Viernes 10 de Febrero de 2023, 13:34
Gonzalo y Agustina estudiaron juntos en Estados Unidos, en la Universidad de Maine. Él llegó con una beca deportiva como jugador de “soccer” y ella como psicóloga. Al tiempo se casaron, se fueron a vivir a Suiza y luego de dos años regresaron a Salta, de donde él es oriundo. “Acá tuvimos dos hijos, a Santiago, el mayor, y a Pedro, el más chico”, contó alguna vez Gonzalo Juárez al diario salteño El Tribuno.
En 2016 cuando, Santiago tenía seis años y Pedro todavía no había cumplido tres, la familia Juárez se mudó nuevamente. Esta vez se fueron a vivir a Estados Unidos, a Silicon Valley, porque Gonzalo y su hermano Sebastián buscaban fondos para continuar desarrollando la start-up tecnológica que juntos crearon en Argentina.
Para facilitar la integración al nuevo entorno del mayor de sus hijos, su papá Gonzalo se sumó como entrenador del equipo de fútbol del colegio.
Le experiencia fue reveladora. Santiago dejó claro desde el primer momento que el fútbol no era para él, que prefería los videojuegos y Pedro, de dos años y medio, se colaba en los partidos a pesar del esfuerzo de su mamá por retenerlo. el chiquito deslumbraba con su temprana habilidad.
Pedrito comenzó a jugar al fútbol en un entorno recreativo, que es mixto y donde no hay resultado final, pero la pasión con la que lo hacía, y la manera en que se destacaba en cada partido, obligó a un cambio de planes. Con solo tres años el más chico de la familia se sumó a un pequeño equipo de San José, donde vivían, integrado en su mayoría por latinos, que jugaban en forma competitiva con chicos más grandes que él.
Los Juárez son trotamundos, y luego de un tiempo en Estados Unidos, a mediados de 2020, decidieron mudarse a Catalunya ya que Gonzalo trabajaba en colaboración con una empresa alemana y Agustina, que es psicóloga, esta matriculada allí. Vivir en España era lo más conveniente para la ocupación de ambos. Antes de aterrizar en el nuevo destino familiar, lo primero que hizo Pedro fue preguntarle a sus padres si ahí donde iban a vivir había algún parque cerca para jugar a fútbol.
Al llegar a Barcelona, y antes de anotarlo en el colegio, sus papás encontraron un lugar para que Pedro, ya de seis años, jugara al fútbol. El Atlétic Sant Just fue el equipo que lo recibió, pero a los pocos días, los buscadores de talentos del Espanyol y del Barcelona lo fueron a observar, informados por los entrenadores de su nuevo club, sorprendidos por sus condiciones.
Su llegada al BarcelonaLe hicieron una prueba y al poco tiempo La Masía, la legendaria fábrica de jugadores del Barcelona, se convirtió su nueva casa. Pedro, apasionado por Lionel Messi es fanático del Barca y encontró el sito ideal donde jugar, divertirse y vivir su pasión: el fútbol. Allí mismo, unos 20 años antes, había llegado aquel adolescente rosarino, que luego se transformaría en el mejor futbolista del mundo.
“Duerme con la foto de Messi, con una pelota de Messi, y cuando llegó al Barcelona estaba muy ilusionado porque lo iba a ver. Fue una desilusión que se haya ido al PSG, pero él sigue soñando con conocerlo personalmente, Messi es todo para Pedro”, contó Gonzalo al diario salteño.