Vivió en la extrema pobreza en el Conurbano, aprendió 7 idiomas y ahora es profesor de Oxford

Sábado 19 de Junio de 2021, 15:58

La impresionante historia de vida de un cordobés con una infancia y una adolescencia sumida en la violencia y la pobreza, que por fruto de su esfuerzo y su perseverancia, logró salir adelante y hoy da clases en una de las universidades más prestigios



Su familia tenía un buen pasar económico en La Falda, en la provincia de Córdoba. Sin embargo, cuando su padre comenzó a maltratar a su madre y a engañarla con otra mujer, su vida cambió rotundamente: Ester Gracia, su mamá, se separó definitivamente y huyó de aquella realidad, llevándoselos a él y a su hermano menor a vivir a una zona muy pobre del Conurbano bonaerense.

Esteban Cichello Hübner relató su sorprendente historia de superación a Infobae, que empieza de esa manera. Y es que, tras haber experimentado la indigencia y la violencia en carne propia, logró salir de aquel escenario y se convirtió en uno de los profesores más prestigiosos de la Universidad de Oxford, en Gran Bretaña.

El ilustre de origen cordobés contó que, tras la separación de sus padres, pasó de vivir en una casa de techo a dos aguas, a vivir en una casilla humilde en el barrio bonaerense de Lomas de San Isidro, con techo de chapa y piso de tierra. Allí se adaptó la familia, compuesta por su mamá, Ester Gracia, su abuela materna, Raquel, y su hermano mayor, Daniel.
La casilla donde Esteban, su mamá, su abuela y su hermano vivieron durante muchos años en Loma de San Isidro. (Gentileza Infobae)

A pesar de que no contaban con cocina, baño, servicios públicos esenciales, y que el frío cortante entraba por todas las aperturas imaginables durante el invierno, Esteban señaló que hacían todos los esfuerzos posibles por mantenerse unidos, hasta que un día, Daniel decidió regresar con su ausente padre para vivir una vida con mayores comodidades.


Esteban y su familia. (Gentileza Infobae)


Tras la muerte de su abuela, quien era el único sostén económico de la familia, su mamá toma su trabajo como mucama en un centro de asistencia pública, y él obtiene su primer trabajo como ‘che pibe’ a sus 9 años en una despensa, mientras cursa sus estudios primarios. Gracias al dinero que ambos recaudaron y algunas ayudas solidarias, se compraron una gallina ponedora de huevos, a la cual llamaron “Zulema”.


Esteban se describe a sí mismo durante su infancia como un niño muy curioso. (Gentileza Infobae)


“El ábrete sesamo de mi vida fue la lectura (…) Yo me rerehusaba a ser pobre de palabras. Los diccionarios me apasionaban. Como no me alcanzaba el dinero para comprarlos me puse a juntar unos cables negros, los quemaba y, después, vendía el cobre que quedaba. Con eso, un día, me compré un diccionario de inglés”, relató el profesor al medio.


Sin Zulema, Esteban no hubiera podido pegar el primer gran salto de su vida: intercambiar huevos por discos de vinilo “para aprender inglés”. Su vecina, Fernanda Fernández, quien sabía que Esteban tenía una genuina curiosidad por los idiomas y la literatura, se los dejaba escuchar a cambio de unos huevos de su gallina.

De changa en changa, un buen día, Esteban se encuentra al fundador de Festo Argentina, una compañía alemana de automatización industrial, que, tras conocer su situación, le ofrece trabajo con la condición de que continúe con sus estudios.

Y así fue. En 1987 egresó del Colegio Nacional Juan José Paso especializado en Letras, y desde entonces, el camino hacia el progreso no se detuvo jamás. Luego de trabajar como mensajero en dos importantes hoteles de la Argentina, uno en Buenos Aires y otro en Mendoza, el joven logró sacar unos pasajes para viajar a un país que le despertaba una gran curiosidad: Israel.

En el país oriental, trabajó en el Sheraton de Tel Aviv, aprendió un poco de hebreo, y se anotó en la Universidad Hebrea en Jerusalén, donde finalmente se recibió de licenciado en Relaciones Internacionales y Ciencias Políticas con honores por su buen promedio. Y entonces apuntó aún más alto.

Cuando envió solicitudes a las universidades más célebres del mundo, no podía creer que cuatro de ellas le hubieran respondido que lo admitían. Se trataban de las universidades de Oxford, Cambridge, Johns Hopkins y Standford, pero como no tenía el dinero suficiente para pagarlas -necesitaba al menos 11 mil libras esterlinas- viajó a Japón, donde le comentaron que se hacía dinero fácil muy rápido.


Esteban con su madre Ester, el día en el que obtuvo su título universitario en Oxford.


Con 50 dólares en el bolsillo viajó a Tokio, donde aprendió un poco del idioma y trabajó durante poco tiempo, dado que no se acostumbró al estilo de vida oriental. Se mudó a Francia para trabajar en un hotel de EuroDisney, lo que le sirvió para añadir un nuevo idioma a su propio mercado lingüístico. Poco a poco estaba más cerca de cumplir su sueño de estudiar en Oxford. Al cabo de unos años insistiendo y demostrando su vocación, su responsabilidad y compromiso, le otorgaron una beca por dos años.

Así todo, Esteban aseguró al medio que consiguió recibirse en tres carreras universitarias distintas en dicha universidad sin pagar una libra esterlina, y no solo eso: también se volvió un profesor de una de las casas de estudios más prestigiosas del planeta.


El cordobés que atravesó una juventud marcada por la extrema pobreza logró llegar a una importante universidad como profesor. (Gentileza Infobae)


El propio Diego Armando Maradona, a quien había conocido y mantenido un vínculo de amistad luego de haberlo atendido cuando fue empleado de un hotel de Buenos Aires, aceptó su invitación para convertirse en el orador del año en Oxford, y por este mérito, consiguió el título honorífico de “Maestro Inspirador de los Soñadores de Oxford”.


Esteban y Diego Armando Maradona.


Según el libro que escribió sobre su vida, titulado “Las llaves de Raquel”, Esteban nunca dejó de estudiar, profesionalizarse, y cosechar títulos universitarios en las instituciones educativas de más alto nivel. Además, afirma que viajó por ochenta y dos países, por lo cual aprendió nuevos idiomas, entre ellos, el portugués, el alemán, el italiano, y un poco de árabe. /Crónica