Fuerte reclamo al Presidente de la Liga de Gobernadores: Manzur y Jaldo no asistieron y hubo 15 mandatarios

Jueves 30 de Junio de 2022, 11:37

Los gobernadores se reunieron en Chaco



La reunión de gobernadores de anteayer en el Chaco había sido convocada originalmente para discutir el futuro de la hidrovía y solo estaba prevista la presencia de los mandatarios del norte. Folklore septentrional.

Pero en la semana intervino Cristina Kirchner, que a falta de lapicera tiene el don de la interpelación, y a través de Jorge Capitanich y Axel Kicillof (una dupla para seguir de cerca) forjó un segundo cónclave. Por eso después del almuerzo se nuclearon representantes de 15 provincias para firmar un acta constitutiva de una nueva liga de gobernadores y plantear demandas a la Casa Rosada, con eje en la lucha contra la inflación, el faltante de gasoil y el traspaso de los planes sociales. Una demostración de fuerza, no explícitamente contra el Gobierno, pero claramente sin el Gobierno, señala el periodista Jorge Liotti en La Nación.

El jefe de Gabinete, Juan Manzur, y el gobernador Osvaldo Jaldo prefirieron permanecer en Tucumán, aunque inicialmente se había informado que participarían del encuentro.

Algunos caudillos estaban incómodos con la coloratura que había tomado el encuentro y advirtieron de su presencia a operadores de Alberto Fernández, los mismos que hace un mes habían logrado desactivar una reunión similar en el CFI a base de promesas de cambio. Uno de los gestores exitosos de aquella vez reconoció: “Lo mismo que plantearon en el Chaco se lo venían diciendo a Alberto desde hace tiempo. Lo que pasa es que nunca les dimos respuesta. Ahora avisaron y fueron. Alberto ya no los puede frenar más; por eso esta vez no se hicieron esfuerzos para abortar la cumbre. Ya no hay margen”.

Este episodio cerró una semana en la que, quizás como pocas veces antes, exhibió al Presidente en un peligroso estado de ausencia, distante de las dinámicas de su propio espacio político y de su gobierno. Transmitió una sensación de ciclo terminado; ese momento crítico de un mandatario en el que solo aspira a discurrir, sin herramientas para torcer rumbos. Un funcionario muy cercano a él reflejó el delicado momento: “Está corrido de la gestión, no llama más a los ministros. Pero tenemos que trabajar para que llegue bien”. En el kirchnerismo, en cambio, son impiadosos. Cuando se les pregunta si no hay riesgos institucionales al tensar tanto la interna minimizan el planteo y responden: “Él arregló con el FMI; que el FMI lo ayude. El FMI no puede permitir que la Argentina caiga. Los riesgos existen, pero nosotros no queremos que nada se precipite”.

Si bien el Presidente está mucho más desinhibido para denostar a su vice, quienes lo conocen personalmente admiten que en su fuero interno bajó la persiana. Quizás nada simbolice mejor ese estado de pensamiento que la decisión de ir tomando notas de sus vivencias diarias con la idea futura de elaborar un libro de memorias, tal como contó Santiago Dapelo en La Nación.

Así, lateralmente, se gestó el anuncio que mañana harán Economía, Desarrollo Productivo y el Banco Central para establecer un esquema de “administración de importaciones”. Quienes están al tanto de los secretos de la presentación aseguran que “la idea no es cerrar todo, sino establecer un esquema de prioridades, privilegiando a las pymes, los insumos, la energía, los fertilizantes y todo lo que tenga que ver con el gasoducto”. También habrá un esquema para que quienes puedan financien las compras y recién obtengan divisas a los 180 días. “No hay un festival de importaciones, pero sí mucha especulación por la brecha cambiaria”, aclaran en el Gobierno, sin evitar que se note mucho que la medida se aceleró tras el discurso de Cristina, quien también tiene el don bíblico de transformar las palabras en acción.

Alberto deja hacer, confiado en que un repunte económico redundará en su consolidación política. Frente a sus interlocutores siempre busca mostrarse optimista y esperanzado en la recuperación que le promete Martín Guzmán, a pesar de que todos pronostican un segundo semestre tortuoso. Incluso al propio ministro lo han visto por primera vez “rendido” ante la constatación de que se le adelantó la presión de los mercados que él preveía para el año próximo.

Alberto Fernández quedó ahora en un incómodo no-lugar. Tras la crisis por el acuerdo con el FMI en febrero, sostuvo un largo período de resistencia ante su vice, sin responder sus críticas ni hacerle caso, en la convicción de que así mostraba fortaleza. Al constatar que él también se debilitaba con esa estrategia buscó un reacercamiento, que tuvo en el acto de YPF un intento de escenificación. Curiosamente, el Presidente se quedó con una buena sensación de ese reencuentro, a pesar de todo lo que le dijo Cristina esa noche.

Pero esa efímera “Ostpolitik” terminó de colapsar el lunes, cuando en Avellaneda la vicepresidenta clarificó que no solo no hay reconciliación posible sino que inició una fase activa de construcción política autónoma, simbolizada en la idea de reflotar Unidad Ciudadana. Parte de ese espíritu aperturista modelo 2018 quedó reflejado en su reunión con Carlos Melconian (aunque escuche a muchos economistas, su mirada solo está signada por Kicillof)¬ y en el llamado que le hizo el viernes a Héctor Daer, un hombre de la otra orilla. Todas señales que reactivaron las especulaciones sobre una Cristina candidata, pese a que su debilidad política también es muy ostensible (siempre las decisiones de la Justicia actúan como predictores certeros).

Las postales que arrojó la semana reflejan un estado de descomposición agravado en el Gobierno. Guzmán es muy crítico con los manejos de Miguel Pesce, quien a su vez cuestiona a los ministros económicos. Wado de Pedro busca zurcir detrás de escena, pero bajó el perfil ante la admisión del caos de la gestión. A un dirigente que lo visitó en estos días Manzur le transmitió su malestar con Guzmán por la ausencia de reacción frente al faltante de gasoil en varias provincias, crítica compartida por Julián Domínguez. En sus charlas Massa fue mucho más duro: “Los transportistas le golpean la puerta a Guerrera (Alexis, ministro de Transporte), por qué no van a reclamarle a Energía y a Economía. Que Guzmán haga algo”. Ayer Guerrera crítico con nombre y apellido al secretario de Energía.

El presidente de la Cámara de Diputados también atraviesa un momento de tensa ambivalencia, e incluso dejó trascender que presentó su renuncia al cargo hace un mes. Promete pronunciamientos fuertes en el congreso del Frente Renovador dentro de un par de semanas, pero aceptó viajar con el Presidente a Munich. Ganó un lugar clave con el nombramiento de Guillermo Michel en la Aduana y habló con Daniel Scioli para recomponer, pero se lo nota incómodo con las irresoluciones. Se queja porque sus charlas con Fernández no se traducen en hechos. Pero a diferencia de otros, sigue cerca del Presidente. Cenó el martes con él y desayunó el miércoles. Mantiene expectativas. /La Nación