Este 24 de abril concluye la condena que un juez dictó a
por haber asesinado a sus tres hijos.
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El filicidio ocurrió durante la madrugada dentro de una casa en una colonia de clase media en la ciudad de Querétaro. Los peritos indicaron que fueron al menos 3 horas las que duró el ataque contra los menores.
Los peritos encontraron dos cuerpos más en la vivienda, el de Claudia, la hija mayor de 11 años y el de MarÃa Belén de 9.
A
MarÃa Belén la encontraron en su habitación apuñalada en numerosas ocasiones, al lado, su madre estaba dormida con sangre en la ropa y con un cuchillo junto a ella.
Al llegar los policÃas la despertaron y la enviaron al hospital por estado de shock que presentaba. En el hospital, después de horas cuando despertó, agentes ministeriales empezaron a preguntarle qué habÃa pasado. Ella solo decÃa que tenÃa que ir por sus hijos a la escuela, que la dejaran ir.
Mientras tanto, las autoridades retuvieron a
Alfredo Castaños creyéndolo responsable de los hechos en un principio. Declaró lo que él sabÃa. Los habÃa llevado un dÃa antes en la noche después de la kermés a la casa de su madre,
Claudia Mijangos.
Cuando los dejó discutió con ella una vez más, era cosa habitual desde hace mucho tiempo, él le dijo que volvieran, que podÃan arreglar las cosas pero ella una vez más lo rechazó. Eso fue todo lo que sabÃa de aquellas horas en las que sucedió el terrible multihomicidio.
Castaños sabÃa más, pero no lo relacionó. SabÃa que una de las causas por la que se estaban divorciando era porque
Claudia se habÃa enamorado de otro hombre.
Claudia, que estudió administración y fue reina de belleza en su natal Sinaloa, se habÃa mudado con
Alfredo unos años atrás a Querétaro. Montó una exclusiva tienda de ropa de mujer en el centro de la ciudad con la onerosa herencia que habÃa recibido debido a la muerte de sus padres, y metió a sus hijos a una escuela católica, el Colegio Fray Luis de León en donde hasta la fecha imparten las clases padres de la orden de los Agustinos Recoletos.
Toda era perfecto. Con una familia bonita, estabilidad económica y sus hijos creciendo parecÃa que la vida le sonreÃa, por eso querÃa regresar a la comunidad, algo, de lo bueno que ella tenÃa.
Mijangos se acercó a la escuela de sus hijos y se ofreció a dar las clases de ética y catecismo a los alumnos, ahà conoció al padre Ramón.
El padre Ramón era un "tipazo", asà lo definÃan, además de joven y amable era muy guapo. Con sus ojos azules y su 1.90 m de altura ella se enamoró.
Claudia cada vez se alejaba más de su esposo y era habitual encontrarla en la escuela, en las clases de catesismo. Al padre
Ramón tampoco le era indiferente y comenzaron un romance. O al menos eso apuntan versiones, porque la escuela jamás dijo nada al respecto, pero tampoco lo negó, únicamente la arquidiócesis de Querétaro tramitó el cambio del
padre Ramón después de los asesinatos.
De esta relación prohibida sabÃa el director de la escuela, el padre Rigoberto, tanto asà que habló del tema con el mismo padre Ramón y con el esposo de Claudia. El padre Rigoberto le recomendó a Alfredo que él fuera quien se quedará con la custodia de los niños, no su madre.
Al parecer después de estás advertencias o platicas que tuvo el padre Ramón con el director de la escuela, él ya no quiso continuar con el idilio que mantenÃa con Mijangos. También le pesaba demasiado la traición a los votos que habÃa hecho cuando se ordenó sacerdote.
Por toda esta complicación el padre Ramón decidió terminar con la relación. Claudia no lo tomó nada bien. Lo buscaba, lo seguÃa, dirÃa años más tarde el padre Rigoberto.
Claudia entonces empezó a hablar de que escuchaba voces, que eran ángeles que le decÃan que tenÃan que estar juntos. Ella nunca perdió la esperanza de estar con el padre Ramón.
Según dicen los peritos, este evento fue tan fuerte para ella que detonó los problemas de salud mental que venÃa arrastrando. Su amiga Adriana, cuenta que con sus hijos siempre fue cariñosa, que con la gente muy amable, pero unos meses antes mostraba actitudes extrañas, pero nunca violentas.
Sin embargo, el terapeuta de pareja al que habÃan estado acudiendo Claudia y Alfredo, en un intento desesperado, de él, de recuperar su matrimonio, contó que sà habÃa advertido conductas violentas en Mijangos, pero nunca pensó que escalaran tanto, pues eran durante la terapia en donde los dos discutÃan y se levantaban la voz.
El terapeuta les recomendó que se divorciaran por lo dañada que estaba ya su relación. El mayor episodio de violencia que habÃa ocurrido hasta entonces, por parte de Claudia, fue la vez que, a media noche, sacó a Alfredo al patio de la casa y lo dejó ahà en calzones por horas.
Claudia Mijangos buscó entonces desesperadamente la anulación de su matrimonio, pero no habÃa argumentos suficientes y esto la frustró. Ella seguÃa muy enamorada del padre Ramón y no entendÃa por qué no podÃan estar juntos.
El 23 de abril cuando Alfredo regresó a sus hijos a la casa, Claudia y él tuvieron una discusión muy fuerte. Le dijo que sabÃa del romance que tenÃa con el padre y se lo reprochó, aún asÃ, él querÃa regresar con ella.
Ella no negó la aventura, en cambio, defendió el amor que tenÃa por el padre Ramón. Los gritos los escucharon los vecinos pero no intervinieron. Alfredo se retiró.
A la mañana siguiente, en el interior de la casa se presentaba una escena que parecÃa sacada de una pelÃcula de horror. El piso de la sala y las escaleras que iban hacia la planta alta estaban manchadas de sangre, al igual que el pasillo entre la recámara principal, la recámara del pequeño Alfredo, la recámara de las niñas y el baño.
Los investigadores afirman que por lo menos habÃa 10 litros de sangre distribuidos por la casa. La puerta de la alcoba estaba entreabierta y el cuadro que se ofrecÃa a los ojos era aterrador.
En la esquina de la recámara, sobre un sillón: dos cuchillos de cocina, uno de 40 centÃmetros y el otro de 33 centÃmetros, ambos con cachas de madera en color café, limpios. Un tercer cuchillo de 31 centÃmetros se halló en la recámara de las hermanas Claudia MarÃa y Ana Belén, caÃdo sobre la alfombra y lleno de sangre.
En la madrugada del 24 de abril, las voces al interior de la cabeza de exreina de belleza no paraban de hablarle, le dijeron que sus niños eran demonios que impedÃan que estuviera con el padre Ramón. Los mató.
Mijangos fue interrogada y no recordaba lo ocurrido, parecÃa desconocer el destino final de sus hijos. Según el interrogatorio, deliraba diciendo que sus hijos dormÃan y ella debÃa preparar el desayuno, luego cambiaba la angustia por tener que ir por ellos al colegio.
Tras las investigaciones se apreciaron los problemas psicológicos que presentaba, por lo que se determinó, tras algunos estudios, que en el momento de la tragedia Claudia Mijangos se encontraba en medio de un episodio psicótico.
Mijangos enfrentó su proceso en el penal de Querétaro y finalmente el 19 de septiembre del 1991 fue recluida en el anexo psiquiátrico del Centro Femenil de Readaptación Social de Tepepan, al sur de la Ciudad de México.
La casa de la
"Hiena de Querétaro", en donde ocurrieron los trágicos asesinatos, durante años fue el escenario de rituales satánicos hasta que tapiaron completamente la vivienda.
El juez le impuso la sentencia más alta que se puede dictar en este tipo de casos, 30 años. Mañana concluye su condena a la edad de 63. Probablemente se quede ahÃ, pues como dijo el presidente del Tribunal de Justicia de Querétaro, nadie ha ido a reclamar a Claudia Mijangos.