A los 9 años abrazó a Diego Maradona en “Agrandadytos” y su vida cambió para siempre

Lunes 13 de Julio de 2020, 09:37

Mariano Sinito abrazó a Diego Maradona en “Agrandadytos” y su vida cambió para siempre



Mariano Sinito tenía nueve años cuando estaba sentado frente a Dady Brieva en Agrandadytos hablando de su fanatismo por Diego Maradona. A esa edad ya era un feligrés de la iglesia que venera al astro del fútbol, y también era un estudioso de su ídolo: con lujo de detalles hablaba sobre sus proezas deportivas y demás cuestiones personales. De repente, sin previo aviso, el mismísimo Diez hizo su entrada al estudio. “No vas a llorar como un boludo”, le dijo el conductor al niño, con esa habilidad tan particular que tenía para dirigirse a sus pequeños invitados. Demasiado tarde: “¡Estoy tocando el cielo! ¡Estoy al lado de Diego! ¡¿Qué querés?!”

Fue en el 2005, antes de las redes sociales, Netflix y demás; por entonces, Agrandadytos formaba parte del ritual de los domingos a la noche. Las lágrimas de Mariano conmovieron a sus padres, sus amigos en Rosario, al propio Diego y a todos los televidentes. Con el tiempo se convirtió en un clásico de YouTube. Fue “un antes y un después” en su vida -así lo dijo en el programa y lo confirma en diálogo con Teleshow-, no solo por estar cara a cara con su ídolo, sino también por lo que vino después: el bullying perpetrado, principalmente, por los adultos.


“Cometiste una herejía”, le decía el profesor de catequesis de su colegio. Durante mucho tiempo renegó de aquel encuentro con su ídolo y, cuando le preguntaban, decía que él no era ese chico que lloró en los brazos de Diego. Pero después de un tiempo de terapia se animó a hablar del tema y ahora recuerda con alegría ese abrazo y los gestos que el ex futbolista tuvo para con él. “Si hace cinco años me decías de hacer esta nota te hubiese dicho que no. Pero por esa idiotez de sentirme mal por las cosas que me decían perdí mucho tiempo y oportunidades. Ahora quiero compensarlo”, asegura.

—Crecí en una familia maradoniana, hasta cierto punto. Siempre fui fan de varios deportes y tenía solo dos pósters en mi habitación: uno de Manu Ginóbili y otro de mi boxeador preferido en ese momento, Mike Tyson. Lo que tenía de Diego eran muchas revistas y libros. Los creadores de la Iglesia Maradoniana son amigos de la familia y a través de ellos fue llegando a casa mucha bibliografía.

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—¿Cómo surgió la posibilidad de ir a “Agrandadytos”?

—Mi sueño era ser actor y estar en la tele. En ese momento (año 2005) Diego estaba con su programa, La Noche del Diez, en El Trece, y querían hacer algo relacionado a él para promocionarlo en Agrandadytos. Les preguntaron a los de la Iglesia Maradoniana si tenían alguien para que fuera a hablar de fútbol, y como ellos me conocían a mí, que era fanático de los deportes y de Diego, le pasaron mi número a los productores del programa. Ellos me hicieron un casting por teléfono. Querían que hablara de Diego, pero si me hubiesen pedido que hablara de otra cosa lo hubiese hecho igual porque yo quería estar en la tele.

—¿Y después fuiste a Buenos Aires a grabar el programa con él?

—No, primero hubo otra etapa de casting para ver si me achicaba o no frente a cámara. Nunca tuve problemas con eso así que no me costó. Hasta ahí solo me habían hecho preguntas para ver cuánto sabía de fútbol. Después llegó el momento de grabar el primer programa en el que aparecí. Hicimos una entrevista de introducción con Dady, en la que hablamos de la Iglesia Maradoniana. Muchos me preguntan si estaba todo guionado... Para el programa no estaba bueno dejar mucho al azar porque no se podían arriesgar a que un nene dijera cualquier cosa. Ellos (por la producción) no te daban una respuesta concreta pero sí una guía que indicaba hacia dónde ir con la respuesta.

—¿Qué recordás del día en el que te sorprendió Diego en el estudio?

—Ahí no hubo nada guionado, excepto al principio, cuando hace la llamada Diego (N. de la R.: antes de hacer su aparición en el estudio, el Diez simuló una comunicación telefónica con Dady y Mariano, pero en realidad se encontraba en la sala de control, esperando a hacer su ingreso). Con eso casi me pongo a llorar, aunque yo sospechaba desde antes que algo iba a pasar. Cuando llegué al canal para grabar la entrevista había un BMW azul estacionado en la puerta, casi tan largo como toda la cuadra, y las otras veces que había ido no lo había visto. Lo segundo que noté fue que antes de empezar a grabar me llevaron a un camarín distinto al que siempre iba. Y lo tercero fue que me llevaron al estudio por una ruta alternativa, con todas las luces apagadas. Era algo sospechoso pero no me di cuenta. A la productora hay que felicitarla por el laburo que hicieron porque en ningún momento pensé que Diego iba a estar ahí.

—Después de esos “indicios” comenzó la grabación. Primero charla con Dady, después se suma Diego, supuestamente por teléfono. Y al final llega el momento en el que entra, te abraza y te largás a llorar.

—Fue impresionante. Diego tiene un aura distinta al resto de las personas. Supongo que otras figuras, como Charly o Cerati, tienen o habrán tenido también esa cosa especial alrededor suyo. El tipo es súper bajito pero te hace sentir diminuto cuando lo tenés al lado. Me esforcé mucho en no putearlo a Dady cuando me dijo “no vas a llorar como un boludo”. Estuve a punto de decirle “¿por qué no te vas a la p… que te parió?” Pero me acordé de que estaba en televisión y me salió el rosarino de adentro: le dije “¿qué queré’ que le haga?” sin pronunciar ni una ese. Y me largué a llorar.



—¿Recordás qué sentiste en ese momento?

—Me quedé en blanco. Y Diego en ese sentido es muy bicho y se puso a hablar con Dady para que yo me recuperara. En el video se ve que ellos tienen una pequeña conversación y Diego dice “este pibe es increíble” y cosas así. Yo me di cuenta de que hizo eso porque yo no podía ni hablar, no tenía nada en la cabeza. Me recompuse y ahí sí tuvimos un ida y vuelta. Fue increíble porque después de grabar el tipo se acercó y fue a saludar a mis viejos. Mi vieja tenía a mi hermanito en brazos. Suena horrible que lo cuente yo, pero esto es verdad: Diego les dijo “gracias por hacerme conocer a su hijo”, y nos invitó a todos los programas de La Noche del Diez. Hasta ese momento solo había salido el primer programa. Y también me invitó a jugar un partido de fútbol 5 en Buenos Aires con los de la Iglesia Maradoniana.

—O sea que poco tiempo después lo volviste a ver.

—Fui a todos los programas de La Noche del Diez, al backstage y al VIP. Hice notas ahí para Agrandadytos y conocí a un montón de famosos y futbolistas. Cuando empezó a hacer el Showbol vino a jugar al estadio cubierto de Newell’s y, antes del partido, nos dejó pasar a mí y a unos amigos al vestuario donde estaban los de Argentina. No solo estuve al lado de Diego, sino también de Ruggeri, Goyco, Gamboa, genios en serio de nuestro fútbol. Diego nos saludó, se sacó fotos, firmó camisetas, de todo. Y enfrente teníamos el vestuario de Brasil que estaba Branco, por ejemplo. Esa fue la última noche que lo vi a Diego.

—¿Y seguiste participando en “Agrandadytos”?

—Agrandadytos después dejó de existir y quedaron como 15 o 20 cosas que hice sin salir al aire. Todas las semanas iba a grabar, es una lástima porque se perdieron un montón de oportunidades. No dejaron que saliera al aire una nota que hice con el Pelado de CQC porque no éramos del mismo canal. En ese momento él intentaba “sacarle un pico” a las famosas, y yo di unas vueltas con él y me dio un pico la Capristo. ¡Nunca salió al aire! Era para dar la vuelta olímpica… También cubrí los festejos de los 20 años de Fútbol de Primera, hicimos una parodia de ShowMatch y varias cosas más que no salieron. Agrandadytos tenía un laburo de producción increíble y, obviamente, Dady era un buen conductor y llevaba muy bien el programa. Hasta el día de hoy me shockea cómo lograban ese nivel de autenticidad con los chicos, aún con algunas respuestas guionadas.

Recientemente, Mariano rememoró el encuentro con Diego a través de su cuenta en Twitter. “Si hubiera cobrado derechos de imagen sería millonario hoy, qué pibe opa, no hice un mango”, escribió (con humor, ya que en aquel entonces firmó un contrato y no hay nada que pueda reclamar). El posteo tuvo una gran repercusión, con comentarios como “siempre te tuve mucha envidia”, “eso es impagable” y “prefiero que el Diego me abrace así antes que ganar plata”.

Estos mensajes demuestran que el regreso del pequeño Mariano a Rosario tras el paso por Agrandadytos debería haber sido lleno de gloria: conoció a su ídolo, estuvo en televisión y compartió vestuario con grandes estrellas del fútbol argentino. Sin embargo, nada más alejado de la realidad. Si a Diego alguna vez le cortaron las piernas, a Mariano lo despertaron del sueño más placentero de su vida.

—¿Qué te decían tus amigos en Rosario?

—La pasé muy mal, pero no por los chicos, porque podía lidiar con un pibe de mi edad que me decía “che, lloraste como un boludo”. La respuesta era fácil: “Yo le di un abrazo a Maradona y vos no”. Pero era difícil lidiar a esa edad con adultos de un colegio religioso que te dicen “eso que hiciste es una herejía”. O los que no me dejaban practicar en los horarios de catequesis. O el vicedirector del colegio que subliminalmente me pegaba en los actos y se refería a mí con frases como “aquellos que adoran a ciertas personas” o “que idolatran a gente así”. O que en una cena haya un familiar o una persona adulta que te dice “¿vos sabés que Maradona es un falopero y un hijo de p…?” Con nueve años no puedo hacer juicios de valor así. Yo lo amo por otras cosas y no me da vergüenza decirlo. Yo tuve la oportunidad de vivir en primera persona cómo es realmente Maradona, y el tipo conmigo y con mi familia fue un fenómeno. A mí no me hizo nada, solamente se hizo mal a sí mismo.

—Si me hubieses dicho que tus compañeros de colegio se burlaban de vos quizás no me hubiera sorprendido porque a esa edad los chicos son complicados. Pero, ¿los adultos?

—A esa edad me tuve que enfrentar con adultos que te querían hacer sentir mal, con ese postureo de “yo soy mejor que vos”. La pasé muy mal, al punto de empezar a renegar de haberlo conocido en Agrandadytos, y empecé a negar que yo era ese nene. Hasta los 17 o 18 años, cada vez que me preguntaban si era yo, decía que no. Me hacían bullying las personas grandes y no podía lidiar con eso: no podía aceptar que me hicieran sentir mal por haber conocido a mi ídolo. ¿Viste la frase “los chicos son crueles”? Bueno, en mi caso fue al revés. Hice terapia mucho tiempo. Mis compañeros, más allá de alguna cargada por haber llorado, siempre me felicitaron por haber estado en la tele. En el tuit que publiqué el otro día, algunos me dijeron “te debería dar vergüenza abrazar al tipo este”. Yo les digo: a mí él no me lastimó, los que me lastimaron fueron ustedes.

—Pero sabés a qué cosas se refiere la gente cuando critica a Diego...

—Lo que me molesta es el “postureo” en las redes sociales, de agarrar el tuit y decir “cómo podés estar atrás de este gordo falopero”, como demostrándoles a tus seguidores que vos sos mejor que yo. Te felicito, ¿no te gusta Maradona? Entonces no comentes nada. La gente siempre usó a Maradona para sentirse mejor consigo misma: en el ’82 porque nos volvimos del Mundial en segunda ronda, en los 2000 porque estaba en Cuba con Fidel y casi se muere un par de veces, en el 2010 porque apoya a Maduro…

—¿Qué sentís ahora cuando ves el video?

—Durante mucho tiempo sentía vergüenza del momento en el que me largo a llorar. Ahora ya no me pasa eso. Mucha gente me dice que ve el video para reírse, pero se encuentran con alguien que hasta les relata todo lo que pasa porque me lo sé de memoria, entonces cambia el ánimo: de querer burlarse pasan a escuchar mi historia. Es como el mecanismo de defensa que desarrollé.

—¿Fue ese el momento más importante de tu vida?

—No, sería muy triste. Deseo de corazón que no lo sea. Fue uno de los momentos más felices en ese momento, y hasta el día de hoy tengo un recuerdo precioso guardado y lo voy a llevar hasta el día que me muera. Pero pasa por otro lado la felicidad para mí: ver a mi vieja feliz, por ejemplo, que hace poco se volvió a casar, o ver a mi viejo haciendo su vida, ver a mis abuelos… Fue un antes y un después, sí, cambió todo en mi vida. Un momento muy feliz en una etapa muy feliz de mi vida.

Con 15 años de diferencia, también en la tele: Mariano trabaja como periodista
Con 15 años de diferencia, también en la tele: Mariano trabaja como periodista

El deseo de convertirse en actor quedó en el pasado, con la inocencia del niño que derramó lágrimas en el hombro de su ídolo. Jugó al fútbol hasta los 18 años, cuando una fractura de tobillo lo alejó de las canchas, aunque nunca falta la oportunidad de juntarse con sus amigos para despuntar el vicio. Conserva el vínculo con los medios de comunicación: se recibió de periodista y trabaja en No Huddle, sitio en español especializado en fútbol americano, y sigue la campaña de Newell’s para radio La Red Rosario.

De su vínculo con Diego quedan un par de videos en YouTube, una foto y el recuerdo de haber sido, aunque sea por un rato, el niño más feliz del mundo: “Tengo unas ganas bárbaras de darle un abrazo, y mirá que intento llegarle por todos lados… Pero si no pasa, está todo bien, no quiero joderlo al tipo, que tiene mil cosas más importantes en su vida que esto. Tengo la esperanza de volver a tener una charla con él como adulto, sin largarme a llorar. Aunque eso no lo puedo prometer”. /Infobae