Por qué absolvieron al acusado de asesinar a Benjamín Amaya y qué otras hipótesis se manejan sobre su muerte

Viernes 24 de Marzo de 2023, 06:57

BENJAMIN AMAYA. Su rostro sonriente en cada foto que lo evoca será siempre una daga en la conciencia de una justicia que no fue capaz de hallar al culpable de su brutal crimen.



 “Lamento mucho lo que le ocurrió a Benjamín. Era muy querido por mí y nunca le haría daño”, dijo Claudio “Cococho” Argañaraz. “Estoy luchando por mi libertad. Quiero que se haga justicia y se encuentre al culpable de este horror”, agregó. Poco después, un tribunal lo declaró inocente del terrible asesinato de Ulises Benjamín Amaya (4 años). Tres años antes, había sido sentenciado a cadena perpetua por un fallo que la Corte Suprema de Justicia de la provincia había anulado.

El 19 de agosto de 2019, el niño salió de su casa del barrio Jesús de Nazaret, de El Colmenar, para jugar con sus amigos. Sus familiares, al darse cuenta de que no estaba, empezaron a buscarlo. También los vecinos se sumaron a la búsqueda. Hallaron su cuerpo colgado de un puente. Lo habían atado con un cable coaxial y lanzado al vacío.

La fiscal Adriana Giannoni empezó a investigar varias hipótesis. Pero se centró en una, después de que una testigo protegida declarara que había visto a “Cococho” cerca del lugar donde hallaron el cadáver. Ese testimonio y otros fueron suficientes para que la fiscal pidiera que fuera juzgado por el crimen. En julio de 2020, un tribunal formado por Gustavo Romagnoli, Luis Morales Lezica y Eduardo Romero Lascano terminaron condenando a Argañaraz.

La Corte revisó el caso y anuló la sentencia al considerar que los jueces no habían valorado las pruebas que se habían presentado en el juicio. Hubo dos que destacan: la testigo clave dijo que vio al acusado a las 16 cerca del lugar donde fue encontrado muerto, mientras que los familiares dijeron que estuvo en la vivienda hasta las 16.20.

La otra fue el claro informe psicológico que solicitó realizar el máximo tribunal. Dos profesionales determinaron que “Cococho” tenía la edad mental de un niño de siete años y que no tenía la capacidad para planificar un crimen tan atroz como este. Los jueces Alicia Freidenberg, Guillermo Puig y Patricio Prado, absolvieron al acusado y ordenaron que se inicie una nueva investigación.

La gran pregunta es qué se investigará. Las hipótesis que quedaron descartadas luego de que la testigo de identidad reservada implicara a “Cococho”. En esos días, entre otras líneas, se manejaron estas:

- Los amiguitos de la víctima dijeron que ese día, por el barrio, circularon jóvenes y cosecheros del limón a los que no conocían. Los investigadores sospecharon que podría tratarse de adictos que concurrían a ese barrio para comprar drogas.

- Los pequeños, en Cámara Gesell, dijeron que en el monte cercano al lugar donde fue hallado el cuerpo había un hombre. Contaron que le decían “El Guardián” o “El Sereno”. Esa versión fue dada a conocer por otros testigos, pero, al aparecer la declaración de la testigo clave, se dejó de lado esta línea y el sospechoso ni siquiera fue ubicado.

- En un primer momento trascendió que la familia de la víctima tenía una deuda con el prestamista del barrio que, como ocurre en este tipo de lugares, son los mismos que venden drogas. Pensaron entonces que el crimen de Benjamín fue concretado por la deuda impaga. Sin embargo, esta teoría quedó descartada porque los parientes desmintieron esa posibilidad.

“Uno puede sospechar que de la manera en que fue asesinado el pequeño podría tratarse de un mensaje mafioso. De alguien que dice que hago esto porque aquí mando yo”, explicó Florencia Medina Pachao, defensora del acusado.

“Argañaraz fue el acusado perfecto”, sostuvo la profesional. Una persona con la edad mental de un niño de siete años, de escasos recursos, mal defendido (la Corte decidió separar al primer abogado que lo asistió) y que nadie reclamó por su inocencia, forman parte de un combo que genera más dudas aún. Pero en medio de tanta incertidumbre, hay una realidad: el crimen de Benjamín quedó impune y, por el paso del tiempo, es muy poco probable que se sepa quién lo mató.