Sábado 23 de Marzo de 2019, 12:11
Su fama trasciende fronteras. Es uno de los pueblos más espectaculares del mundo para vivir, y también para visitar.
Huacachina, en Perú, con apenas unos 100 habitantes, es un oasis en medio del desierto de Ica.
La Huacachina conquista a los viajeros porque es ideal para practicar sandboard y pasear en carros tubulares a través de las dunas.
Además, por su laguna de aguas verdes (a la que se le atribuyen propiedades curativas), rodeada de palmeras datileras y huarangos. En el poblado hay hoteles con piscina, restaurantes y bares para gozar de día y de noche.
La laguna de Huacachina es un oasis ubicado a cinco kilómetros al oeste de la ciudad peruana de Ica, en medio del desierto costero del Pacífico.
De aguas color verde, surgió debido al afloramiento de corrientes subterráneas y alrededor de ella hay una abundante vegetación compuesta de palmeras, eucaliptos (especies introducidas) y la especie de algarrobo conocida como huarango, la que sirve para el descanso de las aves migratorias que pasan por esta región. Todo ello contribuye a hacer de Huacachina uno de los lugares más vistosos y bellos de la costa peruana.
Su gran atractivo como paraíso natural, el cálido clima imperante todo el año y el poder curativo atribuido a sus aguas (antaño, ricas en sustancias sulfurosas y salinas) hicieron que Huacachina se convirtiera, alrededor de 1960, en uno de los más importantes y exclusivos balnearios peruanos de entonces.
Se construyeron casas y hoteles, se levantó un hermoso malecón alrededor de la laguna, con barandas, alamedas y vestidores para bañistas. Incluso se asfaltó el camino que une a la laguna con la ciudad de Ica, al que se sembró de ficus, acacias y huarangos.
Aunque el paso del tiempo se hace notar, el balneario todavía mantiene bastante de la prestancia de sus mejores épocas.
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