“A mí no me grita nadie”, dijo el peón de 72 años y mató a su patrón de 38 de un escopetazo

Martes 14 de Mayo de 2019, 16:35

El hecho ocurrió en la provincia de Buenos Aires en 2013.



"Le voy a pegar un tiro”. La amenaza del puestero Alberto Bonifacio Martínez, de 72 años, la escuchó sólo uno de los cinco transportistas que habían ido al campo a buscar la hacienda. Enseguida, el peón caminó 50 metros hasta su casa: tomó una escopeta doble caño –calibre 28– y volvió a la manga, donde estaban cargando el ganado de la firma de Marcos Jorge Pizarro Costa Paz (38), su patrón.

“Martínez, ¡vamos!”, intentó apaciguar la víctima, integrante de una tradicional familia de Buenos Aires que posee más de mil hectáreas de campo en Ayacucho y ni bien lanzó esas palabras recibió un disparo de perdigones en el cuello.

El asesinato ocurrió un 23 de enero de 2013 a las cuatro de la tarde en el establecimiento rural “El Micheo”, ubicado en el partido de Gonzales Chaves, cerca de Tres Arroyos, Buenos Aires. Al momento del hecho había siete testigos, que ya declararon ante el fiscal Gabriel Lopazzo.

Aquella tarde, Pizarro Costa Paz –quien vivía en Capital Federal– había ido a buscar la hacienda con cinco camiones, porque el contrato de arrendamiento del campo se vencía al día siguiente. Había trabajado tres años en el lugar.
 
Pero las cosas no fueron simples. El peón Martínez, que vivía solo en el mismo puesto desde hacía 30 años –su esposa tiene una casa en la vecina localidad de San Cayetano– discutió fuerte con Pizarro Costa Paz. Los camioneros escucharon la pelea a los gritos y también vieron los ademanes de ambos, pero no supieron precisar con exactitud lo que se dijeron ni cómo empezó la discusión.

El puestero sólo alcanzó a comentarle a uno de ellos que estaba “cansado” de que la víctima lo tratara de manera “despectiva”. Martínez, después de disparar, no dijo ni una palabra. Se dio vuelta y caminó hasta su casa. Allí dejó la escopeta arriba de una mesa y esperó a que llegara la Policía, ante la que se entregó sin resistirse.

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El detenido fue trasladado a la comisaría primera de Tres Arroyos y el jueves fue llevado a la UFI N° 6, en Hipólito Yrigoyen 175. Sin embargo, allí se negó a declarar, aunque quedó acusado formalmente de “homicidio ”, un delito que se castiga con una pena de 8 a 25 años de prisión.

Fuentes de la investigación dijeron a Clarín que se trata de un hombre “primitivo, que no sabe leer ni escribir”. El asesinato causó una gran conmoción en la zona, porque lo consideraban “un tipo tranquilo” y porque nunca había tenido antecedentes violentos.

Pizarro Costa Paz murió cuando lo trasladaba una ambulancia a un centro de salud de Juan E. Barra, un pueblo de apenas 250 habitantes. Ya había perdido mucha sangre. Su mujer, Josefina, está embarazada de casi nueve meses y a fin de enero está previsto que nazca su cuarto varón.

El hombre tenía un negocio familiar vinculado a la actividad agrícola–ganadera. Hace unos años con su familia habían vendido un campo en Azul y comprado otro en Ayacucho, aunque trabajaban también en otras zonas de la provincia de Buenos Aires. Según fuentes del caso, el consignatario de hacienda estaba en una sólida posición económica producto de esta actividad.

Sus restos fueron sepultados en el Cementerio de la Recoleta, después de una misa realizada pasado el mediodía en la Basílica de Nuestra Señora del Pilar. Su familia y allegados seguían sin comprender el inesperado desenlace.