El homenaje de un artista tucumano a los médicos que luchan contra el coronavirus

Martes 22 de Septiembre de 2020, 23:51

Ricardo Álvarez fue ciclista y ahora maravilla a todos con sus esculturas en madera.



El artista tucumano Ricardo Álvarez, para él, la motosierra es una herramienta para crear belleza. Es que el hombre de 43 años nacido en Las Mesadas, les da forma a los árboles caídos y a las piedras hasta volverlas auténticas obras de arte. Animales autóctonos, vírgenes, ángeles y hasta un monumento dedicado a los médicos que hoy batallan en la primera línea contra la pandemia. “En esto no hay lugar para el error, todo tiene que ser justo, preciso… Una vez que empezás, ya no hay vuelta atrás. A las figuras las pienso mucho, las elaboro bien en la cabeza y después arranco”, explica Ricardo, el artista de la motosierra.

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Antes de representar a Tucumán en competencias de talla con motosierra, Ricardo lo hacía arriba de su bicicleta compitiendo como ciclista de ruta. Desde hace seis años que ya no compite profesionalmente como ciclista: “La verdad que es muy duro y ya no quiero sufrir más. Se volvió muy difícil porque ya no se conseguían sponsors”. Cuando dejó de lado la bicicleta, le tomó el gusto y el pulso a otra de sus grandes pasiones: la escultura. 

“Acá en Las Mesadas no había mucho que hacer, en ese entonces no había ni luz. En la escuela había una maestra de Monteros que te enseñaba algún oficio para que aprendas, la señorita mami le decíamos todos… Ella me enseñó”, cuenta Ricardo cómo empezó a tallar en maderas y piedras durante su infancia mientras asistía a la Escuela 380 ubicada sobre la ruta 307. Eso que aprendió de chico lo fue perfeccionando más tarde de forma siempre autodidacta. “Siempre me ha gustado hacer artesanías. Esto es a prueba y error, vas viendo las diferentes técnicas por internet y las vas aplicando y mejorando. Yo antes tallaba a mano y a los 16 años me compré mi primera motosierra”, explica el artista. 

Ricardo cambió la precisión del cincel por esa herramienta, mecánica y en apariencia indómita, con la que robustos leñadores talan inmensos árboles. Pero él no la usa para derribar árboles, sino para imprimirle formas y rostros a la madera. En Las Mesadas, suele aprovechar las crecidas del río Zerda y los troncos que arrastra la correntada para tallar sus obras. Como los empleados de vialidad ya lo conocen y saben de su arte, suelen acercarle los árboles que caen a la vera de los caminos en las tormentas. A esos troncos inertes que antes fueron un árbol, el artista vuelve a darles vida al trazar figuras. “Está loco… vos sos de otro planeta, me dicen algunos. La verdad que no te puedo explicar cómo es que me salen. A mi particularmente me gusta hacer imágenes religiosas y animales, aves autóctonas y especies en peligro de extinción, sobre todo, para los chicos que no conocen que hay esos animales por acá. Tenés que saber bien cómo son las distintas fisonomías de los animales. Todas son piezas únicas”, explica mientras deja por un momento de trabajar en la última de sus obras talladas en madera: un puma cazando una corzuela. 

“Necesitás mucha paciencia, sin paciencia no lográs nada… esto no es para nerviosos. A veces estoy hasta las una de la mañana trabajando. En esto no existen los fines de semana ni los feriados”, comenta Ricardo. Cuando encara un nuevo proyecto de escultura, lo hace sin un modelo previo ni un plan que seguir, simplemente deja que sea la madera la que hable. De acuerdo a lo que ve, le da la forma que se le viene a la mente. Ha fabricado desde carteles para las fachadas de las casas hasta la escultura de una virgen de tres metros y medio de alto que ahora está emplazada en la entrada de Santa Lucía, el lugar donde vive junto a su esposa y tres de sus hijos. Algunas de sus esculturas le han demandado más de dos años de trabajo. 

En septiembre del año pasado participó de su primer campeonato de talla con motosierra en la ciudad chaqueña de Presidencia Roque Sáenz Peña y obtuvo el primer galardón. Fueron tres días intensos donde compitió contra artesanos de distintos puntos del país y de Brasil: “Había que hacer animales autóctonos de la zona. Eran obras escultóricas para usar como bancos en los espacios públicos, es decir, tallar un animal que sea un banco. Yo usé un tronco de algarrobo y con eso hice un yacaré con un jabalí, en la cola del yacaré era el banco para sentarse”. Volvió a competir en enero de este año en un certamen que se desarrolló en Colón, Entre Ríos. Fueron siete días de competencia en los que tenía que representar una de las estaciones del viacrucis, a él le tocó la imagen de cristo cuando muere en la cruz y quedó en el cuarto lugar. /eltucumano