Un audio vincula a los narcopolicías con el capo narco Miguelón Figueroa

Domingo 19 de Marzo de 2023, 08:28

MIGUELON FIGUEROA. Horas después de haber sido detenido en Salta.



“Quedate tranquila que estoy con ‘Miguelón’, el narco más importante de Tucumán”, la frase habría sido pronunciada por Bruno Ciolfo, dirigida a su mujer a través de un audio.

No se trata de un personaje de ese oscuro mundo, es uno de los tres policías que fue acusado del robo a Jorge Alejandro Nasif, sospechado de ser un transa de Famaillá.

“Miguelón”, es Miguel Figueroa, un hombre que está detenido en el penal de Villa Urquiza por haber sido imputado en tres homicidios.

En realidad, esa es apenas una punta de lo que surgió en la causa que ya se conoce como la de los “narcopolicías”. Una historia en la que quedan al descubierto los contactos entre un grupo de uniformados con los “señores” que venden muerte en las calles de la provincia y que tienen el poder económico necesario para comprar voluntades y corromper un sistema.

Un caso de un hombre considerado muy pesado, pero que terminó cayendo después de haber permanecido dos años prófugo y que se complicó procesalmente por un romance.

Miguelón” Figueroa nació en Villa 9 de Julio hace más de 30 años. Según los habitantes de ese barrio y la Policía, habría comenzado su carrera delictiva siendo muy joven cometiendo delitos contra la propiedad.

Luego su nombre fue vinculado al clan Toro, un grupo sospechado de dirigir una red de narcomenudeo en ese sector de la ciudad.

Apareció en los medios por primera vez el 15 de diciembre de 2019. El día anterior, su hermano Gonzalo había sido secuestrado por un grupo de hombres armados con ametralladoras en la esquina de 25 de Mayo y Chile.

De allí fue trasladado a Santiago del Estero, donde fue liberado horas después. Para las autoridades, se trató de un caso de privación ilegítima de la libertad por una cuestión narco, pero “Miguelón” negó esa posibilidad.

Explicó que todo se trató por la fallida operación de compra y venta de un camión y no por drogas, a pesar de que acaba de recuperar la libertad después de haber sido detenido en Salta por trasladar 15 kilos de cocaína.

“Me dedico a la compra de chatarra. Tengo 10 camionetas que cada una me produce una ganancia de $10.000 por semana. Saque un cálculo de cuánto gano por mes realizando esta actividad con la que soy conocido en todos los corralones. Toda esta situación me está haciendo mucho daño”, explicó. La investigación del caso quedó paralizada por lo que nunca se supo qué pasó.

La suerte de Figueroa comenzó a cambiar el 15 de diciembre de 2020. Ese día, su hermano Gonzalo fue asesinado en el barrio El Molino de Villa 9 de Julio en un supuesto enfrentamiento entre dos grupos que pugnaban por el dominio territorial.

Fuentes judiciales y policiales confirmaron que al velorio de la víctima asistieron varios proveedores de droga que negociaban con “Miguelón”. Ellos le ofrecieron el servicio de sus sicarios para que se vengara, pero él dijo que se encargaría personalmente. Tres días después comenzó a cumplir con su palabra.

El 18 de diciembre, el líder clan Figueroa, acompañado por un tal “Cabeca” y los hermanos “Íñigo”, a bordo de un vehículo, se presentaron en la casa de los autores del primer homicidio. Dispararon con pistolas y una ametralladora.

Las balas acabaron con la vida de Héctor Gabriel Amaya (33) y de Leonardo Sepúlveda (26) e hirieron además a Gonzalo Greco (12), Maximiliano Limdon y Franco Galván (26). Salvo el menor que se encontraba circunstancialmente en el lugar, los otros eran parientes de los acusados del homicidio registrado tres días antes y que no habían participado en el hecho.

Al no haber podido cumplir con su objetivo, el acusado no se detuvo. Los últimos días de diciembre de 2020, un desconocido se presentó en la comisaría donde estaba detenido uno de los autores del crimen de su hermano para que le entregaran un sándwich de hamburguesa que le había mandado su esposa.

Al carcelero y al mismo detenido les llamó la atención porque minutos antes la mujer del detenido le había entregado el almuerzo. Revisaron el menú y descubrieron que el trozo de carne había sido elaborado con vidrio molido.

El último capítulo del cruento plan de venganza se concretó el 13 de marzo de 2021. Ramiro Exequiel Ledesma (18) fue citado por una joven de 19 años para un encuentro amoroso. Un automóvil se detuvo frente a él. Según la teoría del fiscal Ignacio López Bustos, el vehículo era conducido por “Miguelón”.

A su lado estaba un joven y, en el asiento trasero, una muchacha. Ella se bajó, señaló a la víctima y el hombre que estaba en el asiento de acompañante, hizo lo mismo con una pistola en la mano. Disparó 10 veces; seis proyectiles impactaron en el cuerpo de la víctima que murió tras agonizar un día.

A las semanas, fue detenido Alexis “El Sucio” Íñigo (27), acusado de ser el autor del crimen de Ledesma y a los meses fue condenado a prisión perpetua. En el expediente consta que recibió $50.000 para cometer el crimen.

En agosto, arrestaron a Jimena Fernández (20) que terminó siendo una de las parejas de Figueroa. Por estar embarazada y al no haber un lugar adecuado para alojarla, la Justicia le otorgó el arresto domiciliario.

En el juicio contra los policías por robo, surgió el nombre de “Miguelón”. Apareció en un audio en el que el imputado Ciolfo le envió a su mujer explicándole cuál era su relación con “el narco más importante de Tucumán”.

Los investigadores, al analizar ese, otros mensajes e imágenes recuperadas de las redes sociales, elaboraron una hipótesis. Figueroa podría haber sido informante del grupo de “narcopolicías” para que le robara la droga a otros supuestos narcos para él o a cambio de protección. “Estamos buscando a una pareja que está alojada en un hotel con 15 kilos de pasta base”, le contó el uniformado a su mujer.

La sospecha de que pagaba a miembros de la fuerza de seguridad para que lo protegieran tiene sustento: permaneció dos años prófugo llevando una vida prácticamente normal. Reconoció que en todo ese tiempo vivió en los departamentos que alquiló en el microcentro y en Barrio Norte, a pocos metros de la sede del Poder Judicial.

Con un DNI sacado en una oficina oficial y en el que aparecía con la identidad de un catamarqueño, pudo firmar contratos, moverse por el país y hasta darse el lujo de someterse a una lipoaspiración para embellecer su cuerpo. Algunos investigadores sostienen que también podría haberse operado su rostro para cambiar de fisonomía.

En la Policía y en el mundo narco es vox populi que Figueroa habría pagado para que no lo detuvieran en al menos dos oportunidades. La primera, habría desembolsado $5 millones. En la segunda, también habría entregado una importante cantidad de dinero, pero no la suficiente para que dejaran en libertad a su pareja Jimena Fernández.

La información oficial de agosto de 2022 daba cuenta que la joven, acusada de haber cometido uno de los tres homicidios, fue arrestada en un control vehicular manejando un auto. En la audiencia realizada en su contra reconoció que no sabía conducir.

En diciembre, Figueroa fue detenido en Salta por personal del Equipo Científico de Investigación Fiscal. Fue trasladado bajo un fuerte operativo de seguridad y alojado en la seccional 1ª. Tenía que afrontar dos audiencias. En la primera de ellas fue llevado a Tribunales en una camioneta común escoltado por dos uniformados.

Al enterarse de esta situación, el fiscal López Bustos ordenó su inmediato traslado al penal de Villa Urquiza, donde se encuentra alojado. Tiempo después, los investigadores analizaron el celular que había tenido ilegalmente dentro de su calabozo y descubrieron un mensaje inquietante: “sí sabía que me llevarían así, pagaba a cualquier gil para que me rescataran”.

También encontraron indicios que los hizo sospechar que Figueroa, en la seccional 1ª tenía varios privilegios. A pesar de la severa crisis carcelaria de la provincia, él compartía el calabozo con otra persona. Justamente, el compañero de encierro subió a su estado de WhatsApp una imagen con el acusado con un cigarrillo que sería de marihuana. En otras imágenes aparecería “Miguelón” con una importante cantidad de esa sustancia y con cajas de vinos que no pueden superar una requisa.

En su última aparición en una audiencia, el detenido se quejó porque lo trataban como al “Chapo” Guzmán (uno de los narcos mexicanos más poderosos y sangrientos) y porque no le permitían recibir los masajes linfáticos que le habían prescripto por la lipoaspiración a la que fue sometido.

Las mujeres y sus hijos son la perdición de Figueroa. Fue detenido en Salta porque el Ecif sospechaba que su hijo tenía problemas de adicción y que estaba realizando un tratamiento de rehabilitación. Recibieron un dato de que iría a visitarlo a una casa que alquilaba a metros de un importante destacamento de Gendarmería Nacional. Confirmaron la información y pidieron a las autoridades salteñas que lo detuvieran cuando estaba desayunando en una estación de servicio de la vecina provincia.

Jimena Fernández fue la última pareja de Figueroa y quedó embarazada cuando ambos vivían en la clandestinidad. El supuesto narco demostró que quería despegar a su amada del crimen de Ledesma. El ex defensor de la acusada Aníbal Paz hizo participar hasta al Defensor del Niño para que le otorgaran el arresto domiciliario por estar esperando un hijo. También había planteado como estrategia defensiva que ella sufría violencia de género y fue obligada por “Miguelón” a que estuviera en la escena del crimen.

Sin embargo, hace tres semanas, la hipótesis se derrumbó por un insólito episodio. Fernández le pidió autorización a la jueza de Ejecución Ana María Iácono para visitar a su pareja en Villa Urquiza. La magistrada se lo otorgó con la condición que personal de Homicidios se hiciera cargo del traslado y de la vigilancia de la joven.

Como los policías se demoraban en retirarla, la acusada decidió partir a la cárcel sola. Cuando el personal llegó a la casa, no la encontró y sus familiares les dijeron que ya se había marchado. Fueron hasta el penal y, efectivamente, descubrieron que estaba con su pareja.

Inmediatamente le asignaron una policía para que la custodiara. Figueroa, al observar la vigilancia, insultó y amenazó a la uniformada. Los jefes de Homicidios documentaron todo lo que había sucedido. Iácono, a través de un oficio, apercibió a Fernández, pero no se informó si a “Miguelón” le iniciaron una causa por amenaza y violencia de género.