El pochoclero de Playa Varese: invierte en la Bolsa, tiene varias propiedades y viaja por el mundo

Miércoles 15 de Enero de 2020, 14:40

Marcelo Diez, una postal infaltable de Playa Varese. "Yo me voy a morir acá, en este carrito, haciendo pochoclos, que fue lo que permitió pararme en la vida". /Foto Maxi Failla



Dos propiedades, dos autos, diez cocheras. Viajes por el mundo, cruceros e inversión en la bolsa. Conocido del intendente, amigote de los actores, personalidad carismática. ¿Empresario? ¿Economista? ¿Político? No, pochoclero desde hace 30 años. El 25 de enero, el marplatense Marcelo Diez cumplirá 30 años haciendo palomitas en Playa Varese, donde resulta un elemento indispensable de su paisaje. Empezó con una mano atrás y otra adelante, y hoy tiene cuatro carros y ocho empleados. ¿El secreto? "Laburar y perseverar, hacer lo que te tocó con amor y poner el cuerpo. Yo todo lo que tengo lo hice gracias a los pochoclos".

"Aunque me haga un poco de ruido decirlo, tengo que reconocer que me fue bien con mi laburo, hice guita". Diez y su carrito de pochoclos ya son un clásico de Mar del Plata, donde en verano su pochoclo se vende como oro en polvo. En la playa, en la calle Güemes, en Alem o Constitución, por algún lado siempre aparece el pochoclero. "Probalo, no vas a poder parar, éste de de miel con coco, y éste otro de frutilla". Tiene razón, es para darse un atracón y chuparse los dedos. Canchero, señala el cartel que está colocado arriba de su carro: Diez y punto. "Es mi apellido y también te estoy diciendo ’listo, no busques más’".

Este marplatense "solterón y sin apuro" -se dice- vive de las palomitas pero a partir de ellas edificó una vida paralela que incluye la actuación y una relación la farándula, la política y el turismo. A los 22 consiguió un carro medio desvencijado que arregló y puso coqueto, aprendió la receta de cómo preparar pochoclos y desde entonces no paró nunca más.

"Me costó al principio hacerlos, se me quemaban, salían negros y lloraba del humo negro que salía. No fue fácil el comienzo, tampoco lo es cocinarlos, tiene su secreto: la cantidad de aceite, la temperatura de la olla para que el maíz reviente en el momento exacto...y por supuesto usar aquel maíz que contenga la proporción ideal de proteína y algodón", describe el experto. "Muchos me vienen a preguntar cómo lo hago, yo les digo pero sé que a nadie le saldrá como a mí",

Carismático, pícaro y seductor, Diez ofrece a todo transeúnte que transite por la avenida Jesús Galíndez (Playa Varese) un puñado de pochoclos. La charla se hace interrumpida y ahora, por la cola que se formó, hay que hacerse un lado. La clientela es abundante y todos lo conocen y lo estiman, los de la playa y los que caminan por la vereda. Él, charlatán, se prende siempre. "Es un emblema marplatense", dice Fernanda, una clienta que espera con su hijo. "Playa Varese sin Marcelo no es Playa Varese", agrega Ramiro, el guardavidas que también hace la cola. "Es mi paseo obligado y mi permitido", aporta Giuliana.

Diez trabaja todo el año y siempre a buen ritmo, no depende sólo del verano. Tiene clientela en escuelas, comercios y boliches, adonde en una época llevaba su carro y lo metía adentro, "en el centro de la movida y vendía toda la noche". Armó una Pyme con sus cuatro carritos y ocho empleados. "Me gusta mucho la guita, por eso la cuido, la invierto en activos, en cosas que me van dar más plata. Arriesgo, no me quedo con lo que tengo y lo guardo bajo el colchón. Si quiero ganar la lotería, tengo jugar, apostar. La suerte no viene sola, a la suerte la voy a buscar", alecciona sin titubear.

Pochoclero e inversor. "Un cliente me empezó a llenar la cabeza sobre las posibilidades de invertir en la bolsa. Leí, me asesoré y empecé a arriesgar el equivalente a paquetes de pochoclo. Me fue tan bien que multiplicaba por veinte lo que ganaba pochocleando".

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Cuenta que hace mucho tiempo, un cliente le empezó a llenar la cabeza sobre la posibilidad de invertir en la Bolsa y Diez empezó a estudiar y leer sobre el tema y cómo hacerlo; no quería pifiar ni dilapidar lo conseguido. "De a poquito me fui animando e invertía el equivalente a paquetitos de pochoclos, calcular así me tranquilizaba. Empecé a profundizar en el tema, a leer sobre empresas que cotizaban y me la jugué por marcas como Supervielle, Agrometal, Capex y Morix, entre otras. Los ’90 fue una época en la que lo que yo invertía multiplicaba por 20 o 30 lo que ganaba en un día vendiendo pochoclo. ¿Sorprende, no?". Así fue construyendo su pequeño emporio.

Se acerca una cliente conocida, Eloísa, que lo venía escuchando. Atraída por su historia le consulta si su crecimiento fue por vender pochoclos. "Es mi único trabajo, mis ingresos salen de aquí. Me he esforzado mucho, algo que a los jóvenes de hoy no les gusta. Yo este verano tengo dos carros de pochoclos parados porque ofrezco laburo y nadie quiere trabajar. Y eso que yo pago bien: el 30 % de las ganancias que suelen tener un piso de $3.000". Eloísa, asiente, y se va con cuatro paquetes para su hermana y sobrinos.

A medida que crecía el negocio, Diez renovaba sus carros, "que tienen que ser vistosos y llamar la atención": el que tiene en Varese oscila los 300 mil pesos y lo cuida como un tesoro. "Mi viejo carpintero era un romántico, no le interesaba la guita, yo no sé a quién salí... Pensá que no terminé el secundario porque a los 17 ya estaba trabajando, quería tener mis propios ingresos y me convertí en el Sarmiento pero del laburo, no de la escuela, donde era un haragán". Sin embargo, dice que se avergüenza por no haber terminado y que ya se inscribió en la Escuela N°4 para hacer el año que le falta en el turno noche.

Dice Marcelo que su mejor escuela es la calle, donde lo aprendió todo, y también a moverse con oportunismo e inteligencia. "Mis pochoclos dan suerte es un concepto que me ayudó mucho, porque empezaron a venir políticos y actores. En junio vino Guillermo Montenegro, que era precandidato a intendente de Mar del Plata, quería conocerme, me dijo que yo soy una postal de La Feliz. Yo le contesté: ’Acordate que vas a ser el intendente’. Y miralo dónde está", concluye mostrando su foto de perfil en whatsapp con el flamante funcionario.

El mundo de la actuación lo desvela y moviliza interiormente. Hace una década que actúa en distintos teatros independientes y ya tiene 18 obras en su haber. Está por estrenar "El apagón", en el Espacio Lascano, una comedia con tinte político. "La actuación es la única actividad que no me despierta la voracidad económica, sino que me desarrolla toda una parte emocional que los adultos tenemos escondida", sorprende Diez, que dice que es amigote de las hermanas Calabró, de Roberto Antier, Fernando Lupiz, Hugo Arana, Graciela Alfano y Adriana Brodsky, a quienes suele pedir "alguna ayudita para determinada escena".

Moverse por diferentes ámbitos le permitió que sus increíbles pochoclos llegaran a lugares como escuelas, boliches, teatros y despachos políticos. "El pochoclo es sinónimo de amistad, el pochoclo es mate, amigos, encuentros y compartir. Es lo que yo estimulo, es lo que vengo trabajando hace años, por eso creo que me va bien", saca chapa Marcelo, que lleva su costado actoral como estrategia de venta. "Tengo el don de venderle a cualquiera, no sé, me sale naturalmente, pero siempre con mucho respeto, sacándole una sonrisa a la otra persona".

Como una suerte de jugador de toda la cancha, Diez dice que "al cliente hay que escucharlo, poner el oído a sus problemas... Ese cliente vuelve. Por eso me instruyo, leo mucho y desde hace tiempo tengo como guías para dar consejos los libros de Bucay, Rolón y Coelho. "Tengo facilidad para decirle a alguien qué hacer, siempre es mejor darle una mano al otro que a uno mismo", reflexiona.

Marcelo es un personaje por donde se lo mire. Parece tener respuestas y soluciones para todo y todos. "¿Yo? Bueno, ahí tengo algunos problemitas -se mata de risa-, No pude armar una relación sólida, muero por tener un hijo y que mi sangre se inmortalice, veremos... Ahora estoy con alguien, una maestra, que es la que me persuadió para que termine el secundario y la que me llevó a conocer el maravilloso mundo de los cruceros". Le brillan los ojos cuando describe ese escenario acuático. "Me volvió loco la primera vez que lo hicimos en 2017 y después repetimos con mi novia dos veces más, Fuimos a Río de Janeiro, Salvador de Bahía y Punta del Este. Es otro mundo, me encanta".

El carrito de Playa Varese sigue siendo una esponja y dos empleados se hacen cargo mientras Diez despide a Clarín. "Mirá lo que tengo acá", dice y muestra una carpeta con un texto. "Es la letra de la obra ’El apagón’, la tengo que ensayar y lo hago aquí, a un costado. Mirar el mar me inspira, siento que mis personajes son más convincentes".

El 25 de enero cumplirá 30 años como pochoclero y dice que "por supuesto lo va a festejar. Mi novia y yo nos iremos a otras playas, no me puedo ir al exterior por la obra de teatro, pero será una semanita de lujo, le prometí". Y deja un mensaje para los clientes que vayan a saludarlo para el aniversario. "Quienes vengan a darme un abrazo, les daré 2x1 en pochoclos, manzanitas, copos y almendras. Esa promo será durante todo febrero", se despide este personaje pintoresco de Mardel, que dice que "pochocleará" hasta sus últimos días, agradeciendo todo lo que le dio este carrito.

Consejero, actor y psicólogo. "Al cliente hay que mimarlo, escucharlo y si te lo permite aconsejarlo. Yo leo mucho a Bucay, Coelho y Rolón, además soy actor, por lo que siempre alguna ocurrencia tengo en la galera".

Foto Maxi Failla



Fuente: https://www.clarin.com/sociedad/pochoclero-playa-varese-invierte-bolsa-propiedades-hace-cruceros_0_vWS5e7-e.html