a los mítines, a los himnos y a las pancartas. Por el contrario, salía a la calle y empezaba a hablar con la gente y a abrazarla. Se convirtió en el candidato de los afectos y después en el presidente de los afectos. “A veces, las personas solo necesitan consuelo, un abrazo, que las escuchen. Ya entienden que no les voy a solucionar sus problemas”, comentaba entonces en campaña.

Su hiperactividad no ha menguado con los años, mientras han ido cayendo, desfondados, algunos miembros del servicio presidencial. Viajes infinitos, fuera y dentro del país, recepciones, discursos, visitas, sin distinguir entre días laborables o festivos. Si entre semana llega con el coche presidencial, el sábado conduce el suyo para ir al funeral de una amiga y sentarse, discretamente, en la última fila de la iglesia.

La tesis de la profesora es que Rebelo de Sousa percibió antes que nadie que los nuevos políticos tenían que ser así, cercanos a la gente, pero sinceramente cercanos. El presidente de Portugal ha pasado las navidades acudiendo a comedores populares, durmiendo en casas de víctimas de incendios y echando una mano allí donde se necesitaba.

Según un sondeo publicado por el semanario Expresso a los dos años de mandato, el 52% de los portugueses deseaba hacerse una fotografía con Rebelo de Sousa. Un 3,3% ya tenía un selfi con él, una cifra que se traduce en 330.000 selfis.

Fuente: https://elpais.com/internacional/2019/01/31/mundo_global/1548958150_864588.html