Su padrastro abusó de ella desde que tenía 10 años, la Justicia lo condenó y está prófugo: “Mi mamá no me creyó”

Viernes 12 de Mayo de 2023, 15:31

Melanie está por cumplir 29 años y se crió en San Isidro. Actualmente vive en Córdoba con su marido y su bebé



Los primeros días de abril, Melanie Saint Paul, una joven de 28 años, subió por primera vez un video a TikTok. La decisión fue el resultado de un largo proceso: le llevó tiempo encontrar las fuerzas para poder sentarse y hablar directo a la cámara de su celular, resumir en un minuto y 33 segundos lo que quería compartir en esa red social, y finalmente editar el material.

Empieza así: “Soy Melanie y soy sorda. Les voy a contar mi historia de abuso. Mis papás se separaron a mis ocho años y mi madre me llevó a vivir con su nueva pareja, que fue mi abusador. A los 10 años empezaron los abusos por parte de él. A los 12 años empezaron los abusos con acceso carnal”.

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Intercalando fotos suyas de cuando era pequeña y también de Rubén Alfredo Rivas, su padrastro y violador, Melanie reconstruyó en ese minuto y medio parte de la violencia que destruyó, según sus palabras, su infancia y adolescencia: su padrastro abusó de ella en la casa que compartían en Las Lomas de San Isidro y luego en la de un barrio privado de Pacheco. Cuando cumplió los 18 años, la joven pudo mudarse con su papá.

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Melanie de pequeña. Tenía 10 años cuando comenzaron los abusos por parte de Rivas y se prolongaron hasta sus 17 aproximadamente

A los 19, la joven logró poner en palabras la violencia sufrida y denunciar a Rivas, pero tuvo que esperar cuatro largos años hasta que en 2018 empezó el juicio oral, que duró tres días. Un mes después, llegó el veredicto: el Tribunal en lo Criminal N°6 de San Isidro lo condenó a 12 años de prisión por el delito de abuso sexual con acceso carnal. “Como agravantes se sumaban que él era mi padrastro, que vivíamos en la misma casa, que los abusos habían durado mucho tiempo y que tengo discapacidad”, explica Melanie.

Sin embargo, la mañana de la sentencia, Rivas no se presentó a los tribunales de San Isidro para escucharla. La Justicia se había negado al pedido del abogado de Melanie de que lo pusieran en prisión preventiva. Rivas se fugó. Hoy, cinco años después de haber sido condenado, el violador de Melanie está libre, prófugo, sin haber pasado ni un solo día tras las rejas.

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Rubén Alfredo Rivas, el violador de Melanie, prófugo desde hace cinco años

“Por eso hago este video: para que me ayuden a difundir. Para que me ayuden a encontrarlo, por favor”, pide Melanie en el video que ya fue visto por 340 mil personas y suma 42.600 “me gusta” en TikTok. La joven es hipoacúsica, tiene dos implantes cocleares y conversa con La Nación por videollamada desde su casa en la ciudad de Córdoba, donde vive con su marido y su bebé de un año: “En 2030 va a prescribir la causa: hay que encontrarlo antes. Lo que más me preocupa es que siga lastimando a otras chicas”, agrega con desesperación.

En otras palabras, si a Rivas no lo encuentran de aquí a siete años, su pena va a quedar en la nada. Pasado ese tiempo, podrá reaparecer y moverse con libertad. Si lo encuentran antes, en cambio, deberá cumplir la totalidad de su pena en prisión.

Rivas no es el primer condenado por abuso sexual que se fuga. En enero La Nación contó la historia de Antonella Cardozo cuyo abusador, Maximiliano Espinillo, fue condenado a 5 años y medio de cárcel, pero se escapó apenas conoció el fallo y, si no lo atrapan este año, no tendrá que cumplir la pena.

Los testimonios de ambas exponen una problemática tan dura como estructural: el abuso sexual contra niñas, niños y adolescentes es uno de los delitos más impunes que existen. Según una investigación de Red por la Infancia, de cada 1000 casos, solo 100 se denuncian y apenas uno se condena. Por otro lado, el tiempo estimado de resolución de las investigaciones es de siete años, el doble que para cualquier otro delito. En el medio, quedan las infancias pulverizadas, chicas y chicos que atraviesan procesos judiciales largos y revictimizantes.

Melanie tiene el pálpito de que Rivas está fuera del país. “Mi madre nunca me creyó y se quedó con él: se quedó con mi violador. Hace un mes ella se fue a vivir a España. Yo creo que sabe dónde está. Me gustaría ponerme en contacto con Interpol y que me ayuden por favor a encontrarlo, pero no sé cómo llegar a ellos”, dice la joven.

El Ministerio de Seguridad dispuso una recompensa de 500 mil pesos para quien pueda aportar información que permita detener a Rivas.

“Me arruinó mi infancia y adolescencia”

Los primeros años de su vida, Melanie, que es hija única, los pasó en el barrio porteño de Villa del Parque. A los siete, se mudó con sus padres a San Isidro, donde iba a un colegio bilingüe y también, durante un tiempo y como apoyo para su escolarización, a otro para chicas y chicos con problemas auditivos.

Tenía ocho cuando sus papás se separaron y su madre se puso en pareja con Rivas. La ex mujer de él había sido amiga de la madre de Melanie desde la infancia, con lo cual ambos matrimonios solían pasar mucho tiempo juntos. “Nos íbamos de vacaciones las dos familias. Después Rivas y su mujer se separaron y mis papás también, él empezó a salir con mi mamá y al poco tiempo comenzaron a convivir”, recuerda la joven.

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"Yo tenía 10 años y lo que recuerdo, porque muchas cosas se me borraron, es que empezó como un ‘juego’. Después nos mudamos a un barrio cerrado cerca de Nordelta y ahí empezaron los abusos sexuales con acceso carnal", recuerda la joven. Sebastian Salguero

Melanie, su mamá y Rivas compartían una casa en Las Lomas de San Isidro. “Yo tenía 10 años y lo que recuerdo, porque muchas cosas se me borraron, es que empezó como un ‘juego’: estábamos en la cama y él ponía un papel en mis partes íntimas y lo buscaba, y me pedía que yo hiciera lo mismo con él. Después nos mudamos a un barrio cerrado cerca de Nordelta y ahí empezaron los abusos sexuales con acceso carnal”.

Con manipulaciones y amenazas veladas, Rivas le imponía el silencio. “Nunca le pude decir a mi mamá lo que me hacía. Sí le pedía por favor que se separara, porque él era violento y le pegaba a ella. Yo le decía que era una mala persona. Ella me respondía: ‘No, es bueno, nos lleva de vacaciones’. Me quería comprar por ese lado. Era lo mismo que me decía Rivas cuando yo me negaba a que me hiciera esas cosas: ‘Dale, yo te compro ropa, te llevo de vacaciones’. Sentía que le tenía que pagar porque vivíamos en una casa linda y todo eso”.

Como toda niña, Melanie era incapaz de comprender una violencia tan grande. Además vivía con pánico a que Rivas la matara a ella o a su madre. “Yo iba a la psicóloga, pero lo peor era que la psicóloga vivía a dos cuadras de nuestra casa. No tenía privacidad, no me sentía cómoda. A mi papá, que vivía en Belgrano y siempre estuvo muy presente, tampoco le pude contar nada”, detalla Melanie.

En 2012, cuando cumplió los 18, a su madre y su padrastro no les quedó más opción que respetar la decisión de la adolescente de mudarse con su papá: “Hice el último año del colegio viviendo con él y mejoré un montón, porque no me iba bien, me llevaba mal con mis compañeras, estaba muy ansiosa y nerviosa. Antes no se sospechaba de estas cosas. Pensaban: ‘Como es sorda, está enojada por su sordera’. Se fijaban solo en eso”. Cuando egresó de la secundaria, como no se llevó ninguna materia y tuvo un buen fin de ciclo, Melanie se propuso tomarse un año sabático para irse de vacaciones y pensar tranquila en qué quería estudiar.

Una noche de marzo de 2013, por primera vez, le contó a una amiga sobre los abusos de su padrastro. “Fuimos a un boliche y a ella le agarró un ataque de pánico, empezó a llorar sin poder parar y yo la acompañé a tomar aire. Cuando le pregunté qué le pasaba, me contó una historia que se parecía mucho a la mía: su padrastro la abusaba. Entonces, para que se tranquilice y sepa que no era la única, le dije: ‘A mí también me pasó’. En esa época no se hablaba de estas cosas y al otro día me dijo: ‘Contale ya a tu papá’. Le respondí: ‘No, que quede entre nosotras, no quiero tener problemas, ya no voy más a la casa de mi mamá, ya está, ya pasó’”.

“¿Me preparás un café?”

Unos días después de aquella charla con su amiga, en un cumpleaños familiar, Melanie compartió un asado con su madre y su padrastro. En un momento, pasó cerca de él y Rivas le dijo al oído: “¿Cuándo vas a venir a casa a hacerme un café?”.

“Siempre que él me decía eso, era cuando pasaban los abusos. Ahí pensé: ‘Esto no se termina más’. Esa noche cuando volví a la casa de mi papá, le conté todo. Mi papá lo quería matar y yo le decía: ‘No le cuentes nada a mamá, te lo cuento a vos para que sepas’. Obviamente, él no me hizo caso y habló con mi mamá. Ella nunca me creyó. Al día siguiente se apareció en el departamento de mi papá, yo estaba sola y me pidió que bajara. Me dijo: ‘¿Por qué estás diciendo eso de él? ¿Qué le voy a decir a la familia?’. Fue la última vez que la vi. Los días siguientes me llamaba, me amenazaba con que se iba a matar y yo caí en una depresión pensando que tenía la culpa de todo por haber contando lo que pasó”.

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Algunas de las fotos que conserva Melanie de su infancia y adolescencia. En el centro, una con su padrastro y abusador. Sebastian Salguero

El papá de Melanie la acompañó a la organización social Ayuda a Víctimas de Violación (Avivi), donde le asignaron una psicóloga con la que hizo terapia hasta hace dos años atrás. “Me ayudó un montón. Fue la que me salvó”. Como Melanie todavía no se sentía psicológicamente preparada para hacer la denuncia, esperaron unos meses y finalmente fueron a hacerla a una fiscalía en San Isidro en 2014.

“Recién dos años después de la denuncia, me hicieron la pericia. Es muy lenta la Justicia, demasiado. El día de la pericia apareció mi mamá para aturdirme: no sé qué quiso hacer, yo no la veía ni hablaba con ella. Me puso nerviosa, empecé a gritar, y la perito me preguntó si quería cancelar todo. Yo le dije: ‘No, porque si cancelo ahora, ¿cuándo me la van a tomar? ¿En un año? Necesito que esto avance’”.

En marzo de 2018 fue el juicio oral. La mamá de Melanie, su madrina, su abuelo materno y otras personas a quienes ella había querido testificaron en su contra y a favor de su violador. “Fue muy duro y doloroso para mí que parte de mi familia no me creyera. En el juicio yo presenté mails que él me había escrito y en los que me preguntaba: ‘¿Cuando seas grande vas a ser mi novia?’ También testificaron amigas mías y mi fonoaudióloga, que habían visto cosas raras cuando venían a mi casa. Le conté a los jueces todo lo que me había pasado, delante de Rivas, que estaba sentado atrás mío. Mi abogado me dijo que era mejor que él escuchara todo y para mí fue muy difícil, porque tenía mucho miedo. Pedí que me pusieran un policía al lado”.

En los cuatro años que pasaron desde que hizo la denuncia hasta que empezó el juicio, Melanie vivió con miedo a que Rivas la buscara para hacerle daño. Iba por la calle con pánico, nunca estaba tranquila. En abril de 2018, el día de la sentencia, Rivas no se presentó. “Mi abogado había pedido que lo pusieran en prisión preventiva, pero los jueces dijeron que no, que no veían posibilidad de que se escapara. Cuando fueron a su casa a buscarlo, no estaba. Yo confié mucho en la policía, confié en que lo iba a encontrar”, asegura Melanie.

“Creo que mi madre sabe dónde está”

Desde 2019, Melanie, que trabaja en un banco, vive en Córdoba con su marido y hace un año se convirtieron en papás de un bebé. “Pasaron los años y no me animaba a difundir mi historia porque no quería exponerme. Es re difícil para mí contar todo de vuelta. En enero compartí por primera vez una foto de Rivas en redes sociales y después me contactaron de algunos canales de televisión. Al principio dije que ni loca, pero mi marido, mis amigas y mi papá me dijeron que me iban a apoyar, que la visibilidad del caso podía ayudar a que Rivas apareciera. Faltan siete años para que prescriba la causa: hay que apurarse, porque parece un montón de tiempo pero pasan rápido”, sostiene la joven.

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"Faltan siete años para que prescriba la causa: hay que apurarse, porque parece un montón de tiempo pero pasan rápido", pide MelanieSebastian Salguero

—¿Cómo surgió la idea de hacer el video en TikTok?

—Me cuesta mucho hacer notas porque me trabo y me pongo nerviosa. Entonces probé con el video, que lo pude ir cortando y editando. Cuando lo subí nunca me imaginé que lo iba a ver tanta gente. Me escribieron un montón de personas y eso creo que fue lo más duro: muchas chicas y algunos chicos contándome sus historias. Eso me pegó muy fuerte, porque todo el tiempo me preguntaba cómo podía ayudarlos. Les decía que denuncien, que no tengan miedo.

—¿Pensás que tu madre sabe dónde está Rivas?

—Estoy segura de que sí. Mi mamá nunca me creyó. Una vez estábamos comiendo los tres y Rivas me dijo: ‘Cuando seas grande te vas a quedar conmigo y a tu mamá la voy a echar’. Yo le pregunté a ella: ‘¿Vos estás escuchando lo que está diciendo?’. Me respondió: ‘Sí, pero te está jodiendo’. Después de la denuncia, siempre que mi mamá intentó contactarse conmigo fue para echarme la culpa. No sé si ella sabía o no de los abusos. Muchos dicen que es cómplice, otros que está negada. Por cómo mintió durante el juicio, me hace creer que ella sabía, pero no sé. Si vos estás negada, ¿para que vas a mentir tanto para defenderlo? Además, 10 días después de que yo le contara a mi papá lo que me había pasado, mi mamá hizo una denuncia contra él: dijo que me había abusado. Tuve que ir a los tribunales y explicar que no era así, que mi abusador era mi padrastro. Por suerte, aunque todavía no habíamos hecho la denuncia contra Rivas, ya habíamos ido a Avivi. Creo que eso fue lo que me salvó: sino, capaz me mandaban a vivir de nuevo con mi mamá y mi violador.

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"Pensé que al haber perdido a mi mamá y que se haya ido con el que me violó, había perdido todo, pero no, estaba equivocada, porque perdí a mi mamá biológica pero hubo mucha gente que me dio su corazón, sus abrazos". Sebastián Salguero

—¿Dónde pensás que puede estar Rivas?

—Hace un mes mi mamá se fue a vivir a España. Creo que es posible que Rivas esté allí o en México, ya que trabajaba para una empresa de ese país. Yo le di datos a la Justicia, pero me dicen que ellos ya cumplieron con su trabajo, que lo condenaron, que no es su responsabilidad buscarlo, que eso lo tiene que hacer la policía.

—A pesar de la impunidad, pudiste reconstruir tu vida. ¿Qué te ayudó a estar donde estás hoy?

—Mi papá estuvo siempre al pie del cañón, fue mi sostén, también mi marido, mis amigos y amigas, mi psicóloga, mi fonoaudióloga y mucha otra gente. La verdad es que estoy muy contenta porque si hubiese estado sola sería muy diferente. Pensé que al haber perdido a mi mamá y que se haya ido con el que me violó, había perdido todo, pero no, estaba equivocada, porque perdí a mi mamá biológica pero hubo mucha gente que me dio su corazón, sus abrazos. Hoy vivo en Córdoba, un lugar que amo y obvio que me faltan mi papá y mis amigos, pero los puedo seguir viendo. Acá la vida es muy diferente: me encanta.

—¿Cómo describirías el funcionamiento de la Justicia en estos casos?

—Me escribieron muchas víctimas que hicieron la denuncia y no prosperó porque prescribió o por otros motivos. En mi caso, creo que fueron claves las pruebas, los testigos y las pericias de él, que fueron un desastre. Más todos los agravantes. Pero me parece muy injusto que a la Justicia le haya costado tanto ponerle una prisión preventiva para que no se vaya. Además, no puede ser que tengan que pasar años desde que uno hace la denuncia hasta que empieza el juicio. Debería ser mucho más rápido, porque vos estás todo el tiempo pensando en eso y no disfrutás de nada. Hoy me da miedo que Rivas le haga daño a otra chica. Pido por favor que lo encuentren y cumpla con su condena. /LaNación