Habló Alejo: “la señora me dijo ¿querés la napolitana?, pero el mozo me la quitó: ‘no vas comerla, vos no la has pagado’”

Sábado 01 de Agosto de 2020, 18:02

Alejo contó que tenía hambre pero el mozo le impidió comer la milanesa napolitana que le había dado una señora. /Foto El Tucumano



Alejo Ibáñez, de 19 años, es el vendedor ambulante que fue echado de Bona Restó por un mozo. El video de lo ocurrido se viralizó en las redes sociales.

Alejo se dedica a vender medias, repasadores, alfajores, libros para colorear..., lo que sea con tal de generar unos ingresos para su familia.

“Todo ha sido el miércoles. Ya había dejado El Bajo y por la 25 me iba para la plaza Urquiza, donde hago los últimos bares. Seguía por la 25 cuando me cruzo a ese bar. Había una señora comiendo. Le oferto los libros para colorear que vendo y me dice eso, sonriendo: ‘No, gracias, ya mis hijos son grandes. Estoy esperando que me den un nietito y te compro, ¿querés la napolitana? Yo ya no la voy a comer’”, señaló el joven en diálogo con el sitio El Tucumano.

“La señora no quería que tiren la comida y yo le digo que sí la quería: tenía hambre. Yo había comido al mediodía y lo que pasó en el video fue entre las entre las siete de la tarde y las ocho de la noche. Así que no dudé en aceptarle a la señora, pero viene el mozo y me dice: ‘No, vos no vas comer esa napolitana. Vos no la has pagado’. Entonces yo le digo: ‘¿Por qué? Si la señora ya la ha pagado y ella me la ha regalado’”.

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Alejo vive en La Costanera Norte. En diálogo con el sitio El Tucumano, dice que en medio de su trabajo de venta callejera suele comer alimentos que le dan algunas personas buenas. “Siempre almuerzo en el Mercado del Norte. Ya me conocen. Lo que dejan, me lo calientan. Pizzas, empanadas, lo que haya, yo como. Entonces no le dudé cuando la señora me dijo lo de la milanesa. Me la ha regalado y se ha ido. Y yo he quedado solo. Ahí el mozo se puso a levantar las cosas. El mozo me ha llevado los cubiertos, pero yo tenía tanto hambre que empecé a comer la napo con las manos. Es muy rica la comida que hacen ahí”.

“Yo comía con las manos nomás, mientras el mozo se puso a levantar las tazas de café de las otras mesas y me dijo: ‘Esperame que ya vengo de nuevo’. Y yo le digo: ‘Bueno, pero vos no me vas a sacar de acá. Vos tenés que dejarme comer’, le digo. De verdad que es muy rica la comida del bar, bien gruesa la carne”.

“De tan bueno que es Dios había tres policías en la puerta y le dijeron al mozo: ‘¿Por qué le pegás? ¿Por qué no lo dejás comer tranquilo? Mirá cómo lo has hecho poner de nervioso al chico’. Yo ya estaba nervioso. Eran policías de otra comisaría. Los que andan en la peatonal. Me preguntan: ‘¿Qué ha pasado?’ Te digo la verdad, amigo, le he largado la milanesa al mozo. No te quiero mentir. Sí me ha hecho enojar. Si no hubiera querido que coma ahí, ¿no me la podía poner en una bolsita? La comida no se tira, amigo. Soy vendedor y trabajo desde hace cinco años. Es la primera vez que me pasa algo tan feo. Encima el mozo tenía anillos. Mirá cómo me ha dejado”, dice Alejo con las marcas en los pómulos y al costado del ojo izquierdo, cicatrices y costras a la altura de la sien.

Alejo cuenta que “hace un año y tres meses que fui papá. Se llama Florencia mi hija".

“Me tiene que pasar el enojo porque si tengo mala cara no puedo vender. Así que aquí estoy echándole ganas para tirar para adelante, así la cuerda no se afloja, como dice el dicho. No hay que aflojar porque si aflojás, no puedo llevarle nada a mi hija. Así que todos los días arriba. Sólo los domingos descanso. Me cuesta entender cómo puede haber gente tan mala. Él no me la ha pagado a la milanesa. Me la han regalado. He llorado ahí nomás, pero ya ha pasado todo”, asegura Alejo.