La técnica argentina que copió “CSI Miami” y unió esa serie con el método científico empleado en el caso Teresa Rodríguez

Sábado 22 de Febrero de 2020, 11:39





Teresa Rodríguez trabaja como empleada doméstica y vive en la ciudad de Cutral Co, provincia de Neuquén. Su novio carga la angustia de un desocupado nuevo, víctima de las políticas neoliberales y de privatización de empresas estatales en el gobierno menemista. Es abril de 1997. Los trabajadores de YPF despedidos adoptan métodos históricos de las luchas del movimiento obrero: paros, movilizaciones y cortes de ruta. Los docentes neuquinos se pliegan con reclamos por recortes salariales, remoción de beneficios y en defensa de la educación pública. La ciudad hace suya la causa: madres, padres, organizaciones sociales, estudiantes y trabajadores salieron a las calles. El sábado 12 de abril, en el puente de acceso a Plaza Huincu, el cuerpo docente orquesta un piquete. Hay desalojos, represión e intimidación, y una pueblada en retribución.

El científico e investigador del CONICET también participó en caso Kosteki - Santillán del puente de Avellaneda, los accidentes en el Cerro Catedral de 2000, 2004 y 2007, y la Masacre de Trelew de 1972, donde 16 militantes fueron fusilados la madrugada del 22 de agosto de 1972
El científico e investigador del CONICET también participó en caso Kosteki - Santillán del puente de Avellaneda, los accidentes en el Cerro Catedral de 2000, 2004 y 2007, y la Masacre de Trelew de 1972, donde 16 militantes fueron fusilados la madrugada del 22 de agosto de 1972.


Un disparo terminó con la vida de Teresa: una bala de 9 milímetros, proveniente de las filas de la seguridad provincial, rebotó en el asfalto e impactó en su cuello. Ella no era docente ni militante. Pero estaba ahí, tal vez en viaje a su trabajo o acompañando a su novio en la manifestación. Murió, horas después, en el hospital de Cutral Co. “Ella fue un símbolo de la Argentina porque cayó por la causa de los maestros que desencadenó en la segunda pueblada”, razonó Florencia Rodríguez, la “Ñata”, la madre de Teresa, de 92 años. El puente ahora se llama Teresa Rodríguez.

Un muerto, veinte heridos y treinta detenidos fue el saldo de la brutal represión policial. Carlos Corach, por entonces ministro del Interior, deslindó de responsabilidades al gobierno y empleó el término “rebrote subversivo” para justificar el accionar. Hubo cuatro policías condenados pero no por la muerte de Teresa Rodríguez. Santiago Antigual, Leonardo Magallanes, Daniel Vece y Daniel Videla pugnaron penas por “abuso de armas” de dos años y medio de prisión en suspenso. Otros cinco efectivos fueron absueltos. Los condenados recuperaron sus puestos en las fuerzas. La causa de Teresa Rodríguez se archivó sin hallar al autor material del homicidio.

El 12 de abril de 1997 un efectivo de la policía provincial disparó el arma contra el asfalto e hirió de muerte a Teresa Rodríguez, que se encontraba a la vera de la ruta. Las fuerzas de seguridad estaban reprimiendo una movilización docente
El 12 de abril de 1997 un efectivo de la policía provincial disparó el arma contra el asfalto e hirió de muerte a Teresa Rodríguez, que se encontraba a la vera de la ruta. Las fuerzas de seguridad estaban reprimiendo una movilización docente.


En 1998, en vísperas del primer aniversario del crimen, la jueza civil subrogante Paula Stanislavsky solicitó la colaboración de un grupo de científicos del Centro Atómico de Bariloche para identificar al policía que disparó y mató a la joven de 24 años. También, a efectos de resolver la situación procesal del suboficial Hugo Rudolf, implicado en el hecho sobre argumentos inestables. La magistrada llamó a Ernesto Martínez, director de un equipo del Centro Atómico de Bariloche. Él convocó a Rodolfo “Willy” Pregliasco, un científico convencional, de escritorio: gafas, microscopio, delantal blanco. Recibido como doctor en Física en la Universidad de Buenos Aires, estudiaba colisiones atómicas y trabajaba en el Laboratorio de Propiedades Ópticas de Materiales.

Era lo suyo, su vocación, su campo de investigación. Hasta que a las oficinas llegó un encargo. Corría 1996, un año antes del caso Teresa Rodríguez. Funcionarios del equipo pericial de La Plata habían remitido un material de estudio. El cuerpo liderado por Alex Fainstein trabajó durante diez días para interpretar las siglas halladas en la página del cuaderno que le habían enviado. Había peritos calígrafos, abogados y personas con esposas en las manos -los mismos presos implicados en el hecho en calidad de testigos-. A oscuras, con linternas, cámaras, papel celofán y un espectrómetro, reconocieron tres caracteres sobreescritos. B, R y U: “BRU”. Habían encontrado evidencia susceptible a la causa de desaparición del estudiante universitario Miguel Bru, detenido y torturado en la comisaría 9a. de La Plata en 1993. Lo que antes le era ajeno, se volvió fascinante. “Fue un giro a mi profesión. Me di cuenta que eso era lo que me gustaba hacer. Me partió la cabeza”, reconoció.

En 1998, cuando se cumplía un año del asesinato de Teresa Rodríguez, Rodolfo Pregliasco y Ernesto Martínez visitaron Cutral Co para realizar pericias en el puente donde se consumó el hecho
En 1998, cuando se cumplía un año del asesinato de Teresa Rodríguez, Rodolfo Pregliasco y Ernesto Martínez visitaron Cutral Co para realizar pericias en el puente donde se consumó el hecho.


Tras dos años de transición -de la ciencia básica a la asesoría en casos forenses-, Ernesto Martínez lo reclutó porque había ingresado una causa pesada. “Me llamó, me dijo que tenía un caso importante para atender y me pidió que lo hiciéramos juntos. Se cumplía el aniversario de un asesinato y había un policía preso con un fundamento muy débil. La jueza lo tenía que largar porque no había nada concreto para condenarlo. Nos llamó para revisar con mente abierta la causa. Era el asesinato de Teresa Rodríguez”.

Fueron a Cutral Co. Visitaron el puente y la oficina de la jueza. El expediente, recuerda Pregliasco, ocupaba todo un armario. La misión era trabajar en la búsqueda de patrones y evidencias para dar con el autor material del crimen. La documentación audiovisual consistía en tres fotos y un video de un minuto de duración tomado por las cámaras de Crónica Televisión. “Las fotos tenían una separación temporal entre ellas: en la segunda se la ve a Teresa Rodríguez de pie y en la última ella está en el suelo y la están asistiendo. Y el video tenía una mala calidad de imagen y es muy movido. Eran momentos de mucha tensión”, comprendió.

La toma del puente era el corolario de una escalada de violencia. La represión devino en una pueblada. Las fuerzas de seguridad que intentaban desalojar la Ruta 17 debieron replegarse después de que los manifestantes los cascotearan desde calles laterales. Acudieron en rescate policías provinciales: 22 efectivos avanzaron decididos a liberar el puente, sin miramientos. “En el video se ve a poca gente tirando piedras y la policía disparando -relató el perito-. Eran policías de tránsito, de comisarías, de fuerzas especiales, juntos y desarticulados. No tenían ningún plan, solo una orden de desalojar la ruta. Y además eran vecinos de los manifestantes, era gente que vive ahí. Lo que se ve es un avance de la policía, dicen ‘vamo vamo’, y se meten en el puente pegando tiros al aire. Se escuchan once disparos, pero no ves quién dispara y cuándo. Hay un momento del video que se ve cómo la silueta de Teresa Rodríguez se achica. Ahí quedó identificado el momento en que ella cae”.

Consumado el deceso, la primera voz oficial postulaba una intervención ajena a la policía: un francotirador. Es cierto: era un proyectil singular el que había impactado en el cuello de la víctima. Ernesto Martínez realizó una pericia que reveló el origen del disparo, una suposición fogoneada desde las fuerzas de seguridad. “Estaba sin el encamisado. Ella recibió un ‘cacho de plomo fundido’ sin el receptáculo. En cualquier tiro, los dos componentes viajan juntos. Martínez agarró varios proyectiles de 9 milímetros, las armas reglamentarias de la policía, y demostró que eran compatibles con el peso del pedazo de plomo que había matado a Teresa Rodríguez. Se hicieron varias pruebas disparando al piso sobre un cajón de arena, donde al pegar en el suelo pierda el encamisado, se deforma y el plomo sigue viaje. La pericia constató que el proyectil era compatible con una pistola 9 milímetros y que había rebotado en el piso”.

Pregliasco y Martínez se dispusieron a buscar, entonces, un policía que disparara al piso. “En el video veíamos policías blandiendo las armas hacia arriba. Escuchábamos los disparos, pero no podíamos identificar quién disparaba y en qué momento. Era muy chocante la situación, nos angustiábamos mucho”, expresó el perito. Pensaba que un segundo video podía determinar, mediante un proceso de triangulación del audio, la ubicación del asesino. Pero había una única filmación. Estuvieron tres meses mirando el video. Lo fraccionaron, lo digitalizaron, lo comprendieron. Era un documento del siglo pasado: la nitidez de los cuadros no colaboraba. Willy desconoce cuántas veces vio el video, pero recuerda que le costó procesar el hecho. “Yo era muy nuevo en temas forenses. Te sentís un poco extraño: te levantás a la mañana, te hacés unos mates y te ponés a ver durante muchas horas cómo un tipo mata a una mujer”.

Desde entonces, el puente de Plaza Huincul, en Neuquén, se llama Teresa Rodríguez en honor a la joven de 24 años que murió víctima de la violencia institucional
Desde entonces, el puente de Plaza Huincul, en Neuquén, se llama Teresa Rodríguez en honor a la joven de 24 años que murió víctima de la violencia institucional.


El video contenía muchos datos pero no resolvía la autoría del disparo. Después de hasta grabarlo en su memoria, decidieron “mirar” el audio. “Lo que el ojo no lo ve, lo inventa. El oído, en cambio, es más delicado y mucho más exigente”, describió Pregliasco. La calidad y la resolución del video presentaba un margen de mejora estrecho. Sin embargo, el audio dispone de infinidad de detalles temporales. En virtud de una comprensión amena y democrática de un experimento científico, el perito enseñó: “Si nos hablan desde una sala de concierto, estamos escuchando al que habla y estamos escuchando también a la sala del concierto. De la misma manera que uno puede adivinar cuando alguien le está hablando desde un baño”. Ese sonido se llama reverberación, un fenómeno acústico que manifiesta una permanencia ligera pero perceptible cuando la fuente dejó de emitir el sonido.

Estudiaron la anatomía del disparo. Crearon un audiograma, un gráfico que calcula la amplitud del sonido sobre el tiempo de permanencia. El resultado otorga la información del eco. “El disparo es un ruido impulsivo que se apaga en un microsegundo -validó-. En el audio se podía distinguir cómo aumentaba la señal al momento de cada ‘pum’. Pero el sonido de los disparos también llegaba luego de rebotar en los objetos que estaban alrededor. Si lo mirábamos en detalle, aparecían disparos chiquititos muy bien localizados en la primera décima de segundo posterior. Veíamos un disparo principal y un tiempo después llegaban disparos más chiquititos, que eran los ecos producidos en los distintos objetos”.

La secuencia de fotografías que utilizó el equipo forense para investigar la muerte de Teresa Rodríguez
La secuencia de fotografías que utilizó el equipo forense para investigar la muerte de Teresa Rodríguez.

En el círculo se observa a Teresa Rodríguez caminando.
En el círculo se observa a Teresa Rodríguez caminando.

Teresa Rodríguez ya cayó, víctima de una bala policial, y una persona intenta ayudarla.
Teresa Rodríguez ya cayó, víctima de una bala policial, y una persona intenta ayudarla.


El lugar analizado era un puente. Las ondas sonoras podían propagarse libremente porque no había una gran infraestructura alrededor que reprodujera el eco. Los objetos duros asignables a la reverberancia eran pocos y fáciles de comprobar. Pregliasco habla, en este caso, del factor suerte: los ocho postes de alumbrado del puente repetían los disparos. “Sabíamos que si cambiábamos la posición del disparo respecto de la posición de los postes podíamos identificar los lugares desde donde provino el tiro fatal”, aclaró el perito.

Volvieron a Cutral Co. Pusieron micrófonos donde estaba la cámara y petardos en distintos puntos del puente, en principio, para verificar la validez de su teoría. Después de cerciorarse que podían emprender la secuencia de la reverberancia, debían resolver el problema inverso: identificar los lugares de de los disparos. Inventaron un método geométrico que asignaba los ecos a cada poste y sobre el que trazaban curvas en los planos: hipérbolas. Si le asignaban una curva a cada poste, iban a tener ocho hipérbolas posibles, multiplicadas por cada una de las luces del puente, dibujaron en total 64 curvas. Al diagrama lo llamaron spaghettis: la combinación de líneas en la hoja simulaba las formas delgadas y alargadas de los fideos en el plato.

Se presentaron dos inconvenientes: la incomodidad de soportar el petardo a la altura de donde se emitieron los disparos y la mecánica de quién y cómo se encargaba de sostenerlo. Por desprotección y porque iban a afectar el rebote natural del sonido, debieron cranear un método artesanal. “Llegamos sin nada y se nos ocurrió hacer la prueba ahí. Fuimos a un kiosco de Cutral Co y le pedimos los petardos más grandes que tuvieran. Me acuerdo que se llamaban Dale Lobo. Agarramos una caña que estaba tirada en el piso cerca de la reja de una casa, usamos un poco de piolín que teníamos en el bolsillo y con la notebook grabamos todo”. Los instrumentos, la caña, el piolín y los petardos, se completaban con un pedal de triciclo. Una cruz en el piso indicaba la posición donde explotar la pirotecnia. A la caña le ataron el petardo que colgaba desde un piolín, sujeto por el pedal de un triciclo que actuaba como plomada. Una innovación, potenciada desde un ingenio huérfano de recursos, con la que Pregliasco y equipo pudieron ajustar las líneas de investigación en el caso Teresa Rodríguez.

“Había un punto en el que se tenían que cruzar las ocho hipérbolas de los ocho postes diferentes. Si lo encontrabas, significaba que habías hallado el punto de origen del disparo. El trabajo era encontrarlo. El resultado fue sorprendente para nosotros. Tal es así que teníamos un margen de error de 50 centímetros. Nos alcanzaba para decir que ahí había alguien que disparó y mató a Teresa Rodríguez”, acreditó Rodolfo Pregliasco. El hallazgo les había demandado seis meses de trabajo. La técnica se publicó en el Journal of Forensic Science, la revista de la Asociación de Forenses de los Estados Unidos. El ingenio argentino sería emulado por la serie CSI Miami. Pero eso ocurriría años después.

Ernesto Martínez y Rodolfo Pregliasco estuvieron en la escena del crimen un año después. Realizaron peritajes para identificar la posición del autor del disparo. Para eso, emplearon una técnica ingeniosa que llegó a la serie CSI Miami
Ernesto Martínez y Rodolfo Pregliasco estuvieron en la escena del crimen un año después. Realizaron peritajes para identificar la posición del autor del disparo. Para eso, emplearon una técnica ingeniosa que llegó a la serie CSI Miami.


Tenían la localización del asesino. Restaba saber quién era. Para eso recurrieron a las tres fotos. Necesitaban recrear la ubicación de todos los policías sobre el puente. La posición de donde salió el disparo era atribuible a un área indivisible: “Veíamos policías con escudos y atrás otros policías más altos avanzando. El autor estaba en el medio de ellos. Lo que determinamos es que el disparo provenía de un punto intermedio que correspondía a alguien que no veíamos. Solo se distinguía una sombra”.

Pasaron 23 años de la muerte Teresa Rodríguez. Aún no se sabe quién la mató. La causa se disolvió paulatinamente. El suboficial Hugo Rudolf fue finalmente absuelto. “Aunque su actitud era amenazante, no disparó”, informó el perito. La sombra siguió siendo eso, una silueta difusa, anónima y asesina. Los peritos establecieron correlaciones que no alcanzaron a dirimir el crimen. “No era nuestra función tampoco -dijo Pregliasco-. Uno aporta material y la jueza debe resolver el caso integrando testimonios y otro tipo de documentación. Nuestro trabajo era hacer el mejor esfuerzo con el material que teníamos. Eso lo hicimos. Pusimos en contexto a la causa y logramos una descripción que no estaba”.

El perito aún conserva la caja y uno de los petardos que hizo estallar en el puente para imitar el sonido de un disparo. Los compró en un kiosco de Cutral Co
El perito aún conserva la caja y uno de los petardos que hizo estallar en el puente para imitar el sonido de un disparo. Los compró en un kiosco de Cutral Co.


Lo que se transmitió el 2 de mayo de 2005 en la televisión estadounidense fue la reconversión estereotipada de un proceso científico. La técnica del puente -la descripción que no estaba- se valió de la maña criolla: “Lo primero que había que hacer era idear un buen plan, parece tonto pero había que hacerlo. Lo segundo era estudiar qué producían esos ecos en ese escenario. Nos interesaba que el sonido se pareciera a un disparo, que sea impulsivo y se apague rápido. Hicimos pruebas con cualquier cosa, hasta golpeamos madera. Lo que mejor andaban eran los globos, pero quedaba feo y le falta intensidad. Los petardos no, los petardos tenían todo a favor”.

La técnica se publicó en noviembre de 2002 en una revista especializada de los Estados Unidos. Los correctores de la publicación forense criticaron que no hayan utilizado armas. Les faltaba contexto: volver al puente donde mataron a Teresa Rodríguez, blandir armas y disparar hubiese sido desafortunado.

Pero antes de su difusión formal, la revista promocionó los resúmenes de los artículos. La invención argentina despertó, inmediatamente, el interés de los productores de la mítica serie CSI Miami, que se emitió a través de diez temporadas y 232 capítulos entre 2002 y 2012. La ficción narra las vicisitudes del Laboratorio de Criminalística de la Policía de Miami Dade. En el capítulo 21 denominado “Recoil” de la tercera temporada, Pregliasco y Martínez se confunden en los personajes de Calleigh y Ryan.

Ernesto Martínez en acción: una caña, un piolín, un petardo y un pedal de bicicleta que sirva de plomada. CSI Miami copió la técnica con otros instrumentos
Ernesto Martínez en acción: una caña, un piolín, un petardo y un pedal de bicicleta que sirva de plomada. CSI Miami copió la técnica con otros instrumentos.


Un móvil de televisión había captado fortuitamente una serie de disparos en un lugar abierto. No eran el puente de Cutral Co ni las cámaras de Crónica. Calleigh y Ryan regresaron a la escena del crimen para asignar, mediante la técnica de los peritos argentinos, la ubicación del autor del disparo. Lo que eran cañas ahora son soportes, los piolines son tensas profesionales, los petardos, explosivos más sofisticados. El 96% de match en un punto estratégico del lugar es inmediato al estallido. Lo que a los peritos argentinos les demandó seis meses, en la serie se reduce a dos minutos: la magia de la ficción.

No hubo retribución monetaria ni aparecieron en los créditos. Por mail no les preguntaron qué habían hecho, si no cómo. Desde el aspecto técnico, la muerte de Teresa Rodríguez no importaba. “Nuestro acento estaba puesto en el ingenio y no en la tecnología. Es al revés de lo que muestra la serie. Pero el mensaje para mí es claro: el valor de la ciencia está en los científicos y no en los aparatos”. Cuando el capítulo se emitió, les enviaron un DVD con la copia del episodio a modo de agradecimiento. La reacción de los peritos forenses fue comedia.

Rodolfo Willy Pregliasco es físico forense, investigador del CONICET e integrante del Programa Ciencia y Justicia creado hace cinco por el organismo gubernamental para colaborar en la resolución de causas judiciales
Rodolfo Willy Pregliasco es físico forense, investigador del CONICET e integrante del Programa Ciencia y Justicia creado hace cinco por el organismo gubernamental para colaborar en la resolución de causas judiciales.


“Nos cagamos de risa. Discutíamos con Martínez quién era la rubia, si él o yo. Nos causó gracia la estética de la construcción del experimento. Tenían protector ocular, guantes y un disparador electrónico. En Cutral Co lo hicimos con basura, con lo que encontramos en el lugar”, comparó. No postula el contraste desde el orgullo o desde el romanticismo de lo subdesarrollado: prefiere esquivar las loas o el himno a la viveza criolla. “También es parte de nuestro entrenamiento profesional -explicó-. A los físicos nos encanta abstraer a las cosas de su función. Somos cirujas natos: nos gusta agarrar un objeto y usarlo en un lugar para el que no fue pensado”. La otra crítica radica en una cuestión técnica: “En el caso de Teresa Rodríguez, pudo funcionar porque era muy simple el escenario: estaban los postes a un lado y todo lo demás estaba muy lejos. Yo no me hubiese atrevido a usar esa técnica en el lugar donde lo hicieron en la serie porque está lleno de objetos duros alrededor”.

“CSI no me gusta porque presenta una visión de la actividad forense que es absolutamente fantasiosa y que tiene efectos muy molestos en la relación con los jueces”, argumentó el científico. Citó artículos de revistas internacionales que abordan las contraindicaciones del efecto CSI y reveló que, en el ámbito forense, recogen más críticas que elogios. “La serie genera una expectativa desmedida en los jueces y en el público en general. Nos muestran como si fuésemos unos genios y no es así. Somos unos tipos probando cosas, no somos infalibles y no tenemos una solución para cada caso. Nuestra actividad es mucho más modesta. CSI es un mito que genera falsas ilusiones”, enseñó el físico forense Rodolfo Willy Pregliasco.



Fuente: https://www.infobae.com/sociedad/2020/02/22/la-tecnica-argentina-que-copio-csi-miami-y-unio-esa-serie-con-el-metodo-cientifico-empleado-en-el-caso-teresa-rodriguez/