De la debilidad nace la fuerza
Steiner nació en Viena, Austria, donde se inició en la halterofilia en 1995 siguiendo los pasos de su padre,
Friedrich Steiner, un reconocido campeón de este deporte. Steiner siguió formándose en la disciplina hasta que a los 18 años fue diagnosticado con diabetes.
Sin embargo, después de acudir al médico y con un efectivo tratamiento, pudo volver a la competencia. En el 2000, ya con su enfermedad controlada, participó en el Campeonato Junior de Europa, donde quedó en octava posición, habiendo participado antes en los certámenes de 1998 y 1999. A partir de ahí, Steiner solo mostraba progreso obteniendo más y más medallas.
Pero en el 2004 llega el punto cúlmine tanto de su vida personal como profesional.
Una mujer alemana lo vio por televisión en competencias, y se contactó con la cadena de retransmisiones deportivas EuroSport preguntando por los datos de Steiner. Allí consiguió su correo electrónico, y arreglaron un encuentro en la ciudad de Austria. Poco tiempo después, se casaron.
En el 2006, Steiner aplicó por la ciudadanía alemana, la de su esposa. Mientras el proceso estaba en curso, no tenía permitido participar en competencias internacionales, por lo que durante el 2006 y el 2007 no participó en los campeonatos europeos, haciéndolo solamente en Liga Alemana de Halterofilia, con el club Chemnitzer AC.
En julio del 2007, su esposa, Susan falleció en un accidente automovilístico. Steiner tuvo que lidiar con todos los problemas propios de la situación y perdió 7 kg después de la tragedia. Era renunciar a todo o seguir. A partir de ahí, hizo una promesa, no darse por vencido.Después de recuperar el físico, a inicios del 2008 recibió la ciudadanía alemana. Así regresó a escena y empezó a competir por el pais de su amada. En enero de ese año ganó el torneo Pre Olímpico, y después en el Campeonato Europeo ganó oro en arranque y bronce en el envión.
El heterófilo levantó alrededor de 40 mil toneladas a lo largo de toda su carrera, casi el equivalente a un crucero.
Finalmente, en 2008 Steiner llegó a China con una promesa por cumplir: ganar la medalla de oro. La gloria le llegó en su tercer y último levantamiento de 258 kg. Salió a la plataforma, exhaló dos veces mientras veía la barra y tomó su lugar; después de llevar la barra al pecho con un evidente gesto de esfuerzo, Matthias llevó los 258 kg hacia arriba y los mantuvo los tres segundos reglamentarios.
Steiner se tiró al piso en un gesto incontrolable de llanto y felicidad, pegó tres palmadas al piso y saludó a su entrenador que ya lo esperaba para una de las celebraciones más recordadas en la historia de los Juegos Olímpicos.
/Crónica