El crimen de Olivia y Ana en Tenerife: así es la violencia vicaria, matar a los hijos para enterrar en vida a la madre

Sábado 12 de Junio de 2021, 08:49

Las niñas fueron asesinadas por su padre



En la tarde del jueves, el buque Ángeles Alvariño, del Instituto Español de Oceonografía, localizaba en el mar el cuerpo sin vida de la hermana mayor y se confirmaba la peor de las hipótesis sobre el final de las pequeñas Anna y Olivia, de 1 y seis años, que desaparecieron el pasado 27 de abril en Tenerife cuando su padre Tomás Gimeno no las devolvió a su madre a la hora convenida.

"Te voy a dar donde más duele”, “No vas a volver a ver a tus hijos”, “Me voy a cargar lo que más amas”, “Me la jugaste y te vas a acordar”... Son algunas de las frases pronunciadas -en estos casos todos eran hombres- por progenitores que asesinaron a sus propios hijos tras un proceso de separación o al romperse la relación de pareja, según publica Clarín.  

Crímenes cometidos con un único y cruel propósito: hacer el mayor daño posible con esas muertes a las madres de los menores. Arrebatarles en vida lo que más quieren en este mundo.

Sucesos que ahora vuelven a cobrar protagonismo tras la extraña desaparición de un hombre en Tenerife con sus dos hijas, de 1 y 6 años. Trascendió que Tomás Gimeno habría escrito a su exesposa el día que tenía que devolverle a las niñas un inquietante mensaje: “No las vas a volver a ver”.

Cuando estas amenazas se cumplen, los niños se convierten en indefensas víctimas de esta monstruosa cara de la la violencia machista, Una conducta que tiene nombre. Son filicidios por venganza o utilitaristas. Es la violencia vicaria.

Beatriz estaba embarazada de Anna cuando rompió con Tomás Gimeno, que le  estaba siendo infiel

Una expresión del maltrato de género extremadamente cruel y sádico en la que la muerte del menor es utilizada como un mero instrumento de tortura y venganza que nada tiene que ver con esas criaturas. La violencia se ejerce, en estos casos, en su grado extremo sobre los hijos para hacer daño a la madre.

Formas de violencia vicaria son, también, amenazar con quitar a los hijos ante un divorcio, impedir a los niños comunicarse con la progenitora, descuidarlos en su manutención o instrumentalizarlos para que se tornen agresivos.

Cronología

Eran las cinco de la tarde del 27 de abril cuando Tomás Gimeno, el papá de las niñas y ex pareja de Beatriz Zimmermann, puso en marcha su macabro plan.

?Recogió a Anna por la casa de la madre de las niñas de 1 y 6 años y luego fue a buscar a Olivia a un campamento al que había acudido después del colegio. El acuerdo era que a las 21 ambas estarían nuevamente en casa, pero eso nunca sucedió.

Olivia y Anna, las niñas de Tenerife.

El vínculo entre Gimeno y Beatriz se había vuelto muy complejo en los últimos meses. Según informó la prensa local, el hombre había tenido problemas para aceptar la ruptura de la pareja, aunque todo se agravó cuando se enteró del nuevo noviazgo de su ex con Eric Domb, belga, de 60 años.

"No quiero que ese viejo cuide de mis hijas", habría planteado Gimeno en una de las peleas que cada vez eran más violentas. Incluso, en diciembre pasado, Beatriz estuvo cerca de denunciarlo luego de que una discusión se fuera de control.

Hasta el propio Eric Domb sufrió un ataque del padre de las niñas, que lo acorraló en un estacionamiento.

Para las 19.30 de aquel martes trágico, el acusado ya había llegado al puerto deportivo Marina Tenerife. Ni las cámaras de seguridad, ni el guardia de seguridad habían detectado en su ingreso la presencia de Anna y Olivia.

Tomás Gimeno podría haberse lastrado al fondo del mar con 8 kg de plomo -  AS.com

Dos horas más tarde, Gimeno fue grabado mientras llevaba distintos elementos, bolsos y bultos desde su Audi A3 blanco hasta la embarcación. Fue entonces que realizó la llamada que cambió para siempre la vida de Beatriz. "No vas a ver a tus hijas nunca más", dijo el hombre y cortó.

A las 21.50 horas Gimeno hizo un primero de sus dos viajes a alta mar. Desesperada, Beatriz llamó insistentemente pero él no atendió el teléfono y, un rato después, se quedó sin batería.

Pasó dos horas en el mar y a su regreso fue interceptado por la Guardia Civil. Los oficiales lo increparon por saltarse el toque de queda, pero a él ya nada le importaba. Faltaban 30 minutos para la medianoche y se dirigió a una gasolinera para comprar un cargador para su teléfono y tabaco.

Luego, fue hasta el puesto del vigilante de seguridad del puerto y le pidió que cargara su teléfono. Desde allí hizo la última llamada a su ex mujer. Le dijo que no tenía motivos para preocuparse, que estaba en su casa, que todo estaba tranquilo y que ya había acostado a las niñas.

Pactaron que al día siguiente las llevaría de vuelta con ella y al finalizar la llamada volvió al mar, desde ese momento ya nadie volvió a verlo.

Durante la madrugada, envió mensajes en clave de despedida a su familia y amigos que, alarmados avisaron a la madre de las menores a primera hora del 28 de abril. A las 8 de la mañana, Beatriz interpuso la denuncia por la desaparición de las pequeñas ante la Guardia Civil.

Algunas horas después, la embarcación fue localizada vacía, a la deriva y sin ancla frente a la localidad del Puertito de Güímar. Poco después se encontró flotando una silla de retención de menores para coches, que utilizaba para Anna.