Domingo 02 de Mayo de 2021, 18:02

El 2 de mayo, Margaret Thatcher decidió con su gabinete de guerra el hundimiento del crucero en un almuerzo en su residencia de campo, luego de que Argentina amenazara con un ataque naval a la flota británica. Ese día cambió la guerra.
El 30 de abril de 1982 Estados Unidos abandonó la mediación entre Argentina y Gran Bretaña y decidió la asistencia militar a su aliado histórico. La OTAN, antes de la comunicación póblica, ya había entregado misiles, combustible, municiones, material de inteligencia en la base logiística británica de la isla Ascensión, en medio del oceáno Atlántico. Ese día, se inició el bloqueo aéreo y naval británico, la zona de exclusión total sobre las islas. Todas las naves que circularan sin autorización sería consideradas hostiles y susceptibles de ser atacadas. Ese día, también, las emisiones electrónicas de los barcos británicos fueron detectadas por los radaristas con el equipo móvil de contramedidas en Puerto Argentino.
Al día siguiente se bombardeó Puerto Argentino.
En su libro La Guerra Invisible, Marcelo Larraquy revela el seguimiento sobre el crucero General Belgrano antes del impacto, y cómo se logró detectar la posición de las balsas de los sobrevivientes, tras casi un día de búsqueda.
Un extracto del libro se publica a continuación:El hundimiento del Belgrano
(…) Con la caída de las primeras bombas del 1º de mayo, el presidente peruano Fernando Belaunde Terry presento de urgencia una propuesta de paz que contemplaba el retiro de tropas de ambos paises, una administracion cuatripartita de las islas y el compromiso de resolver el conflicto en el termino de un año. Mientras se efectuaba un desesperado intento de pacificación, una flota de submarinos nucleares britónicos detectó y comenzó a monitorear las posiciones del portaviones 25 de Mayo y del crucero ARA General Belgrano.
La Armada había desplegado su flota para impedir un desembarco británico, que —suponía— podria producirse sobre la costa este de la isla Soledad. La flota se dividió en dos grupos. El mayor incluia el 25 de Mayo y otras seis embarcaciones, que permanecieron en el limite de la zona de exclusion. El segundo grupo, conformado por el General Belgrano y dos destructores, se desplazo 260 millas al sur, en prevision de la llegada de la flota enemiga.
En la tarde del 30 de abril, el General Belgrano habia sido descubierto. Uno de los submarinos, el Conqueror, comenzaria a trackearlo, a seguirlo a distancia. El Conqueror poseia un reactor nuclear como fuente de energia —pero no armas nucleares—, que le permitia realizar el patrullaje sin emerger. Tenia una marcha silenciosa, dificil de detectar, y una velocidad superior a las naves de superficie.
El crucero General Belgrano estaba en condiciones de generar daño con sus cañones. Alrededor de el navegaban los destructores ARA Piedrabuena y ARA Hipolito Bouchard, con Exocet MM-38 (mar-mar 38).
Por el norte, a la altura de Puerto Deseado, a 120 millas de la costa, se ubicaba el portaviones 25 de Mayo con sus aviones A-4Q Skyhawk embarcados. Y, en medio de los dos grupos, entre el norte y el sur, se hallaban las corbetas francesas Clase A-69, que tambien podian lanzar Exocet MM-38.
A las 16.32 el capitán Bonzo ordena abandonar la nave. De los 1093 tripulantes, 770 llegaron a las balsas, 323 murieron en el mar (Fernando Massobrio)
La Marina argentina estaba decidida a una batalla naval, la mas importante despues de la Segunda Guerra Mundial. En la tarde del 1º de mayo un avion Tracker de exploracion estimo que habia detectado siete barcos enemigos. El 25 de Mayo se desplazo hacia esa posicion para lanzar el ataque. Pero, como el sol se ponia a las seis de la tarde, debieron esperar el crepusculo matutino. No tenian sistema para realizar vuelos nocturnos. Por la noche otro Tracker confirmo la localizacion. Eran trece buques de la Fuerza de Tareas, 80 millas al este de Puerto Argentino y a 200 millas del 25 de Mayo. Casi en forma simultanea, un avion enemigo permanecio media hora en el aire a 60 millas del portaviones. Los había detectado. Ya no seria una accion sorpresiva: la flota britanica los esperaria. Sin embargo, el plan de ofensiva continuo. Desde el centro, las corbetas Granville, Guerrico y Drummond se acercarian a los blancos y, luego de lanzar su ataque, se dirigirian a las islas y permanecerian protegidas alrededor de ellas. Desde el portaviones, que luego moveria su posicion junto a sus naves escoltas, en el amanecer del 2 de mayo despegarian seis aviones A-4Q, con cuatro bombas MK-82 de 230 kilos cada una.
Por la noche, el viento calmo. Mas tarde, casi habia desaparecido. No habia nudos de viento para iniciar la operacion, en esa area, en medio del Atlantico Sur. Se necesitaba aligerar los aviones para que despegaran. Deberian partir solo con una bomba cada uno y, como el enemigo los esperaba, calcularon que podrian llegar a perder por lo menos cuatro de las seis unidades aéreas. En consecuencia, el ataque se cancelo. Se ordeno a las corbetas que retrocedieran hacia el oeste y se prefirio esperar otra oportunidad para el uso del 25 de Mayo en una ofensiva naval.
Pero nunca más la hubo.
El almirante Isaac Anaya dio la orden de replegar las naves hacia la costa. El destructor Santisima Trinidad, para evitar ser torpedeado, fue replegado cerca de Puerto Madryn. Anaya pensaba que, si perdía una embarcacion, ya no la podria reponer. La decision de hacer retroceder a la flota naval argentina demostraba que en la guerra que acababa de comenzar no habia un comando conjunto al que se subordinaran las tres fuerzas. Cada fuerza iba tomando sus propias decisiones. (…)
En la madrugada del 2 de mayo, el crucero General Belgrano realizo una maniobra que lo acercaria a las fuerzas navales britanicas. Llevaba mas de mil tripulantes a bordo. La idea de la Armada seguia siendo no comprometerlo en un ataque frontal, sino utilizarlo como elemento de distracción para el grupo del portaviones Hermes mientras el portaviones 25 de Mayo mantenia latente un enfrentamiento con el Invincible. La acción era riesgosa porque el Belgrano debia atravesar la zona de exclusion, una densa barrera de submarinos, fragatas y destructores británicos.
Horas mas tarde, el almirante Gualter Allara, que habia servido como agregado naval en el Reino Unido y era el jefe de la Flota de Mar, ordeno el repliegue, en cumplimiento con las ordenes de Anaya. Las naves iniciaron el regreso.
Pero el crucero General Belgrano, que ya estaba 35 millas fuera de la zona de exclusion, desplazandose hacia la isla de los Estados, al sur del oceano, ya tenia encima al Conqueror, que lo venia trackeando.
El comandante del submarino, el capitan Christopher Wreford-Brown, lo informó a (a la base de) Northwood. El objetivo original del comandante en jefe de la Marina Real, el almirante Fieldhouse, en control de la Operación Coporate, era localizar y golpear sobre el 25 de Mayo, que transportaba una escuadrilla de doce aviones A-4Q Skyhawk. Su eliminacion era parte de la estrategia de dominio del mar alrededor de las islas antes del desembarco. Pero, dado que el portaviones no podia ser hallado en el cuadrante norte por los otros submarinos, el Spartan y el Splendid, Fieldhouse coincidio con (el almirante) Woodward en la nueva doctrina operativa: dejar fuera de combate al Belgrano.
Woodward, desde el Hermes, creia que su flota podria ser atacada desde el noroeste y el sudoeste. El capitan Wreford-Brown pensaba, ademas, que seria un desperdicio no hacer nada con el Belgrano luego del trabajo que le habia llevado encontrarlo y rastrearlo. Esperaba que se modificaran las reglas del enfrentamiento y le dieran permiso para atacar fuera de la zona de exclusion.
“El proyectil había dado en la sala de máquinas de popa, ingresó 2 metros dentro del buque antes de explotar e hizo un boquete de 20 metros de largo por 4 de ancho. Por allí el Belgrano embarcó en segundos 9500 toneladas de agua”, relató el comandante (GENTILEZA ASOCIACION AMIGOS DEL CRUCERO GENERAL BELGRANO)
El domingo 2 de mayo por la manana, el gabinete de guerra se reunio en Chequers, la casa de campo oficial de Margaret Thatcher, en las afueras de Londres. Debia decidirse si se ordenaba el ataque al crucero fuera de la zona de exclusion. Se debatio cual era su amenaza real para la Fuerza de Tareas. Si podia averiarselo pero no hundirlo. Si se debia impactar solo al Belgrano y no a los destructores que lo escoltaban, para permitir la busqueda de sobrevivientes.
La decision se tomo antes del almuerzo. Se intento revestir el ataque de un proposito defensivo: pese a su lejanía de la zona de operaciones, el crucero Belgrano, junto al portaviones 25 de Mayo, podria realizar una accion de pinzas sobre la flota britanica, y debian neutralizar esa amenaza.
Entonces se dio paso al mayor sacrificio de vidas de la Guerra de las Malvinas.
En la tarde del 2 de mayo, el Conqueror ya estaba a 2000 metros de distancia del Belgrano. El crucero no contaba con sonar para detectar submarinos. Sin advertencia previa, despues de treinta horas y 400 millas de seguimiento, atacaron al barco, que se alejaba hacia el sudoeste, a 60 kilometros fuera de la zona de exclusion, donde no habia una unidad britanica que pudiera percibir su amenaza.
El Conqueror disparo tres torpedos Mark-8. Los dos primeros golpearon en el Belgrano, y el tercero en uno de los destructores que lo acompanaba, el Hipolito Bouchard, pero en este blanco no exploto. Lo haria a cien metros. Sintieron la detonacion. Fue un cimbronazo que hizo mover al destructor.
Desde el Bouchard intentaron comunicarse con el Belgrano, pero ningun circuito funciono. Presumieron que habia sido atacado y entonces decidieron dispersarse; tambien lo hizo el otro destructor, el Piedrabuena.
Despues de los impactos, el Conqueror se alejo a 15 kilometros y a traves del periscopio observo como el Belgrano se inclinaba a babor. En una hora el crucero, construido en los Estados Unidos, que habia salido indemne de las bombas del ataque a Pearl Harbor, se hundio en el mar.
El primer impacto de los torpedos mato en forma instantanea a doscientos setenta y cuatro tripulantes. Poco despues, se descargo un temporal sobre los sobrevivientes que se habían lanzado a las balsas.
“El barco hizo un movimiento, volvió a surgir del agua y se hundió definitivamente en forma vertical. En el fondo del mar explotaron las calderas y se hizo un gigantesco torbellino de agua”, recordó un sobreviviente
La negociacion por el cese de fuego entre el presidente de Peru, Gran Bretaña y la dictadura argentina estaba delineandose ese mismo dia. Eran siete puntos: cese inmediato de hostilidades, retiro mutuo de fuerzas militares, presencia de representantes ajenos a las partes involucradas en el conflicto, reconocimiento de reclamos y conflictos sobre la situacion de las islas, consideracion de aspiraciones e intereses de los habitantes locales en la solucion definitiva, participacion de varios paises en el convenio de acuerdo y plazo para suscribir un acuerdo definitivo antes del 30 de abril de 1983.
A las cinco de la tarde del 2 de mayo llego el primer despacho al bunker (de la base aeronaval de Río Grande). Algo había sucedido con el Belgrano. No se sabia que. El destructor Piedrabuena habia enviado un mensaje que habia llegado distorsionado al Comando de Aviacion Naval, en la Base Espora. (…)
En la base de Rio Grande, se decidio el despegue del avion Neptune 2 P-112 para localizar a los sobrevivientes del crucero General Belgrano.
Se trataba de un avion fabricado en Estados Unidos en 1962, con motores algo fatigados y sin armamento defensivo. Los pilotos navales de A-4Q o de Aermacchi lo pedian para que les marcara la posicion de un blanco en las ejercitaciones de mar. El Neptune tenia una autonomia de hasta catorce horas de vuelo y podia alcanzar 10 o 15 mil pies de altura. Contaba con un radar potente, de un alcance de hasta 160 millas nauticas, y un equipo de contramedidas electronicas que le permitia detectar en la pantalla la aparicion del radar enemigo
Las tres tripulaciones del Neptune habian pasado casi todo abril dando vueltas por el aire, inspeccionando a todos los barcos que estuviesen en la zona de operaciones. Habían volado relajados, tomando mate, emitiendo radar a diestra y siniestra. Pero, en los ultimos dias del mes, cuando ya intuian que la flota britanica se acercaba, empezaron a restringir la emision. Cada vez que emitian radar, el radar enemigo los interceptaba.
A partir de entonces, se decidio numerar a las tripulaciones que utilizaban los dos Neptune. La tripulacion 1, a cargo del comandante Julio Perez Roca; la 2, comandada por el capitan de corbeta Carlos Washington Marioni, y la 3, al mando del capitan Ernesto Proni Leston.
Para la jornada del 1º de mayo habian recibido la orden de dar la vuelta alrededor de las islas Malvinas, pero luego del primer bombardeo britanico se determino que exploraran hacia el sur. Existia la posibilidad de ubicar al HMS Exeter, una fragata D42. Pero no la encontraron. Cuando regresaban, escucharon en la radio las voces de los pilotos de la Fuerza Aerea: “Lo tengo aca a la izquierda”, “giro por derecha”. Sentian la tension del combate, anonadados por las comunicaciones que escuchaban adentro de su avion.
En la tarde del 2 de mayo, cuando se enteraron de que algo habia sucedido con el Belgrano, recibieron la orden de despegar para buscar a los sobrevivientes. Pasaron algunas horas en el bunker a la espera de precisiones, hasta que llego un punto dato y se obtuvieron las coordenadas. A las nueve de la noche la tripulacion 3 salio a explorar la zona del hundimiento del crucero.
En el punto dato estaba uno de los destructores, el Piedrabuena, comandado por el capitan Horacio Grassi, que navegaba a seis millas del Belgrano al momento del impacto. Como indicaba la doctrina, el destructor se habia dispersado y cinco horas despues regreso a la zona del ataque como buque de rescate. Grassi informo a la tripulacion del Neptune que llevaba varias horas de busqueda y no veia nada. Ya era la madrugada del lunes 3 de mayo.
El rescate de las balsas. Estuvieron más de 48 horas a la deriva en un mar furioso con vientos de 120 kilómetros por hora
El capitan Proni Leston bajo a cien pies por radar altimetro, 30 metros por encima de un mar embravecido, al borde de las crestas de las olas, al limite del descenso. Pudieron corroborarlo: la visibilidad horizontal era nula. Empezaron a coordinar con el Piedrabuena que podrian hacer. Decidieron tirar bengalas desde el avion para provocar una iluminacion diurna que le permitiera al buque ver las balsas de sobrevivientes. La bengala se detona a cierta altura y desciende en un paracaidas. La luz dura cuarenta segundos. Pero desde el Piedrabuena no vieron siquiera las bengalas: la niebla lo tapaba todo. Despues tiraron otra bengala a dos millas, bien cerca del Piedrabuena, sobre la proa, a fin de que fuera util para la visibilidad, pero no habia modo. Tenian la esperanza de que al menos los sobrevivientes pudieran escuchar los motores del Neptune aunque no vieran el avion. Si se desplegaba la antena radar de las balsas, oirian su sonido y se enterarián de que los estaban buscando.
La imposibilidad de captar siquiera un signo, de no ver nada, los hizo pensar que la prevision de la deriva de las balsas podria estar errada. La corriente del mar y la direccion de las olas superaban sus calculos y las habian alejado aun mas.
Desde el primer momento de la busqueda, en la madrugada, el Neptune de la tripulacion 3 habia girado en torno a las 20 millas del punto dato. Luego corrio el radio de busqueda a 30 y, finalmente, lo extendio a 40 millas. Pero no habian hallado nada. Ya eran las seis de la mañana. Habían despegado a las nueve de la noche. Nueve horas en el aire. Se estaban quedando sin combustible. En consecuencia, les ordenaron el regreso.
En el retorno a la base de Rio Grande, la tripulacion 3 se cruzo con la numero 1, del comandante Perez Roca. Le avisaron que habían estado toda la noche en contacto con el Piedrabuena sin novedades. El Neptune siguio buscando en la oscuridad.
A las ocho amanecio y la luz abrio un mejor panorama. El radio de busqueda se hizo mas amplio y a las 9:55 obtuvieron una señal en la frecuencia internacional de socorro, que había establecido contacto con una de las balsas. Tenian dificultades para emitir, pero llegaron a informar que estaban a 60 millas al este de la isla de los Estados, y el Neptune volo en esa direccion hasta que abajo, a las 13:20, tuvieron el primer contacto visual. Una balsa, y despues otra y otra. Avisaron al Piedrabuena, y luego volaron otros aviones para intensificar la busqueda. A las tres de la tarde llegaron las primeras unidades de rescate. Ya habían pasado casi veinticuatro horas del impacto.
Los nadadores se tiraron hacia las balsas, que tenian los bordes cubiertos de petroleo. Algunas estaban atadas entre si mediante cabos. Los sobrevivientes se encontraban paralizados y con los musculos entumecidos, sin fuerza para moverse ni para tomarse de una red. Se caian al agua cuando intentaban subir la escalerilla de los barcos de rescate.
El primero en llegar fue el aviso ARA Francisco de Gurruchaga. A lo largo de la jornada, rescato a 380 naufragos; despues llego el Piedrabuena que saco de las balsas a 273 tripulantes, el Bahia Paraiso a 70, el Bouchard a otros 64.
El operativo continuo durante la tarde y la noche del 3 de mayo, bajo la tormenta, y tambien al dia siguiente. Se rescataron setecientos setenta tripulantes, muchos de ellos con heridas y quemaduras; veintitres habían muerto en las balsas, veintiocho habían desaparecido en el mar. /
Infobae
Marcelo Larraquy es periodista e historiador (UBA) www.marcelolarraquy.com
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