Atroz: del “cuerpo más lindo” a acusada de matar a su hija

Miércoles 27 de Mayo de 2020, 13:57

Caylee Marie Anthony tenía dos años cuando fue asesinada.



Caylee Marie Anthony tenía 2 años cuando fue asesinada. Su esqueleto fue encontrado seis meses después de haber desaparecido y su madre, la bella e inmutable Casey Anthony, de 22 años, fue la acusada.

Los detalles que llevaron a su muerte nunca fueron por completo esclarecidos debido al tiempo transcurrido hasta el hallazgo de sus restos. Sin embargo, todas las pistas indicaron que Casey era la responsable de su cruel destino. Aun así, en el juicio a “la madre más odiada de los Estados Unidos” (así bautizaron los medios de comunicación a Casey) los jurados votaron su absolución por falta de pruebas. La indignación de la opinión pública fue absoluta.

Aquí una de esas historias donde el amor maternal no constituyó una característica inherente al acto de parir un hijo.

Casey Marie Anthony nació el 19 de marzo de 1986 y vivió siempre con sus padres, George (que era detective de la policía) y Cindy Anthony, en una casa en Orlando, Florida.

En el año 2005, con solamente 19 años la joven de ojos azules y pelo castaño, quedó embarazada. Sus padres se enteraron de su estado cuando el embarazo ya llevaba seis meses de gestación. Si bien ellos veían su aspecto un poco dejado y notaban su aumento de peso, eligieron la discreción. No preguntaron nada. Fue el hermano de Casey, Lee Anthony, quien la confrontó y le arrancó la verdad: Casey confesó que estaba esperando un bebé, pero no quién era el padre. George y Cindy, preocupados por la salud de su hija, no la presionaron y se dedicaron a cuidarla.

“Estaba concentrado en asegurarme que ella estuviera okey”, diría George años después a un programa del canal A&E. En realidad, Cindy y George atravesaban como pareja un duro momento: estaban separándose. George había perdido su trabajo y su buen sueldo por deudas de juego. Cindy estaba furiosa. Estuvieron separados durante ocho meses. Mientras tanto una nueva vida se desarrollaba dentro de Casey.

Caylee Marie Anthony tenía dos años cuando fue asesinada



Caylee Marie Anthony llegó a su breve existencia el 9 de agosto de 2005. Su nacimiento provocó necesidades en la familia: había que criarla y ocuparse de ella. Cuando Caylee tenía diez meses, George fue perdonado por Cindy y volvió a su casa para colaborar en la crianza de su nieta. La familia parecía haber encontrado una nueva dinámica. La alegría de tener a una bebé en casa les devolvió un poco de tranquilidad.


El 15 de junio de 2008, el Día del Padre, Cindy decidió ir a visitar a su propio padre que vivía en una residencia para ancianos. Pensó en darle una sorpresa y llevó a su bisnieta Caylee a visitarlo. Fue una bella tarde.

Esa noche a la hora de irse a dormir Cindy y Casey, madre e hija, acostaron a Caylee. Sería la última. La familia nunca más estaría completa.

A la mañana siguiente Cindy salió muy temprano para ir a trabajar. George preparó el desayuno para Casey y Caylee. Luego, madre e hija se fueron. Caylee jamás volvería a ser vista con vida.

Esa misma noche, Casey le envió un mensaje a su madre avisándole que trabajaría hasta muy tarde y que Caylee se quedaría con su niñera.

Su padre revelaría tiempo después: “Siempre fuimos confiados en lo que nos decía”. Hoy sabe que Casey les mintió todo el tiempo acerca de dónde estaba Caylee. Cindy reconoce que no tenían “ninguna razón valedera para dudar de ella… Yo conocía a Casey y sabía que jamás pondría en peligro a su hija”. Pero toda certeza tiene un punto de quiebre.

Los días pasaban y no había novedades sobre ellas. Supuestamente estaban en casa de amigos. Una semana después Casey apareció por su casa sin Caylee. Su padre George aprovechó para confrontarla: le habían desaparecido unos bidones de nafta y creía que había sido ella la que se los había llevado.

Cuatro días después de la desaparición de su pequeña hija de dos años, Casey Anthony fue a un club nocturno para participar del concurso del "cuerpo más atractivo". No se mostraba preocupada ni había hecho la denuncia policial



Casey se volvió a ir. Pasadas varias semanas ellos ya empezaron a buscarlas muy preocupados. La hallaron en casa de unos amigos, pero Caylee no estaba con ella. Las explicaciones de Casey sobre el paradero de su hija no fueron convincentes.

Ese mismo día George y Cindy encontraron el auto de Casey en un sitio de remolques. Habían pasado 31 días sin ver a Caylee. Cuando George se acercó al auto y lo abrió un fuerte olor le “quitó el aliento”, admitió. Era nauseabundo, como si “un muerto hubiera estado allí”, agregó.


Cindy llamó entonces al 911. Era la mañana del martes 15 de julio de 2008.

911: ¿Dónde dice su hija que está la bebé?

Cindy: ¡Que la babysitter la tiene desde hace un mes! Mi hija dice que la estuvo buscando. ¡Ya le dije a usted que mi hija hace un mes que no venía a nuestra casa! La encontré recién hoy. Y no puedo encontrar a mi nieta. También encontré hoy el auto de mi hija y apesta, huele como si hubiera un cadáver en el maldito coche.

911: Okay, ¿cómo se llama la pequeña?

Cindy: Caylee. C-A-Y-L-E-E. Anthony.

Cindy asegura que antes había tratado infructuosamente de obtener alguna respuesta del 911 para que enviara a los oficiales de policía porque “sabía que mi nieta, a estas alturas, estaba desaparecida”, explicó. Afirma que recién le prestaron atención cuando habló del auto y del olor que habían encontrado allí dentro.

La pregunta del millón: ¿Por qué no reportaron antes la desaparición? George se lamenta profundamente no haberlo hecho. Asegura en su defensa que ellos jamás pensaron que Casey pudiera hacerle algo a Caylee: “Ese reproche es algo con lo que vivo todos los días de mi vida. Sé lo que olí en ese auto”.

Casey de 22 años fue detenida y los investigadores se pusieron manos a la obra para intentar rearmar la historia que no cerraba por ningún lado. La joven no dio una versión sino varias, cambió los detalles y sus dichos. Dijo no haber sabido nada de su hija por mucho tiempo; aseguró que la culpable de la desaparición había sido la niñera con la que la había dejado; agregó que no había acudido a la Policía porque estaba “muy asustada” y no quería dar “ninguna pista” a los secuestradores. Disparates inconsistentes.

Sus explicaciones no convencieron a los agentes y, en octubre de 2008, la joven fue acusada de asesinato en primer grado. Ella se declaró inocente.

¿Qué pasó en esos 31 días entre la última vez que Caylee fue vista con vida y la llamada de su abuela al 911? Nunca se sabrá. La única que puede saberlo, Casey, mintió siempre.

El esqueleto de Caylee fue encontrado el 11 de diciembre de 2008 por un trabajador en un bosque en las afueras de Orlando. El cadáver de la pequeña estaba relativamente cerca de la residencia familiar, oculto dentro de una sábana blanca dentro de una bolsa de basura. La cara de Caylee estaba cubierta por cinta aislante. Según los investigadores habría sido colocada para evitar que la niña gritara.

Fue por ello que el forense a cargo determinó que había sido asesinada, aunque se declaró incapaz de esclarecer las causas concretas del homicidio.

El juicio duró seis semanas, de mayo a julio de 2011. La fiscalía solicitó la pena de muerte y alegó que la razón de Casey para el crimen era que deseaba liberarse de sus responsabilidades parentales. Sostuvo que asesinó a su hija administrándole cloroformo y tapándole la boca con cinta adhesiva.

El equipo de la defensa, dirigido por José Báez, esgrimió otra teoría y dijo que la acusación era por lo demás fantasiosa. Sostuvo que la niña se había ahogado accidentalmente en la piscina de la familia el 16 de junio de 2008 y que su abuelo, el policía George Anthony, había ayudado a su hija a deshacerse del cuerpo.

Además, aseguraron que Casey mintió debido a una educación disfuncional que había incluido abuso sexual por parte de su padre y de su hermano mayor, Lee. Pero no presentaron ni una sola prueba para sostener esta versión, ni evidencia alguna de los supuestos abusos sexuales a Casey durante su infancia. Muchos sospecharon que era una maniobra para ensuciar la causa.

George, el padre, se desmoronó ante las acusaciones. Pero lo cierto es que jamás se presentaron cargos contra él. La defensa de Casey fue por más e incluyó como testigo a un convicto por secuestro, Vasco Degama Thompson. Decían que Thompson había tenido conversaciones telefónicas con George Anthony.

El abogado de George, Mark Lippman, negó que su cliente jamás hubiera conocido o hablado con ese tal Thompson: “Esto simplemente parece otro intento de la defensa para atacar a mi cliente”.

Todo quedó en la nada.

Los abogados de Casey Anthony dudaban si ella debía o no testificar en su juicio. Tendría que convencer al jurado de los abusos sexuales que denunciaba y de que no había matado a su hija. Como mentirosa consumada podría dar muy mala imagen.

Ya la fiscalía la había pintado como una mujer manipuladora que mentía compulsivamente. El jurado había visto un video y escuchado un audio de Casey intentando construir una elaborada fantasía sobre la niñera y cómo se había llevado a su hija. También habían escuchado las grabaciones de la policía donde ella decía con voz firme que no sabía dónde estaba Caylee (aunque luego sostuvo que se había ahogado accidentalmente el día uno de su desaparición). Incluso le había mentido alevosamente a su hermano Lee, cuando antes de encontrar el cuerpo de Caylee, llorando desde la cárcel le imploraba cínicamente que la encontraran: “Quiero volverla a ver, volver a oír sus risas”, gimoteaba. Además, el jurado había visto las fotos del cuerpo descompuesto de la pequeña.

La manipulación de Casey era permanente.

Finalmente, el equipo defensor fue prudente y eligió que Casey no testificara.

Casey Anthony durante el juicio en Orlando, Florida. El juez Belvin Perry dijo que ella trató de "calmar" a su hija con cloroformo y que usó de más causándole la muerte


Casey admitió haberle mentido a la policía cuando les dijo que estaba empleada en Universal Studios; cuando sostuvo que su hija se había quedado con la niñera; cuando aseguró haber recibido una llamada de Caylee el día anterior a que su desaparición fuera denunciada.

Nadie dudaba de que sería condenada. Pero se equivocaron. El 5 de julio de 2011, después de deliberar durante once horas, el jurado encontró a Casey no culpable del asesinato de su hija, pero sí culpable de cuatro delitos menores como proporcionar información falsa a la policía.


Nada de todo lo expuesto alcanzó para convencer al jurado que creyó no poder probar fehacientemente su culpabilidad. Casey, con 25 años, fue liberada el 17 de julio de 2011.

Fue en ese mismo instante que se convirtió, para la opinión pública, en la madre “más odiada” de los Estados Unidos.

El veredicto fue recibido con indignación y fue tema de discusión en la sociedad. Muchos se quejaron de que el jurado no había entendido el significado de duda razonable; otros dijeron que la fiscalía había trabajado mal y no había sabido demostrar cómo había muerto la víctima. Y la revista Time tituló al caso como “el juicio de redes sociales del siglo”.

Al día de hoy, sigue siendo uno de los juicios más controversiales en la historia del país. Incluso tiene su propia película estrenada en 2013: La acusación contra Casey Anthony. En 2018 el canal DKISS emitió un especial que volvió a poner la historia sobre el tapete.

Estados Unidos no le perdonó jamás a Casey Anthony el asesinato de su hija. Pero ella en un reportaje dijo desafiante que le importa “un comino lo que piensen” de ella.

“No culpable, significa que no se pudo probar, no significa que creamos que es inocente”, dijo Jennifer Zedalis, directora de práctica judicial de la Universidad Levin College of Law, de Florida, al programa A&E Real Crime.

La supuesta niñera que se había quedado con Caylee, Zenaida González, fue llevada a testificar en el juicio. No se le imputó ningún cargo, pero ella sí demandó a Casey por difamación en 2013. Los cargos no prosperaron. En enero de 2016, González fue arrestada por robo cuando trabajaba en el área de limpieza de un hotel. Le habría robado a una persona enferma de cáncer su tarjeta de crédito con la que habría gastado 850 dólares en un shopping.

El propio juez del caso, Belvin Perry, creía que había pruebas suficientes para condenar a Casey y le costó creer que el jurado no lo hiciera. Él le dijo a la NBC que siempre había sentido durante el juicio que “había dos caras de Casey. La persona pública que ella quería que el jurado viera y la cara que mostraba cuando el jurado no estaba allí”

Cindy y George dieron, el 20 de marzo de 2019, una entrevista exclusiva para un especial de A&E, a la periodista Elizabeth Vargas. Allí expusieron sus teorías sobre lo ocurrido. Curiosamente disienten en varios puntos, pero coinciden en señalar a Casey como la responsable de lo ocurrido.

Reconocieron también los problemas de pareja que les generó el crimen. También hablaron del intento de suicidio de George, en el año 2009, luego de la horrible muerte de su nieta y de haber sido acusado de abuso sexual por su hija. No daba más, entonces, escribió una carta de despedida y se tomó una gran cantidad de barbitúricos. Pero se salvó. Reconoció que “sentía tanto dolor por la pérdida de Caylee y la dinámica de mi familia había cambiado de manera tan repentina, que simplemente quise irme a dormir para siempre”.

Uno de los puntos en los que no coinciden es en cómo habría muerto Caylee. Cindy está segura de que se ahogó en la pileta de su casa. George, en cambio, sospecha que Casey le provocó la muerte dándole un sedante y que la niña nunca despertó y que entonces puso su cuerpo en el baúl del auto por un determinado número de días luego de lo cual “Casey no supo qué hacer”.

Casey para sus amigos era una buena madre, pero todos se sorprendieron porque cuando fue absuelta no pidió buscar al verdadero asesino" de su hija


Por otra parte, el documental reveló una nueva evidencia surgida en el año 2017. El fiscal de caso, Jeff Ashton, les informó que esa prueba concuerda con la teoría de que Caylee habría muerto por asfixia.

Se supo que en la casa de los Anthony hubo una búsqueda por internet, en la computadora familiar, sobre “sofocación infalible”. Esa búsqueda se hizo la misma tarde en la que Caylee desapareció y no volvió a ser vista. Tanto Cindy como George creen que alguien más puede haber hecho ese googleo. Incluso la mañana en que Casey fue detenida todo el historial de búsquedas fue borrado. Cindy se rehúsa a decir quién cree que fue, aunque admite estar al tanto hoy de las múltiples mentiras que Casey le decía. Pero asegura que, en el momento en que las escuchó, no le resultaron evidentes.

Una vez, por ejemplo, Casey y su padre quedaron en encontrarse para almorzar en el local de Sports Authority, donde Casey trabajaba. Ese día, George se enteró por casualidad que todo era una burda mentira y que Casey no estaba empleada allí. Enojado le preguntó qué estaba pasando y su hija le respondió que no era asunto suyo, que no se metiera. George cree, además, que ella robaba dinero. Su padre sostiene que esta conducta patológica habría comenzado en los últimos años de la secundaria.

La pareja tampoco está del todo de acuerdo acerca de cuán habitual era que Casey se ausentara por varios días con su hija de la casa. Respecto del rol de ella en el crimen George no tiene dudas. Está convencido de que fue ella: “Absolutamente”. Y agrega: “Cindy y yo debemos haber hecho germinar una mala semilla. No lo entiendo. Simplemente no entiendo qué pasó con ella, con Casey”.

En lo que ambos estuvieron absolutamente de acuerdo fue en desmantelar el memorial que se había hecho en honor a su nieta en el medio del bosque, cerca de la escuela Hidden Oaks. Quitaron la cruz, las cartas, las flores y los peluches que la gente le ofrendaba: “Debemos intentar concluir esta historia y seguir para adelante”, aseguraron convencidos. George fue claro: “No quiero volver aquí de nuevo”. /Infobae