Coronavirus: un médico residente ayudó a que 5 hijos despidieran a su mamá por videollamada

Jueves 17 de Septiembre de 2020, 23:39

Valentín ayudó a que Norma pudiera despedirse de sus cinco hijos por videollamada. /Foto: Cortesía Valentín Vidal



“La medicina es mucho más que la parte biológica. Se trata, también, de generar y transmitirle empatía al otro. Nuestro grupo de trabajo siempre fue así”, expresa Valentín Vidal, un médico residente de la provincia de Buenos Aires a TN.

Valentín es un joven de 29 años apasionado por la vida, la salud y el bienestar del prójimo. Nació en la ciudad de Balcarce, pero a los 19 años se mudó a más de 300 kilómetros de su hogar para estudiar en la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Nacional de La Plata. Después de graduarse, hizo un año de medicina general en el Hospital Cestino de Ensenada. Luego, se trasladó al Hospital San Roque de Gonnet para aplicar en la residencia de oncología.

Hoy, está próximo a finalizar el primer año y trabaja como médico residente en el área de clínica médica, atendiendo casos positivos de COVID-19. Un médico de trinchera, apostado en la primera línea contra la pandemia.

Hace unos días, el jueves 10 de septiembre, vivió un momento movilizante, único en su carrera. Pero la historia comenzó tiempo antes. Valentín cuidaba día a día a Norma, una paciente que, entre otras complicaciones, había contraído coronavirus. “Ella estuvo internada en una sala especial de aislamiento y, como medida preventiva, no podía recibir visitas”, cuenta. Aunque los médicos le proporcionaban un tratamiento óptimo para su salud, su estado general era delicado.

miércoles nueve de septiembre, a Valentín le tocó la guardia nocturna. Esa misma noche, se comunicó con los hijos de Norma. Tenía que avisarle a la familia que no había evolucionado bien. “Ellos me plantearon la posibilidad de verla, de acercarse. Fue ahí cuanto les sugerí hacer una videollamada grupal”, dice Valentín. Entonces, los cinco hijos coincidieron con la idea y agendaron la llamada para la mañana del jueves.



Su turno finalizaba a primera hora del día pero, como estaba comprometido con la familia, sintió que debía quedarse. No importaba el cansancio, había que cumplir con la promesa.

A las 9:30 de la mañana ingresó a la habitación 317 y ahí estaba Norma. Valentín la auscultó y revisó sus signos vitales. Después del chequeo, le contó que sus hijos tenían una sorpresa para ella. A través de un teléfono, Norma recargó energía gracias al cariño que le llegaba por la pantalla del celular.

Por un momento, su sonrisa brilló y se volvió la curva más bonita de la habitación. Sus manos se tornaron cálidas y vigorosas. Su rostro se ruborizó y sus ojos se iluminaron con lágrimas de amor. Nadie sabía que podía pasar mañana, al otro día, pero los cinco hijos de Norma sintieron que era un momento especial, tal vez una despedida.

“Fue una situación súper emocionante, tenía un nudo en la garganta. Se me caían las lágrimas, pero no se notaron por todo el equipo de protección personal que llevaba puesto”, expresa Valentín. Y agrega: “Estas cosas pasan a menudo. Cuando le das un diagnóstico a un paciente o el parte a una familia. Te conmueve y emociona”.

Al otro día, el viernes 11, el estado de Norma empeoró. Esa misma tarde, murió. Un compañero de Valentín tuvo que comunicarle la noticia a la familia. Él no se encontraba de guardia.

Para su sorpresa, una imagen del momento emotivo que presenció ya circulaba por las redes sociales. La historia de amor, empatía y generosidad se había viralizado. Fue tan grande la difusión que, incluso, llegó a los hijos de Norma, que buscaron al médico para agradecerle el gesto.

“A pesar de las circunstancias, la familia quedó muy agradecida por haberse podido despedir. Les reconfortó la situación”, recuerda Valentín. Y concluye: “A mí me enseñaron que la medicina va de la mano con un montón de sentimientos y sensaciones. Esta residencia, al igual que la anterior en el Hospital Cestino, me transmitieron valores muy lindos que aplico a la hora de trabajar”.

Recién empieza su carrera. Pero ya tiene el diploma que más importa, el de saber ponerse en el lugar del que sufre. /TN