Crimen de la calesita: un amor prohibido que terminó en aberrante muerte

Lunes 01 de Junio de 2020, 15:27

Miguel Torres Juárez es el autor de uno de los asesinatos más espeluznantes de la ciudad de La Plata.



Magdalena Edith Torres tenía 22 años. Había presentado a su novio, Nahuel, a sus padres y hermanos en su casa de La Plata. Todos se mostraban felices, salvo un primo que estuvo toda la noche muy serio y callado. Su nombre era Miguel Torres Alonso, de 21 años.

Corría el año 2002.
Argentina estaba intentando salir de una crisis que se había llevado puesto a varios presidentes, dejados en el piso a casi 40 muertos y a millones sumidos en la pobreza. Pero Magdalena no pensaba en ello esa fatídica tarde.

Miguel llevaba dos años viviendo con sus tíos. Había llegado a La Plata de su Santiago del Estero natal con la idea de estudiar y trabajar. En el medio se enamoró de su prima Magdalena, en una relación que comenzó secretamente pero en la que ella no soñaba lo mismo que él.

El sábado 19 de enero, Magdalena se levantó y salió de su casa. Le dijo a la madre que iba a comprar ropa porque esa noche tenía planeado salir con su novio. Unas horas después planeaban almorzar juntas pero eso nunca sucedió.

En el Paseo del Bosque de La Plata, Miguel trabajaba cuidando los botes del lago y una calesita. Allí habían quedado en reunirse. Magdalena le quería decir algo y él no podía esperar.

En el fondo de su ser sabía de que se trataba la charla. Magdalena tenía novio y si algo quedaba de su relación con ella, esa tarde volverían a ser solamente primos y de lo prohibido ya nada quedaría. Él no quería eso.

El loco de la calesita


Un testigo, que estaba en los botes de alquiler, vio a los dos caminando por la orilla del lago del bosque. A esa altura Miguel ya sabía como terminaría el paseo. Ella no esperaba ese final.

Miguel llevó a Magdalena a la calesita. Abrió la puerta donde está el motor del carrusel y entró. En el centro de la calesita se forma una especie de habitáculo, de menos de dos metros de diámetro, que es usado para guardar herramientas. La joven también ingresó, o bien fue obligada a entrar. Nunca se supo.

Ella le dijo que no quería seguir más. Según él, también lo insultó. Él tomo un hierro y la golpeó varias veces en la cabeza. Luego le robó la plata que ella llevaba para comprar un pantalón y se fue a la casa que ambos compartían con la madre de ella.

Ramona, la madre de Magdalena, cuando llegó Miguel ya estaba preocupada. Su hija demoraba en regresar y habían quedado para almorzar. Encima, el joven le anunció que se volvería a Santiago del Estero. Eso la tomó por sorpresa. No era la única con esa reacción. El dueño de la calesita había sentido lo mismo cuando fue anunciado de la decisión de Miguel.

El domingo Magdalena seguía desaparecida. Con mucha sangre fría, Miguel llamaba a Ramona para preguntar si tenía noticias de la joven. A esa altura la denuncia sobre el paradero de la joven ya había sido hecha.

El dueño de la calesita, cuando recibió la noticia de la partida del joven se encontraba de vacaciones. Volvió a fines de enero. Él encontró el cuerpo de Magdalena en el habitáculo. En realidad primero vio tierra removida y unas frazadas manchadas con algo que podía ser sangre. Luego sintió el olor. Tomó una pala, y junto a otro empleado, movió la tierra. A los segundos vieron los dedos de una mano.

En el juicio quedó comprobado que cuando ingresaron al habitáculo, Miguel ya tenía la fosa lista. Magdalena estaba condenada a muerte desde que llegó a verlo y lo supo cuando ya era tarde. "Si no era mía, no era de nadie", comentó tiempo después su asesino.

Pero no fueron solamente golpes. El asesino, en ese tiempo no existía la figura de femicidio, tomó una cuchilla y le cortó el cuello tras golpearla. La joven seguía con vida hasta ese momento. Luego le seccionó la cabeza, los brazos y las piernas y arrojó todo a la fosa. Finalmente la tapó con tierra.

El informe de la autopsia reveló que Magdalena Torres fue descuartizada en vida, lo que demostraría el ensañamiento del homicida.Los investigadores también tuvieron en cuenta que el imputado sería un experto despostador de chivos y ovejas.El joven conocería muy bien estas tareas de campo ya que las realizaba en Santiago del Estero, su provincia natal.

Casi tres años después del brutal asesinato, Torres Alonso se cruzó cara a cara con los padres de Magdalena. Frente a sus tíos, contó cómo se había iniciado esa relación que terminó en muerte y horror. Días después fue condenado a prisión perpetua./Diario Uno

Magdalena Edith Torres tenía 22 años.