Acrobacias mortales, lesiones en todo el cuerpo y un pasado como abogado: las locuras de Pachi Martínez, de “Quinta a Fondo”

Lunes 10 de Agosto de 2020, 20:06

Pachi Martínez



Más de 25 puntos de sutura en la cabeza, triple fractura de nariz, fracturas en ambas clavículas, fractura de costilla, lesión renal, fractura de muñeca, ausencia de segundo nudillo en la mano derecha, desgarro de muslos anteriores y posteriores, pubalgia, fractura peneana, distensión de ligamentos de ambas rodillas y fracturas de ambos tobillos. La historia de Claudio Pachi Martínez podría contarse en lesiones. Marcas de una filosofía de vida que materializó hace dos décadas en un programa de televisión: Quinta a Fondo.

“Una vez fui a Catamarca a hacer un show y cuando terminé me quedé saludando a la gente. Vino un tipo, me abrazó y me dio un beso… Era el padre de María Soledad Morales. ‘¿Sabés por qué mi emoción? -me dijo- Porque la única media hora en la que con mi familia nos podemos apartar de la desgracia que vivimos es cuando miramos tu programa’. Me cayó como un rayo, casi me muero. Me llevó a comer a la casa y pasé dos días ahí. Estas son las cosas lindas de hacer un programa que, la primera vez que lo vio mi mamá, me dijo ‘con esta pelotudez te vas a cagar de hambre’. A veces hasta la que más te quiere se equivoca... Ya van 20 años que lo único que hago es divertirme”, cuenta Pachi a Teleshow.

El programa comenzó a emitirse sin gran repercusión en América Sports, luego Luis Majul lo llevó a América, donde tocó el éxito, y se consagró en Fox Sports. Después pasó por las señales El Garage, Metro y Magazine. Con muy bajo presupuesto y el carisma de sus protagonistas, logró cambiar la imagen de los deportes extremos y acercarlos al público. Por estos días se encuentra en un stand by por la pandemia del coronavirus, pero cuando vuelvan las grabaciones el ya histórico ciclo podrá verse por DirecTV Sports. A sus 55 años, Pachi seguirá inventando saltos mortales, manejando cualquier artefacto que pueda elevarse sobre el nivel del mar, haciendo piruetas imposibles con su moto e, inevitablemente, visitando las guardias de los hospitales.

Levantando vuelo

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Pachi Martínez es fanático de las motos desde su infancia (Foto: Libro "A fondo, la única manera de vivir")

—A los cuatro años mi mamá me llevó a un psiquiatra, le dijeron que era hiperactivo y le recomendaron que tuviera más contacto con la naturaleza. Así que nos mudamos de Flores a una casita en Ramos Mejía. Ahí fue donde me crié y empecé a hacer las mismas cosas que sigo haciendo en televisión. En el barrio era el pibe que hacía todas las pruebas raras y siempre buscaba desafiar el límite. Cuando iba a Aeroparque, me agarraba de la reja y quería ser piloto. Soñaba que volaba como Superman, pero era una sensación de vuelo real, como que marcaba el rumbo con mis manos. Me acuerdo que leía la vida de Saint-Exupéry y creía que yo había sido él.

—¿Practicabas formalmente algún deporte?


—Éramos una familia de clase media para abajo, estaba todo el día en la calle jugando al fútbol y con la bicicleta de asiento banana, que usaba para saltar y hacer pruebas. Después, a lo largo de mi vida, practiqué todos los deportes que siempre soñé: soy profesor de snowboard, piloto de avión, de helicóptero, paracaidista... Me das una escoba y la vuelo. Toda la vida hice boxeo y kick boxing. No concibo la vida sin deporte, es lo que me energiza. En el 2011 corrí la Maratón de Nueva York: es una de las cosas más emocionantes que me pasó en mi vida. Como parapentista volé en el Mont Blanc, pero ni eso se compara con la maratón. Si te puedo transmitir lo que sentí ese día me dan el premio Nobel de Literatura. Antes de dormir cierro los ojos y me transporto a los lugares que estuve y se me dibuja una sonrisa.

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A los cuatro años le dijeron que era hiperactivo. Su comportamiento en la escuela no era el mejor, pero fue abanderado y después se recibió de abogado (Foto: Libro "A fondo, la única manera de vivir")

—A pesar de todo, en un principio habías elegido un camino muy diferente para tu vida.

—Sí, terminé el colegio y me puse a estudiar derecho porque mi abuelito y mi papá eran abogados y siempre soñé trabajar con mi papá. Fue la persona más buena que conocí. Así que empecé a laburar en Tribunales para pagarme la facultad y me recibí. Pero después empecé con Quinta a Fondo y gracias a las boludeces que hago vivo como un príncipe. Por las mañanas me sigo pellizcando, no lo puedo creer...

—¿Cómo nació “Quinta a Fondo”?

—Siempre corrí en moto y una vez gané una carrera y me hicieron una nota para un programa que se llamaba Rider. Cuando terminó la nota, el conductor me dijo: “Flaco, qué labia que tenés”. Le dije que había estudiado teatro y que era abogado, y me contó que se le había caído un notero, así que me ofreció ocupar su lugar. Trabajé durante cinco años como notero hasta que me llamó el director de programación de América Sports, que me dijo: “Che, Pachi, ¿por qué no te hacés un programa? A la gente le pegan las pelotudeces que decís”. Así que junté a mis amigos e hice un piloto con las cosas que habíamos hecho toda la vida en la calle. Llevé el piloto y a la noche me llaman y me dicen “el sábado se estrena el programa”. Casi me muero, había tocado el cielo con las manos.

—¿Le fue bien al programa desde el principio?

—No, no lo veía nadie. No estábamos bien equipados, todo atado con alambre. Después de cinco años de hacerlo estuve a punto de bajarme porque era mucha la plata de mi bolsillo que se me iba: había que pagar el espacio, la edición de los tapes, las cámaras, a los pibes… Cuando estaba a punto de tirar la toalla porque no me daban los números me llamó Luis Majul, me llevó a América y el programa explotó. Te diría que hace 15 años que vivo muy bien gracias al programa. Pensá que vendimos más de un millón de pares de zapatillas de Quinta a Fondo.

Entre la locura y el éxito

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Pachi expone en "Quinta a Fondo" su filosofía de vida. En esta imagen, junto a dos amigos, "domando" un cuatriciclo en Luján

Con el paso de los años Quinta a Fondo se convirtió en una marca registrada. Un programa para toda la familia que fue vendido a varios países de Latinoamérica, Europa y Asia. “¡Lo tradujeron al mandarín!”, exclama el conductor. En 2014 ganó el premio Martín Fierro de Cable al mejor programa en el rubro entretenimiento. Pachi tiene un libro sobre su vida, “A fondo, la única manera de vivir”, escrito por Matías Sirota; y grabó una película sobre el ciclo, dirigida por Alejandro Spinello y Néstor Montablano, que nunca se estrenó.

“Creo que el éxito del programa tiene que ver con el antihéroe. Cuando empecé a hacer el programa me tiraba al río, saltaba una casa, atravesaba paredes, sacaba chispas con el ‘calefón woard’, y a los espectadores les encantaba vernos haciendo cosas que no se animan a hacer porque dicen ‘a esta edad sufrís los golpes’. Llevé el programa para ese lado: jugar, golpearnos y reírnos de nosotros mismos. Y otra cosa no menor es que siempre traté de no tener a nadie en contra. Nunca tuvimos un color político, nunca nos peleamos con nadie, nunca usamos publicidad vinculada al alcohol o cigarrillos ni nada que creamos que hace daño”.


Las pruebas más difíciles que superó Pachi Martínez, según él mismo

Entre todos los desafíos que superó, destaca tres ocasiones en las que se vio más cerca de la muerte. Una de ellas es cuando hizo “wakeboard sobre árboles” tirado por un helicóptero: “Cuando hacés wakeboard te impulsa una lancha en el agua. Bueno, yo usé un helicóptero, sin arnés. Me levantaron por el aire y fui apoyándome en las copas de los árboles. Esa prueba me marcó, dije: ‘Acá sí me mato’”.

La segunda ocurrió en Córdoba, cuando lo contrataron para hacer un show en la final del campeonato argentino de Rally 2009. La misión: saltar con un auto de rally sobre una rampa que tenía un despegue de tres metros y que estaba montada sobre el circuito. Una prueba que nunca antes se había realizado en Sudamérica. Antes de hacerlo se acercó el Coyote Villagra, nueve veces campeón argentino y gran amigo suyo. “No saltes, es una locura”, le dijo. “Ya me pagaron y me gasté toda la guita”, se limitó a responder Pachi. Logró un salto perfecto.

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"Ya me pagaron y me gasté toda la guita", dijo Pachi, acorralado, antes de hacer el salto único (Foto: Libro "A fondo, la única manera de vivir")

La tercera ocurrió en su casa de Pinamar. Pachi quería saltarla con su moto. El intendente Rafael De Vito autorizó la prueba, envió 15 camiones de arena para armar el recibidor sobre el terreno contiguo y cortó la calle para que tuviera espacio para tomar carrera. La noticia se difundió a través de los medios locales y una multitud se acercó para presenciarla. Pero cuando llegó el momento se dio cuenta de que era muy riesgoso. Hasta para él: “Nunca había saltado con esa rampa (de diez metros) y me preocupaba la falta de visibilidad para calcular la trayectoria. No había manera de establecer la velocidad necesaria”. Demasiado tarde: una multitud ya se encontraba en el lugar al grito de “que salte Pachi, la puta que lo parió”. No les podía fallar. Y no lo hizo… Un rato después orinó sangre y tuvo que viajar a Buenos Aires para tratar la lesión renal producto del manubrio que se incrustó en su ingle en el “aterrizaje”. Pero había cumplido su misión.

“Disfrutalo, amalo, querelo”

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Acrobacias mortales, lesiones en todo el cuerpo y un pasado como ...
Con Cacho Garay, en el rodaje de su película, que nunca fue estrenada (Foto: Libro "A fondo, la única manera de vivir")

Los divertidos copetes (presentaciones) de Pachi en Quinta a Fondo auguran una pirueta imposible con un final abierto. “Disfrutalo, amalo, querelo”, es el gag que repite el conductor antes de desafiar las leyes de la gravedad. Asegura que la frase no tiene una historia particular, pero su sentido no es azaroso: es el mensaje que quiere transmitir. “A fondo”, como filosofía de vida.

—Trabajar a fondo, amar a tus amigos a fondo, hacer el amor a fondo… Mi mensaje es que no te guardes nada. Podría quedarme encerrado en mi casa mirando películas porque el programa me dio para vivir tranquilo toda la vida. Pero cuando llego a un peaje y el tipo no me cobra y me dice ‘gracias, Pachi, seguí’; o cuando me para la policía (siempre estoy flojito de papeles porque no tengo nada a mi nombre) y se terminan sacando fotos conmigo; o cuando voy a la gomería y me regalan algo… Esas cosas me matan. No sé qué haría sin esos mimos. Además, la gente es muy respetuosa. Debe haber muchos que piensan que hacemos boludeces pero nunca me ha pasado que me dijeran algo malo en la calle.

—¿Tu madre alguna vez te admitió que se había equivocado?

—No, nunca lo aceptó. Cuando gané el Martín Fierro me votó APTRA, que tiene 100 tipos que, en su mayoría, son gente grande que en su vida le puede llegar a gustar Quinta a Fondo. Y lo gané.

—¿En qué pensás cuando estás haciendo una de tus pruebas?


—No pienso en nada. Cuando hacés esas cosas es cuando más te amás porque pensás en vos y se te van todos los pensamientos. Cuando estás cerca de la muerte es cuando más centrado estás.

—Supongo que más allá de ese cariño de la gente que mencionaste, necesitás sentir la adrenalina…

—Sí, es necesaria. Es como la espinaca para Popeye. Todas las mañanas me levanto con ganas de salir a la cancha. Ahora tengo un campo que se llama Quinta a Fondo Ranch, donde hacemos nuestras pruebas, jugamos, tenemos un lago… Yo siempre pienso “wow, miren lo que tenemos gracias al programa”. No se habla de política, no hay grietas ni odio. Abrazamos hasta a las vacas. Me encantaría que todo el mundo entienda cómo vivimos nosotros así nos dejamos de pelear entre todos.

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El "Quinta a Fondo Ranch", donde Pachi y su equipo tienen todo lo necesario para seguir poniendo a prueba su vida (Foto: Instagram)

—¿Tenés dolores con todas las lesiones que sufriste?

—Nada. Creo mucho en el cerebro y todo lo que le hablo. Durante el día le voy hablando y el cuerpo toma todo como cierto. Le digo: “Wow, cómo estás. Bien, nene, no te duele nada, esto recién empieza”. No fumo ni chupo pero tampoco como sano. Sí hago yoga, y a la noche medito antes de dormir.

—¿Es cierto que ustedes arrancaron antes que “Jackass”?


—Sí. Cuando ellos estrenaron su película en la Argentina me contrató la Paramount para que la presentara. En los carteles decía “Quinta a Fondo presenta Jackass”. Después me llevaron a Los Ángeles y estuve una semana con ellos donde grababan.

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"El Rasta", uno de los integrantes de "Quinta a Fondo" que forma parte del equipo desde el primer día

—¿Qué pasó con la película de “Quinta a Fondo”?


—La mitad del dinero para hacerla la puse yo y la otra mitad el Gobierno de San Luis. Pero después el Gobierno de San Luis se peleó con el Gobierno Nacional que estaba en ese momento, así que hubo un tema del cual yo soy ajeno, y nunca salió. Pero ya está terminada y estamos viendo cómo cambiarle el formato, por el tema de la calidad, para estrenarla. Si la ves te morís: participaron Sofía Zámolo, Luis Ventura, Yuyito González, Cacho Garay y Rodolfo Ranni.

—¿Alguna vez tuviste problemas con la Justicia haciendo tu programa?

—Nada, la gente siempre se engancha y me ayuda. He tenido mil accidentes, nos han parado y nos ha pasado de todo, pero siempre con la mejor. Una vez fuimos a Córdoba y nos secuestraron las motos, la chata, todo. Pero el último día bajó un helicóptero donde estábamos nosotros: era el secretario de Seguridad de Córdoba. Lo abracé y le dije: “Che, no sabés lo que me pasó…” El tipo agarró el teléfono y dijo: “Hola, comisario, estoy con los chicos de Quinta a Fondo. Devuélvanles las cosas”. Merecíamos que nos secuestraran todo porque no teníamos los papeles de nada. No eran cosas robadas pero somos como los chicos: no les podés pedir que tengan las cosas en regla. La gente lo entiende y por eso jamás hemos tenido un tema judicial.

—¿En el amor te iba mejor como abogado o ahora como conductor de “Quinta a Fondo”?


—Me iba mucho mejor como abogado… Me ponía el traje y la rompía. Ahora me dicen que estoy loco, o se cagan de risa y se van corriendo. Nunca me casé pero tengo un hijo (Valentino) con mi novia de toda la vida. Ella siempre me bancó. Me dice: “Andá despacito, no te rompas”. Pero me conoció así, no le queda otra. A mi hijo le encanta lo que hago, pero nada que ver conmigo. Es re cuidadoso.

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"Cuando voy a cargar nafta escucho que dicen ’ahí está el loco de Quinta a Fondo’"

—¿Qué pensás cuando la gente te dice que estás loco?


—Yo le digo a la gente: cada uno de los millones de habitantes del planeta tiene su locura. La mayoría la tapa porque si mostrás tu locura te dicen “mirá la pelotudez que hace”. A mí se me nota la locura y es un orgullo. Cuando voy a cargar nafta escucho que dicen “ahí está el loco de Quinta a Fondo”. Y está bien, es lógico… ¿qué me van a decir? /Infobae