La mujer continuó con su dramático relato en estos términos: “Desde entonces todo cambió, pasó los límites y me volvió a atacar sexualmente. Tuve que luchar, tuve que defenderme de mi propio hijo para no ser violada nuevamente. Cómo quieren que no lo denuncie, cómo puedo vivir junto a una persona que en un momento deja de ser mi hijo para convertirse en un monstruo irreconocible”.
La víctima de este drama señala que en la Ciudad Judicial “dejé mi vida” y en las comisarías “mi honor y mi vergüenza”. Dijo que apenas se asoma por esas dependencias “siento que me violan una y otra vez”.
Contó que pidió a los médicos dictaminen la insanía de su hijo para internarlo en algún lugar privado. “En la calle es peligroso, me atacó a mí que soy su madre, que soy la que lo cuida y si se quiere la única que lo ama, porque aún en su locura nunca dejó de ser mi hijo”, afirmó con llanto inevitable.
Patrica Ortega aseguró que ya nadie la ayuda, que la droga destruyó a su hijo y de a poco su familia. Denunció que todo el programa de ayuda a los adictos es inexistente y para ellos solo hay clonazepam, a la que definió irónicamente como “la droga mágica”.“No hay lugares para internación y menos para tratamiento alguno”. Dijo llorando que en el hospital Miguel Ragone lo internaron por expreso pedido de una jueza, pero que solo permaneció allí por espacio de dos semanas y que las drogas que le aplicaron lo dejaron paralizado. Patricia aseguró que su hijo era un chico hermoso, pero que su padre lo inició en la droga cuando tenía 8 años. “Imagínense que desde entonces lucho por él, viví por él, me amanecí buscándolo y no dormí noches enteras buscando una mano, un médico, un milagro. Hoy me di cuenta que nadie se hace cargo de los adictos, de las familias destruidas, de los desmanes que provocan”, expresó con angustia.
Resignada afirmó: “No puedo hacer nada por él. Me venció y lo denuncié y terminé enviándolo a la cárcel para ver si él se libera y me deja morir aquí, en este infierno en el que me encuentro sola”.