La transformación de Naco, el ex Cadillacs que se crió entre diplomáticos y terminó preso

Domingo 23 de Junio de 2019, 18:23





"La alegría de estar triste": eso dice Ignacio Pardo Paso (55), mucho más conocido como Naco Goldfinger, que le pasa cada vez que escucha en la cárcel alguna de las canciones que grabó con Los Fabulosos Cadillacs. Formó parte de la fundación e inicios del grupo, entre 1986 y 1993.

"Me toca el corazón, es algo lindo volver a encontrarme con esos temas. Aunque me genera nostalgia; una sensación de pensar ’qué bueno fue haber estado ahí’, y la tristeza de no haber seguido con ellos. De enterarme estando preso de cosas como el show en el Madison Square Garden".


En los casi cuatro años que lleva detenido por un robo calificado y privación ilegítima de la libertad no quiso que le trajeran el saxo. El mismo saxo que está guardado en el mismo estuche, con las mismas calcomanías.

Naco nació en Buenos Aires pero hasta sus 18 años se la pasó de mudanza en mudanza. Como su papá era diplomático, vivió junto a sus tres hermanos en distintas ciudades del mundo: hizo la primaria en Bolivia y la secundaria en Alemania.

Ni bien cumplió la mayoría de edad volvió a Buenos Aires. Se instaló en lo de su abuelo y empezó a trabajar como encargado de un depósito de una marca de ropa y a estudiar saxo. A los seis meses de clases conoció a un amigo que les presentaría a otros dos amigos: Vicentico y Flavio Cianciarulo. Con ellos, o sea con Los Cadillacs, grabó canciones de los ocho primeros discos, como "Vasos Vacíos", "Yo te avisé", "Yo no me sentaría en tu mesa". Y subió a escenarios de Buenos Aires, DF y Los Ángeles, entre otras ciudades.

"La música representaba estar en un escenario con amigos"
, recuerda en un aula de la Unidad 30 de General Alvear, pegado a una de las ventanas que dan a un patio. Del otro lado, pasando el pasillo al que se sale por la puerta, un grupito de presos lo mira sin poder escucharlo, desde otra aula. Pero Naco sigue con su relato. "Sentía mucha onda, energías, arte. Era una vida hermosa: viajábamos mucho, nos pagaban bien, llegamos a vivir en Los Ángeles. Tal vez fui un poco romántico e iluso... cuando noté que las actitudes de grupo profesional superaban a las de grupo de amigos decidí irme. Me fui enemistado con la música y conmigo".     

La música había pasado a ser un trabajo y Goldfinger prefirió dedicarse a otra cosa. Solo tocaría Jazz, con su saxo y en su casa, o en reuniones de amigos. Después de tomarse un año sabático para pasear en moto por distintas ciudades de Estados Unidos, regresó a Buenos Aires y armó una importadora.

Como hablaba alemán a la perfección eligió traer productos de ese país. Duró tres años en el rubro. Después la vendió e invirtió en unas cabañas en Salta. En 2005 conoció el oficio que, durante un buen tiempo, le permitió darse algunos lujos, como vivir en barrios privados, viajar, moverse en autos importados: fundó una empresa de paseos de lanchas que, incluso, hasta hace muy poco lo ayudó a mantenerse económicamente en la cárcel.

"Me crié en una casa con valores claros. Pero siempre me gustó la calle, ir, venir. En el medio de todo eso me crucé con malas juntas, no supe decir que no y tomé decisiones irresponsables que me trajeron hasta acá. Pero soy el único responsable", dice, con un libro entre las manos.

De lunes a viernes, entre las 7 y las 17, Naco es el bibliotecario del sector de Educación de la Unidad.       

Naco Goldfinger fue trasladado a General Alvear tras el confuso hecho que lo involucró con el femicida Farré. (Guillermo Rodríguez Adami)
Naco Goldfinger fue trasladado a General Alvear tras el confuso hecho que lo involucró con el femicida Farré.


Esa "mala decisión", como la describe, ocurrió el 24 de agosto de 2015. Según su versión, semanas atrás el chofer de un remís que conoció en un viaje le había contado de un plan para robar a la contadora de "La Dorita", una parrilla de San Isidro. Naco dice que después de comentarle que estaba en un mal momento económico, el remisero le ofreció participar del robo, que finalmente fue de 80 mil pesos. Su rol habría sido aportar el auto que se utilizó en el hecho.

En febrero de 2014 había sido acusado de actuar como entregador en una serie de robos cometidos en el country San Isidro Labrador, donde vivía. Firmaría una probation y evitaría la prisión. Pero tras el robo a la contadora ingresó a la Unidad 46 de San Martín.   

Rápidamente lo ubicaron en un pabellón de trabajadores. En la carpintería de la cárcel construyó sillas y mesas que su papá sacaba, entregaba a domicilio y cobraba. Dice que con ese dinero, más la venta de algunas lanchas que ofrecía por Mercado Libre desde un celular que escondía en su celda, mantenía a su mujer, a sus hijos más chicos y ayudaba a las mayores, que están radicadas en Barcelona.

Además, se inscribió en la carrera de Sociología y tocaba las tumbadoras en un taller de música. En uno de esos días conocería al único compañero de pabellón (ya en la Unidad 48) con el que podría hablar de viajes, de empresas, de negocios, de inversiones, de joyas. Se cruzaron en un pasillo y ni bien se escucharon se reconocieron mutuamente como los únicos de la misma clase social. 

Solo los testigos sabían que Naco y el femicida Fernando Farré, condenado a perpetua por el crimen de su mujer, compartían celda. En diciembre pasado una noticia los unió y todo salió a la luz: decía que el ex Cadillacs habría ideado un plan para asesinar a Patricio Ferrari, el fiscal de San Isidro que lo había condenado a 8 años de prisión. Y que el testigo que había llamado a la fiscalía para denunciar todo era Farré.

Con las horas se difundirían más detalles, que aseguraban que a Ferrari lo llevarían al astillero de Pardo, donde lo atarían a dos bloques de cemento para luego arrojarlo al río, al estilo de las noticias de narcos mejicanos o colombianos.

Unos días antes, el 28 de noviembre, la DDI de San Isidro había allanado la casa de Abel Díaz Rodríguez (45), un ex detenido que compartió pabellón con los dos, y quien sería uno de los sicarios elegidos por Naco, junto a otros dos supuestos peruanos. Le encontraron armas cortas y largas, un chaleco antibalas de la Policía Federal, 500 gramos de cocaína, tres handies (uno con frecuencia policial) y una billetera en la que había un escudo de la Policía Bonaerense.  

Del otro lado del teléfono, pero desde la Unidad 48, Díaz Rodríguez marca el número de Clarín. Aclara que la noche anterior al allanamiento había robado a un narcotraficante. Que casi todo lo que le encontraron era una parte del botín. "Yo me hago cargo de lo que hice. Las cosas de la Policía eran porque mi modalidad era disfrazarme para robar a los transas. Me servía porque podía sacarles todo y no iban a hacer la denuncia. Pero no soy sicario ni me dedico a comercializar drogas", se defiende. Díaz Rodríguez había sido condenado en 2013 por un robo similar: vestido de falso policía asaltó al sobrino de Margarita Stolbizer, quien en 2014 sería procesado por venta de drogas.

A siete meses de la denuncia de Farré contra Naco y Díaz Rodríguez, la investigación quedó en una averiguación de ilícito. Ninguno de los dos fue citado a declarar, ni fue imputado. Uno continúa detenido por el robo a la contadora de la parrilla y el otro por lo que le encontraron en los allanamientos.

"Están vinculados pero no imputados. Fue todo muy absurdo: la fiscal Carolina Asprella, sin ningún elemento probatorio, agravó las condiciones de detención de Pardo Paso solo por lo que declaró un misógino como Farré", dice Juan Manuel Casolati, su abogado.

Sergio Doutres, el de Díaz Rodríguez, opina algo similar: "En los medios se presentó como una mega causa pero hoy ni siquiera es una tentativa. Se secuestraron celulares pero no se encontró una sola prueba de que todo lo que dijo Farré era cierto. Se hizo una bola de nieve y hasta el momento ninguno de los dos está imputado ni fue citado a declarar. Fue un pedido desesperado para solicitar la prisión domiciliaria".

Siempre en el aula de la Unidad 30, de botitas de cuero, polera y campera naranja, Naco dice que la acusación lo perjudicó. Que de la Unidad 48 lo trasladaron a Alvear y que no pudo continuar con sus estudios y que prácticamente no tiene visitas, por la distancia.

Y se defiende: "¿Qué ganaría con mandar a matar al fiscal? Absolutamente nada. Es más, me generaría el gasto de un dinero que no tengo y que no me representaría irme antes o beneficiarme. Con los cuatro años que llevo detenido más el estímulo educativo estoy en condiciones de solicitar salidas transitorias, cambio de régimen y estoy a muy poco de poder pedir la libertad asistida. Pero el invento de Farré me cortó la progresividad de la pena. Se me va la pena acá adentro y ya estoy en la etapa de descuento de mi vida".

Pardo se lamenta otra vez cuando recuerda que su esposa se lo había advertido. "No te juntes con ese tipo. Está loco y te va a traer problemas", le había advertido, en un claro ejemplo de que la intuición de las mujeres siempre es mejor que la de los hombres.  

Ignacio Pardo Paso reconoce que fue un error haberse separado de la banda y que no supo aprovechar la buena vida. (Guillermo Rodríguez Adami)
Ignacio Pardo Paso reconoce que fue un error haberse separado de la banda y que no supo aprovechar la buena vida.

Fuente: https://www.clarin.com/policiales/transformacion-naco-ex-cadillacs-crio-diplomaticos-termino-preso-robos_0_IV8tOaHSO.html