Lunes 15 de Julio de 2019, 08:28
La actriz Verónica Perdomo, a 10 años del ACV.
Se conectaba por momentos. Cuando recuperaba la consciencia se encontraba con escenas que no comprendÃa, que le resultaban extrañas. Miraba, trataba de hablar, de comunicarse. Y se desconectaba de nuevo.
Cada vez que volvÃa en sÃ, Verónica Perdomo acumulaba información (personas, objetos, lugares) que la ayudaba a ir construyendo esta nueva realidad: dónde estaba, qué era todo eso, qué habÃa sucedido con ella.Se percibÃa más delgada. TenÃa una trasqueotomÃa, la mitad de la cabeza rapada, un brazo que no le respondÃa. Usaba pañales. En ese centro de internación -de eso ya no habÃa dudas- sus padres no estaban. "¡Qué hijos de put...! Nunca vienen… Claro, ya sé: estoy loca. Me dejaron acá porque quedé loquisa -razonó-. Esto es culpa mÃa. Pero, ¿qué habré hecho?".
La primera vez que se observó en el espejo comprobó su idea. "Cuando me vi… Los dientes negros, una sonda acá, una trenza en el pelo que me habÃa quedado". Y ahÃ, en ese mismo momento, Verónica… Verónica se rÃo. No, no, todavÃa más: "Me empecé a cag... de risa. ’Si es esto, lloro o me cag... de risa’, me dije. Fue tan fuerte que era llorar o reÃr. Yo era como un chiste de mÃ".
Cierta tarde, ya se notaba más recuperada que dÃas anteriores. Y sin la traqueostomÃa procuraba hablar nuevamente. Para lograrlo, le colocaron aire a presión, "para que las cuerdas vocales empezaran a vibrar porque estaban resecas", explica hoy Verónica. El tratamiento tenÃa sus consecuencias: "El dolor cuando pasaba el aire… Era como un fuego". Eso ocurrÃa si la intensidad era demasiada; si disminuÃa el dolor se atenuaba, pero también los sonidos que salÃan por su garganta. Porque hasta entonces, su boca solo emitÃa eso: sonidos inteligibles. Nada de vocales, ni letras; menos aún, palabras. Sufrió tanto con el procedimiento que evaluó una alternativa: no hablar nunca más. "Me quedo muda -concluyó-. No es tan terrible: puedo escuchar. Y si de última no hablo, no me jode".
Retornó a su habitación. Lo encontró sentado a su padre; habÃa ido todos los dÃas, como su mamá, pero ella -con esa visión tan difusa de la realidad- no lo habÃa percibido. Nuevamente le colocaron el aire a presión, y al fin las cuerdas vibraron para que Verónica pronunciara las primeras palabras desde que la habÃan derivado allÃ: "Te amo", dijo, mirando a su papá.Lo que agregó después no le salió tan claro, pero su padre igual la comprendió. "¿Qué te pasó? Bueno, Vero, yo te voy a decir la verdad, lo que los médicos no te quieren decir porque te vas a poner nerviosa: tuviste un ACV". Lo que Verónica pensó entonces ya no lo dijo, más por pudor que por el maldito dolor que le provocaba el aire a presión: "Pobre mi papá… Dice que tuve un ACV porque le da vergüenza decir que su hija se puso loca. Pobre. SÃ, bueno, papá…".
En pausa. Verónica Perdomo llegó al espectáculo casi sin querer: cuando promedia los 20 años un profesor de teatro le aconsejó que hiciera un casting para publicidad. Le pagaron muy bien. Y a partir de allà dejó su tÃtulo de Profesora de Educación Especial (trabajaba con chicos sordos) para dedicarse por completo a una carrera que siempre fue en ascenso.
Secretaria de Nico Repetto en Sábado Bus y de un tal Diego Maradona en La Noche del 10, cine (dos pelÃculas, una con Emilio Disi y Luciana Salazar, otra con Daniel Hendler y JazmÃn Stuart), teatro, campañas gráficas para Argentina y el exterior. El largo etcétera llega hasta el invierno de 2009, cuando Perdomo se dividÃa entre Argentina (conducÃa un ciclo en el prime time de El Nueve) y Chile (era una de las figuras del exitoso Morandé con compañÃa).
El malestar, con dolor de cabeza y fiebre por las nubes, se desató estando ella en Santiago de Chile. El médico le dijo que no era nada. Siguió el dolor, siguió la fiebre, siguió el diagnóstico ("No tenés nada", insistÃa el doctor); y asÃ, siguió trabajando. Lo que le sucedió en un sketch en vivo que realizó en el programa la hizo reaccionar. HabÃa pedido que calentaran el agua que iban a arrojarle en medio del número humorÃstico, pero cuando la bañaron con agua frÃa sintió una cosa: "Me muero". Y además, dijo otra: "Me voy ya mismo a Argentina".
Del estudio televisivo, directo al aeropuerto. Ya en el avión cerró los ojos. "Y tardé un mes en despertarme. TodavÃa tengo en mi cuerpo la sensación de que me explotó la cabeza". En rigor, Verónica continuó haciendo su vida por varias horas: llegó a Aeroparque, la recibió su novio de entonces, fueron a su casa. Pero en el asiento de la aeronave "el cerebro se paró, dejó de funcionar", explica. "Yo caminaba, por ejemplo, hablaba, pero no me acuerdo de nada, no tengo registro…".
Debieron contarle aquellas horas, reconstruÃrselas. Asà supo que cuando se sentó frente al televisor, no veÃa la mitad de la pantalla. En un principio los médicos sospecharon que se trataba de la vista. Un estudio demostró lo contrario. Sus ojos funcionaban perfecto, y se encendieron las alarmas: un accidente cerebrovascular.
"TenÃa un derrame en la mitad del cerebro -precisa Verónica-. Ese era el problema. Y era muy grave. En el (hospital) Alemán dijeron que en dos dÃas iba a estar bien porque me dieron rápido la droga. Pero… ¿viste la vida? Una en un millón: esa droga me hacÃa mal. Al dÃa dos, tenÃa más presión en el cerebro. El dÃa tres me sacaron el hueso, desde acá (se señala una zona de la cabeza). Al toque me pusieron en coma inducido". La operación, que buscaba que el cerebro pudiera ganar lugar sin algunos huesos del cráneo, era de alto riesgo. "TenÃa el 35% de posibilidades de sobrevivir porque yo tenÃa mucha presión".La superó, claro. "Pero seguÃa mal, mal, mal…". Y se recurrió a otra droga. "Usaron una que estaban probando, que ahora, por suerte, todo el mundo la usa. Yo me sentÃa como una rata (de laboratorio).
Para los neurólogos, mi caso estuvo bueno", sonrÃe Verónica, quien el 1 de julio de 2009 tuvo el ACV. Y el 15 de julio logró abrir los ojos: eso es lo que hoy, diez años después, celebrará en una fiesta con sus amigas.Despertares. "Viste cuando en una pelÃcula la actriz se despierta del coma: ’Ay, hola… ¿qué me pasó?’ -dice Verónica, y actúa, reproduciendo la escena-. Bueno, no fue asà (risas). ¿Cómo serÃa en mi caso? DrogadÃsima. Imaginate: me subà a un avión y en mi cabeza se terminó, nada. Y de repente me conectaba, no entendÃa nada, me volvÃa a desconectar. Y verme cómo estaba…". Y la trasqueotomÃa, la mitad de la cabeza rapada, la trenza. El brazo derecho que no le respondÃa, los pañales, los dientes negros. La sonda. La silla de ruedas.
En el Fleni de Escobar Vero debió reeducar su cuerpo, aprenderlo todo de nuevo. El derrame fue en el hemisferio izquierdo, afectando el habla y la memoria, pero no solo transitó un arduo camino para que sus cuerdas vocales emitieran los sonidos adecuados, y su cabeza entendiera qué significaban las palabras, logrando armar oraciones con ellas. No, no. Fue mucho más que eso.
"Tuve que aprender a comer: es muy difÃcil decirle al cerebro que esta es la comida, y que no tiene que ir a los pulmones. Tuve que aprender a deglutir. Y hasta a tomar mate. Tuve que aprender todo. Pero todo, todo, todo…". También, tuvo que aprender a sentir placer nuevamente.En el umbral. Además del derrame, Perdomo tuvo una trombosis pulmonar. "Por eso mi caso fue muy grave -comenta-. Porque el ACV podÃa ser, pero una trombosis en los pulmones… ya está. Entonces, a mà me revivieron".
En los primeros dÃas, cuando transitaba el coma inducido, los médicos debieron reanimarla en dos ocasiones. Antes de relatar lo que soñó en ese momento, Verónica hace una pausa: advierte que quiere ser "muy respetuosa" con quienes experimentaron situaciones similares, y hasta dice sentir "pudor" por
lo que dirá.
Y entonces, cuenta.
"Recuerdo, si se puede decir asÃ, que yo, de repente, me morÃ. O sea… me morÃ. Me vi muerta. ¡Ay, qué impresión! Tuve la sensación de que me vi muerta, asÃ, en la camilla. Digo: ’Ay, qué bueno, voy a dormir, la pu... madre, qué bueno’. Eso es lo que me acuerdo. Me acuerdo; fue claramente un sueño. A los dos minutos me despertaron a las piñas. ¡Pero a las piñas! De un lado para el otro. Y veÃa que habÃa gente con camisas azules. Y yo: ’¡¿Pero por qué me despiertan si quiero dormir?! ¡¿Por qué me despiertan?!". En ese momento los médicos habrÃan realizado las maniobras de reanimación.En su sueño, Verónica se encontró con su tÃo Cándido, quien habÃa muerto recientemente. "Y él me decÃa: ’Tranquilo, tranquilo…’". Ese sueño dio lugar a otro, al que define como "el más lindo de mi vida". AllÃ, se vio en los camarines de un teatro magnÃfico, con la elegancia del Colón. Estaba feliz, "como enamorada". La rodeaban personas que parecÃan "saber lo que hacÃan": guardaban ropa y objetos en sus valijas, y se iban. Ella se quedó maravillada con un sombrero. "¡Qué hermoso!, pero está sucio. Ah, ahora entiendo: nos estamos yendo porque el lugar está sucio, está feo. Pero, ¿adónde nos vamos?".
Siguió caminando. HabÃa una luz blanca en el fondo: era potente, pero no la enceguecÃa. Se aprestaba a cruzar un portón cuando, del otro lado, una mujer se lo cerró en la cara. En vano, Verónica hizo fuerza para abrirlo. "¿Pero por qué no me dejas ir?". La joven clausuró el portón sin mayores explicaciones. "¿Pero por qué no me dejan ir? Bueno, se olvidaron de mÃ, pero ya van a volver por mÃ". De nuevo se sintió cansada y se sentó en el piso, junto al portón. "Y de vuelta empezaron las piñas. Y me desperté".Aunque pasó tanto tiempo desde aquel sueño Verónica lo recuerda en detalle, tanto como el rostro de la mujer que le impidió el paso. Y rÃe: "El dÃa que vea a esa chica en la calle… ¡me voy a cagar de miedo!". Enseguida se pone reflexiva. "No sé cuánto tiempo voy a tener de mi vida. No estoy pensando que mañana me voy a morir, pero… ya me abrieron la puerta. Cuando tuviste una enfermedad, te están avisando. Tenés que estar tranquilo, disfrutar, porque… ¿qué sabés?".
Aquà y ahora. Hace unos dÃas Perdomo estaba "rara". "Me sentÃa angustiada, con los sentimientos asÃ, en las manos. Y no sabÃa lo que estaba pasando: habÃa llorado sin motivo". Miró la fecha y comprendió todo: era 1 de julio, se cumplÃan 10 años del derrame. "Claro, yo no me acuerdo, pero mi cuerpo sÃ…". Y rompió en llanto.
Más allá de la afasia, menciona secuelas que no se perciben a simple vista; en el brazo derecho, por caso, no experimenta la misma sensibilidad. "Y vengo más lento con las palabras. Claramente: no me invites a ver una pelÃcula para leer porque no voy a llegar, asà que lo siento. O me leés la pelÃcula, o…", dice, y vuelve a reÃr. Tiene 42, parece de menos. "Los dos años que perdÃ, de alguna manera los tengo que recuperar", sonrÃe.
Es una bella mujer. Radiante. Y al posar para el fotógrafo, pide unas disculpas que no deberÃan ser aceptadas: "Perdón, ¡antes era una bomba! Ahora me achiqué…", lamenta. Ahora conduce un programa de radio, Tiempo de salud, en Led. Y si bien en estos años estuvo en varias obras de teatro, y también participó del Bailando de Marcelo Tinelli, hace rato que no sube a un escenario o está en la televisión. "No me fui del medio. En realidad, no fluyen las cosas. TodavÃa no puedo hablar realmente lo que quiero. Me cuesta hacerlo a la velocidad de otra persona".
—¿Qué te sacó el ACV?—Me sacó a mi papá y a mi hermano. Yo estoy convencida de que fue muy fuerte para mi papá que una hija… Durante un mes dejó su vida. Los nervios, la angustia: "¿Cuándo se muere?", porque yo todo el tiempo me morÃa, de verdad, todo los dÃas me iba a morir. Mi papá se murió de los intestinos, y dicen que fue los nervios. Se murió una semana después de que yo le dijera "Te amo". Y después se murió mi hermano. Yo me la bancaba sola, porque me la banco, pero ellos… No siento culpa, pero pienso que si yo no tenÃa este accidente, tal vez todo hubiera sido distinto. O no.
—¿Y qué te dio el ACV?—(Suspira) ¿Qué me dio? No, nada me dio. No, ¡sÃ! Me dio lo que soy hoy. Pero antes, yo también estaba muy contenta conmigo.
—¿Tuviste que aceptar a esta nueva Verónica?—Claro… Es que esta chica, para mÃ, es discapacitada. Está bien, le pongo mucha onda, ¡pero dale! ¿Justo la palabra? Estaba estudiando locución, parece un chiste. Y ya conducÃa, actuaba: estoy convencida de que hoy estarÃa en otro lugar y no haciendo esta nota. Pero las cosas pasan por algo. La tele, la fama, todo va y viene. Y la plata también. Yo laburaba mucho y guardaba plata porque después el culo se me iba a caer, y ya no la iba a tener. ¿Y sabés adónde llevé esa plata? Al Fleni. Entonces, ojo con lo que deseás. Y sÃ, empecé a aceptarme desde el mismo dÃa en que pensé que estaba loca. Me cuido mucho porque soy lo mas importante que tengo… Soy esto. Y también me quiero mucho. Estoy muy orgullosa de la persona que era, y de la persona que soy hoy: mis amigos son los mismos desde hace mil años. Y entonces pienso: "Algo hiciste bien, Verónica…".
Fuente: https://www.infobae.com/teleshow/infoshow/2019/07/15/la-actriz-veronica-perdomo-a-10-anos-del-acv-estoy-muy-orgullosa-de-la-persona-que-era-y-tambien-de-la-que-soy-hoy/
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