Recuerdan a Pérez Acosta en las redes: recibió una brutal golpiza en un boliche de Tucumán y quedó en silla de ruedas

Jueves 23 de Enero de 2020, 20:42

Alvaro Pérez Acosta fue brutalmente atacado por dos hermanos a la salida de un boliche en 1996. Los agresores fueron condenados a ocho años de cárcel y él quedó con daños irreversibles



“¿Alguien se acuerda de el? Se llama Alvaro Perez Acosta….es tucumano…. es nuestro Fernando de aquellos años con la diferencia que no lo mataron…pero lo dejaron en estado de coma durante meses con lesiones IRREVERSIBLES y postrado…condenado a una maldita silla de ruedas. Fue golpeado sin piedad en el ex Boliche BULL DOG, en el pasaje Padilla, San Miguel de Tucumán por unos hijos de puta, mal nacidos, nenitos de mamita y papito, niños bien…los hermanitos JENSSEN."

"No recuerdo que estas mierdas hayan ido a prisión…. y saben porque lo golpearon? Porque Alvaro defendió a su novia. Yo pregunto…Es Justo que unos drogados y borrachos hayan truncado así a este muchacho con toda una vida por delante, por defender a su novia del manoseo de estos hijos de puta?…. Tengamos memoria…. Fuerza Alvaro!!! Sos un EJEMPLO de vida!!!”

El tucumano fue brutalmente golpeado por los hermanos Cristian y Fabián Jensen a la salida de un boliche en el año 1996. Los agresores fueron condenados a 8 años de prisión.

Después de cumplir la condena, según trascendidos, los hermanos abandonaron la provincia y se radicaron uno en Buenos Aires y el otro en el extranjero.

Eran las seis de la mañana del sábado cuando sonó el teléfono de la familia Pérez Acosta. Ese 27 de julio del 96, el teléfono sonó de nuevo, y una vez más hasta que atendió Sara Lía, la madre del joven que hace unos minutos había sido salvajemente golpeado por los hermanos Cristian y Fabián Jensen, a la salida del boliche Bull Dog, en el pasaje Padilla. Con el tubo descolgado, doña Sara corrió hasta el dormitorio de Cecilia, la hermana de Alvaro: "Cuando mi mamá me despertó, en el acto sentí en el corazón que era grave. ’¡Álvaro! ¡Álvaro!’, lloraba mi mamá. No se le entendía, pero me decía que la llamaban del Padilla. Levanté mi tapado, y le dije: ’Esto es grave, mami, vamos’. Tomamos un taxi y fuimos a verlo".

Han pasado más de 23 años de aquel sábado trágico. Hoy, como siempre, Cecilia está al lado de Álvaro, quien se moviliza en silla de ruedas y se expresa a través de sus emociones y una pizarra donde escribe. En las manos de Cecilia está el premio "Sí a la Vida 2017", de la fundación con ese nombre que destaca la lucha incansable los que luchan como Álvaro, de Alvarito, como le dice su hermana, que recuerda y revela detalles de la mañana más difícil: "Cuando llegamos al Padilla, al diagnóstico se lo hice yo. Álvaro estaba entrando en coma. Esto es la primera vez que alguien lo va a saber: cuando yo lo vi, todavía Álvaro estaba consciente, y habló conmigo".

Aquel 27 de julio, Cecilia llegó corriendo a la guardia del Hospital Padilla. Su hermano, aún consciente, la vio entrar: "Estaba con un gran hematoma, lo vi y me dijo: ’¿Qué hacés, hermana? Les pedí que no te avisen, que no se preocupen’. Con mis hermanos lo desvestimos, porque estaba todavía vestido, tirado en el Padilla, sin atención, creyendo que estaba alcoholizado. Y no, Alvarito no toma".

A Cecilia le faltaban tres materias para recibirse como médica y ya había hecho guardias en el Padilla: "Lo empecé a revisar y ahí le vi la midriasis, que es un signo de que estaba haciendo un hematoma dentro de su cerebro. Por los golpes se le había reventado la arteria meningea media, ahí el hematoma fue creciendo. Yo lo vi durante su intervalo lúcido. Vi sus reflejos y les dije a los médicos: ’¡Corran! Necesitamos un tomógrafo, está haciendo un hematoma extradural’. En ese momento, Álvaro me preguntó: ’¿Qué era ese hematoma?’ Eso me dijo y entró en coma. Salió del coma a los siete meses".

El recuerdo de Cecilia Pérez Acosta se da en el contexto de un acto noble en el corazón de Las Piedras al 600, al fondo de la Mutual Cuna de la Independencia, entre artesanías, sanguchitos, vasos fríos de gaseosa, y personas que reciben un diploma y aplausos. Pero aquí la gran estrella es Álvaro, que se emociona y llora mientras Miguel Ángel Noguera, secretario de la Fundación y amigo de la familia, lee las razones que lo destacan al hombre de ahora 44 años entre todos. "Claro que estamos muy emocionados porque mi hermano reciba este reconocimiento, a pesar de todo el dolor y el sacrificio que hay detrás”, dice Cecilia, quien ha leído las palabras que ha escrito su hermano para la ocasión, donde les da la posibilidad a los hermanos Jensen de tomar un café algún día, y decirles que los ha perdonado.

El caso conmovió a Tucumán, sacudió a la opinión pública. Y en su recuerdo esconde las horas más complicadas de la familia Pérez Acosta. Son palabras y momentos críticos que esta mañana revela Cecilia, como la mañana en la que se dictó la condena de ocho años para los Jensen: “Álvaro ya los perdonó en su corazón y yo también. Sí, les dieron ocho años. Todos nos dicen que fue poco tiempo. Pero un día, una semana, un mes en prisión debe ser terrible. La condena fue social. De hecho los chicos no pueden vivir en Tucumán. Lo que no se cumplió fue lo económico. Y esto también lo voy a decir por primera vez: cuando terminó el juicio, el padre de los Jensen se acercó a mi padre y le dijo: ’Porque los metiste en la cárcel, de mí no vas a recibir un peso’. Y así fue”.