Estaba en una fiesta familiar cuando se puso unas gafas oscuras y se tomó una selfie con su celular.
Al principio, poco después de publicar la foto, lo primero que se ganó fueron unos "Me Gusta". Pero unos días después Débora notó que algunos desconocidos estaban compartiendo la imagen.
En tono de burla, a Débora comenzaron a llamarla la "diva de Oakley", una marca de gafas de sol.
Mientras la foto generaba muchas risas entre quienes la compartían, Débora lloraba en su cuarto, en un barrio de Sao Paulo, Brasil.
Tanto la afectó, que se tuvo que recluir en su casa para evitar que la reconocieran en otras partes.
"Me sentía fea, humillada, menos que otras niñas de mi edad", dijo Débora, que ahora tiene 22 años."Los comentarios sobre los memes con mi foto hablaban mucho de mi apariencia y eso me molestaba", añadió.
En los memes, Débora es clasificada como un ejemplo de mujer fea.Cuando publicó la selfie que después se convirtió en un meme, Débora pensó que ganaría muchos elogios.
"Pensé que estaba muy linda. En ese momento tenía una autoestima muy grande".
Recordó que la foto comenzó a ser compartida por un joven que tenía un amigo en común con ella.
"Él amigo miró la foto, se rió de ella y la comenzó a difundir en internet", dijo.
La madre de Débora recuerda que por entonces su hija se aisló por completo.
"Yo no sabía qué hacer. Quería ayudarla, pero en este caso no tenía la menor idea de qué hacer. Ella estaba sufriendo mucho", explicó.
Para el psicólogo Marck de Souza el tema es bastante preocupante por el alcance que puede tener la difusión de imágenes.
"Las redes sociales pueden tener un peso muy grande en la vida de una persona. Esa ridiculización de alguien, que antes ocurría pero en menor escala, ahora tiene unas proporciones mayúsculas, porque basta un clic para compartir una foto", explicó
"Como el contenido se puede viralizar y no se puede borrar por completo de las redes, la persona no puede desconectarse de él. Así que el ridículo en internet puede estar presente para siempre", indicó.
A mediados de 2012, Débora quiso morir. "No tenía motivos para vivir. Estaba deprimida por todo lo que estaba pasando", señaló.
Entonces tomó varios medicamentos que habían en la casa. "Me salvaron varios familiares, a los que les conté que había tomado las drogas. Si hubiera tenido veneno en la casa en aquel momento, lo habría tomado. Solo quería librarme de todo eso que estaba viviendo", escribió.
Por suerte las medicinas que había tomado no representaron un peligro para su vida. Hacia mediados de 2014, el ciberbullying -el hostigamiento por medio de internet- contra Débora terminó.
"Poco a poco, el meme fue perdiendo gracia para las personas y dejaron de compartirlo. Entonces fue cuando comencé a vivir mi vida de manera normal", explicó.
La joven pudo volver a mirarse en un espejo con más tranquilidad.
"Mi autoestima fue mejorando".A pesar del retraso, pudo terminar sus estudios secundarios. "Fue importante para mí, porque fue como volver a empezar a vivir", anotó.
En 2015 comenzó a salir con un joven, y al año siguiente se dio cuenta de que estaba embarazada. Ella y el padre de su bebé no están juntos ahora, pero para ella "fue importante para que volviera a creer en mí".
/La Nacion