La tucumana que se gana la vida en España vendiendo alfajores

Miércoles 02 de Diciembre de 2020, 09:08

El emprendimiento de Luciana Saade es CocoMad y en un mes cumplirá su primer año; está en el barrio madrileño Guindalera.



Comer un alfajor es tan argentino como comer un asado. En España, donde la gastronomía de la Argentina está extendida se consiguen fácilmente alfajores industrializados de las marcas más populares. En cambio, no es tan simple encontrarse con los artesanales.

La tucumana Luciana Saade hacía los tradicionales de maicena y los llevaba para convidarles a sus compañeros de la Universidad Alcalá de Henares, donde cursó una maestría en Comunicación Política y se quedó trabajando. "Les encantaba y empezaron a decirme ’vendenos a nosotros’. Así, un poco por casualidad, nació mi emprendimiento", recuerda.

El emprendimiento es CocoMad y en un mes cumplirá su primer año; está en el barrio madrileño Guindalera. Arrancó vendiendo entre 10 y 15 docenas semanales y hoy no baja de las 50. Invirtió todos los ahorros que había reunido en un año y medio en España, 10.000 euros, y no sólo está contenta porque los recupera, sino porque sobrevivió a la pandemia y a la cuarentena. Es más, durante el aislamiento -que se decretó cuando su negocio apenas tenía 70 días- crecieron las ventas y la marca se hizo conocida.

Saade es licenciada en Comunicación Social; en 2015 vivió en Estados Unidos y fue pasante de la CNN en español. Dos años después decidió especializarse en comunicación política y marketing en España. "La idea era terminar y volver, pero me fui quedando. Acá la situación está muy complicada, no es nada fácil conseguir trabajo y sin ingresos estables es complicado mantenerse -resume-. Cuando mis compañeros me entusiasmaron, hice muestras de alfajores, se los hacía probar, les preguntaba si pagarían y cuánto por ese producto. Fue como un pequeño estudio de mercado".

CocoMad abrió el 30 de diciembre en 2019. La elección del barrio apuntó a que fuera "bien español, no donde estuviera lleno de turistas. Buscaba posicionar el producto", cuenta Saade, quien subraya que así como las empanadas ya son conocidas, los alfajores necesitaron de presentación. "Para muchos fue un cambio cultural de 360 grados", apunta.

Recuerda que un día un cliente le recomendó que en el cartel donde se leía "alfajores" agregara "argentinos". Es que en el sur de España hay alfajores hechos con una especie de galletas que no se parecen "en nada".

El otro gran anzuelo para los compradores es el dulce de leche. Es el único insumo que compra directo a una importadora que lleva de la Argentina la marca San Ignacio. "Descubrí una clientela que no imaginaba, gente grande, que viaja y no tiene problemas de dinero. Son los que más conocen la Argentina, los que cuando van se traen dulce de leche", sintetiza. Incluso vende potes en su tienda. Aunque la mayoría elige el argentino, tiene de otras marcas europeas porque "los que quieren gastar menos, tienen que tener opciones".

El local -orientado al comprar y llevar porque tiene sólo 16 metros cuadrados- arrancó con cuatro tipo de alfajores, maicena, coco, avena (para los que buscaban algo saludable) y los bañados en chocolate (los "marplantenses"), además de pasta flora, bizcochos y algunas tortas. "Fue muy duro; a enero los españoles le dicen ’la cuesta’ porque la gente gastó para las fiestas y ese mes empiezan las rebajas y va todo a ropa. Cuando empezó a mejorar el panorama, llegó la cuarentena. Se cerró todo", repasa Saade.

El emprendimiento es unipersonal, su creadora se encarga de cocinar, vender, responder en las redes sociales. Nueve de cada diez clientes llegan por esa vía. Cuando debió cerrar por la pandemia, empezó a recibir mensajes pidiéndole que mandara alfajores a domicilio. "Me reorganicé con los proveedores para seguir trabajando y al final ese período me posicionó también porque la gente se solidarizó con los pequeños productores. No sólo pude reabrir, sino que pude seguir; muchos volvieron, pero no pudieron continuar", señala Saade.

Subraya que nunca deja de responder los mensajes, de hablar con los clientes, de mandar un "regalito" con el pedido. "Se armó una comunidad en torno a los alfajores -sintetiza-. Como soy fanática de Tucumán y de la Argentina, aprovecho para contar y postear por qué somos conocidos en la provincia, la diferencia entre los alfajores que hay en el país, entre las empanadas, entre los cortes de asado, sobre el mate..Es un plus que busco".

Hay alfajores de pistacho, rellenos crema de avellanas y chocolate, de frutos rojos, de mantequilla de maní; también de harina de arroz. En sus planes está armar una línea de productos regionales del norte argentino. Saade tiene 28 años y está sorprendida porque recibe mensajes de diferentes lugares de España para replicar el negocio. /Lanacion