Miércoles 19 de Julio de 2023, 07:55
"Dar hasta que duela y cuando duela dar todavía más". José Ramón (62), tucumano y dueño de una distribuidora de repuestos de autos, evoca a la Madre Teresa de Calcuta para llevar esta filosofía a la práctica. "Pepe", como pide que se lo llame, está al frente de Mipol SA. La empresa cuenta con un staff de 120 empleados, de las cuales diez son personas con discapacidad."Para mí ya es algo cotidiano tener trabajadores con alguna discapacidad (síndrome de down, retraso madurativo, limitaciones visuales). Hace como diez años que empezamos con esta iniciativa. Y para ellos no hay nada mejor que normalizar la situación para que adquieran confianza. ¿Por qué lo hago? Porque me nace, porque desde donde estoy no puedo mirar para otro lado y porque siento, digamos, una atracción de querer dar una mano por esta gente tan valiosa", cuenta "Pepe".
Ramón remarca "un clima de trabajo fantástico" y asegura que es "gracias a ellos que nos enseñan todos los días a valorar lo simple, lo más pequeño".
"?Nosotros podemos guiarlos, orientarlos, explicarles la tarea, pero ellos en un montón de actos cotidianos demuestran su nobleza y sinceridad, no mienten nunca, hacen sólo el bien... Además, son puntuales, responsables, dedicados, entusiastas y se los ve trabajar contentos, sin quejas y todo eso se transmite al resto de los compañeros", dice el dueño de Mipol SA.
El director de la empresa habla con afecto y cariño de "Dolo", "Tincho", "El Picante", "Mati", "Gonchi", "El Mariscal", "El Turco" y se le enciende una sonrisa sincera. "Esto es un placebo, colabora con el clima interno pero también con los clientes. Cuando tenemos que distribuir los repuestos (para autos y camionetas), nunca falta los que dicen ’ok, pero mandame al Picante o a Dolo o al Mariscal’, porque están incorporados al esquema de laburo. Ellos son la idiosincrasia de esta empresa".
Se pone serio "Pepe", pero no quiere sentirse ejemplo ni modelo a seguir. "Yo lo empecé a hacer porque lo siento, porque entiendo que soy un privilegiado y que no nos damos cuenta lo que significa poder ver, escuchar, caminar... En serio lo digo, yo gracias a Dios no tengo a ninguna persona discapacitada en mi familia pero las veces que vi en la calle a alguien con algún problema traté de acercarme, de tener química y de ver cómo podía tenderle una mano".
Hace unas semanas "Pepe" tuvo un desprendimiento de retina y fue intervenido quirúrgicamente. "¿Sabés lo mal que me sentí teniendo esta limitación en un ojo? Aún hoy sigo con molestias... Y eso que es una pavada, algo temporario, pero ¿alguna vez te imaginaste no poder ver, o sentirte físicamente limitado o disminuido? Yo no ocupo el lugar de nadie ni me interesa hacerlo, pero hay una gran deuda de la sociedad para con esta gente".
Los familiares de los empleados con discapacidad suelen acompañarlos hasta la puerta de la compañía y luego los pasan a buscar a la salida. Nunca falta una charla entre las familias y el personal de Mipol SA, que le hace una devolución sobre el desempeño del trabajador.
"Por un lado quieren saber cómo está su ser querido, cómo es su rutina, cuánto y cómo se dedica, pero en general lo que más enfatiza la familia es la evolución desde que cumple una función laboral. Y es lógico, porque se sienten útiles, saben que los estamos esperando y ellos saben que hay una actividad que les aguarda. Y el clima de trabajo es sano y siempre les da la bienvenida".