Jorge Garber, megamillonario de la obra pública con Alperovich y Manzur, muestra su depto de dos millones de dólares en la Trump Tower de Punta

Martes 09 de Enero de 2024, 23:21

En círculos, Georgina y Jorge Garber en la Trump Tower de Punta del Este.



El empresario de obras públicas Jorge Garber, que hizo millones durante las gestiones de José Alperovich y Juan Manzur y ahora asegura que las medidas de Milei “están llevando las empresas del país a la quiebra”, apareció este martes en Clarín, exhibiendo su departamento en la Trump Tower de Punta del Este, que cuesta unos 2 millones de dólares, y en el que paga más de 2 millones de pesos mensuales de expensas.

El siguiente es el texto de la nota:

Cómo es vivir en la torre más top de Punta del Este, con expensas de 2.000 dólares

"Bienvenido a la isla de la fantasía", dice un vecino, de semblante rozagante, que desciende de uno de los ocho ascensores. Otra familia ingresa al edificio y luce despreocupada. Tres trabajadores de la recepción organizan la intensa jornada laboral pero en un tono relajado. La isla de la fantasía es la Trump Tower, la más reciente edificación de Punta de Este, considerada por arquitectos especialistas como "más inteligente y de mayor avanzada en lo tecnológico".

Se encuentra frente a la Brava, a unas cuadras de "La Mano", la icónica escultura de los dedos hacia el cielo, y entre otros imponentes edificios como Le Parc, Tiburón y Lobos que, alineados, se asemejan al skyline de Manhattan. Pero a simple vista, la Trump Tower resalta desde lejos porque además de ser curva, tiene el único helipuerto de la ciudad y su pileta exterior mira a la playa.

Pasar el tótem que dice Trump Tower e ingresar al edificio "es algo parecido a conocer la recepción de un hotel asiático seis estrellas", dicen empresarios que visitan el lugar. El espacio del lobby es amplísimo, los pisos son de mármol y hasta hay mesas y sillones que sirven de sala de espera.

"El desembarco de la marca Trump fue una revolución en el mundo del real-state en Punta del Este. Es una marca de afuera que se impone por su estilo. Fijate que el bus turístico de la ciudad agregó una parada en la puerta de la torre", revela Carlos Suliansky, reconocido arquitecto y una voz autorizada. "La tecnología y robótica de este lugar está a años luz del resto, sobre todo en computarización y termomecánica".

Un poco más allá, junto a los ascensores (son 8 de alta velocidad), que funcionan con identificador facial, hay un front-desk con un equipo de cuatro personas: el jefe de recepción, un telefonista, el doorman y un cadete. "Acá se trabaja todo el día, en turnos de ocho horas", dice Nahuel, uno de los 66 empleados contratados por el edificio.

En la recepción hay un amplio personal que se encarga de ser intermediario entre las necesidad del vecino y los servicios que requieren.En la recepción hay un amplio personal que se encarga de ser intermediario entre las necesidad del vecino y los servicios que requieren.

La recepción es el centro neurálgico de la Torre. "Funciona como una concierge", explica el referente del área. "¿Qué significa? Que todo lo que necesita quien vive aquí pasa por nosotros. Somos los nexos entre el vecino y el servicio solicitado, ya sea de alguna área de mantenimiento del edificio, o cuestiones personales como encargarse de una reserva en un restorán, comprar la entrada para un evento o alquilar una cabaña para vacacionar. El abanico es muy amplio".


Clarín fue invitado a conocer uno de los 160 departamentos cuyos valores oscilan entre 1,5 y 2 millones de dólares, con expensas de 2.000 dólares mensuales. Aunque hay más opciones a no tan elevado monto, pero todo depende de la superficie. Según se pudo averiguar, el metro cuadrado se cotiza a 5.500 dólares y resta venderse el 5 por ciento de las viviendas. Un dato que ¿sorprende? es que el 80 por ciento de los propietarios es argentino.

"Hay políticos argentinos conocidos y empresarios poderosos ni te cuento, pero hay un pacto implícito de confidencialidad y no podemos dar ningún nombre propio", sorprende un empleado del lugar, con una sonrisa intrigante y disfrutando de la frustración del enviado. "Te digo sólo esto: un propietario argentino era empresario de medios y murió el año pasado. Sus siglas son C.V.".

Entre los nombres propios que se mantienen en absoluta reserva, hay uno que luce distendido, que no le importa nada y está en plan familiar, chapoteando en el espejo de agua. Toma la interrupción con onda. "La verdad es que compré este departamento cuando estaba en pozo y aposté por venir algunas semanas al año y tener todo resuelto y mucha paz", dice Diego Lugano, estrella del fútbol uruguayo, ex capitán de la Celeste y actual empresario que vive en San Pablo (Brasil).

"Me salió bárbara la inversión, porque si bien hubo que poner unos cuántos dólares, este lugar parece un retiro espiritual, ¿viste? Lo viché cuando promediaba la construcción y no lo dudé. Me asesoré y me dieron el okey... Uno busca tener todo resuelto y ante cualquier inconveniente tener la solución al alcance de la mano", le dice a Clarín el también comentarista televisivo. Además de esta pileta hay otras dos cubiertas, una de nado y otra lúdica, y un spa, que se habilitarán a en la recta final de este año.

Desarrollador inmobiliario, presidente de la Cámara Empresarial de Maldonado y CEO del prestigioso International College, Rolando Rozenblum busca a este cronista en la planta baja para hablar con propietarios argentinos que aceptaron sumarse a la charla en el piso 22, el hogar del uruguayo Rozenblum.

De entrada nomás, el visitante se topa con un living imponente que lleva a un ventanal que parece una pantalla de cine. La película es la vista de la playa, que hipnotiza. Como una suerte de guía turístico, Rozenblum invita a conocer su departamento de 510 metros de superficie, que lleva unos quince minutos. Baño y cuarto principal atraparon por sus comodidades y encantos. Volvemos al living y allí están Luis Wolfsohn, contador público, que reside tres plantas más abajo, y Jorge Garber, ingeniero civil, junto su hija Georgina (25), arquitecta, habitantes del décimo.

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Jorge Garber con Manzur.

"Hablen ustedes, que son argentinos", dice a la distancia el dueño de casa, mientras prepara una ronda de café. "Te voy a dar un dato que quizás no te diga nada, pero servirá para entender la magnitud de este lugar. ¿Tenés señal de wifi en tu celular?", desafía el tucumano Garber. Hasta recién había, pero ahora no. "Porque este edificio es el de mayor aislación acústica de todos, por la densidad del hormigón que divide con el exterior. Tiene un sistema que se llama H30, que lo hace el más grueso de los que existe", precisa.

Hablar de hormigón con este cronista que nunca martilló un clavo es frustrante para el interlocutor, que se apasiona ahondando en los tres subsuelos que tiene la torre, otro detalle que lo hace único en su especie en Punta del Este.

Vale la digresión: antes de ascender a la cumbre, se pudo recorrer la enorme pileta -donde estaba Lugano-, estrenada esta temporada. Camino hacia uno de los subsuelos están las cocheras (cada departamento tiene a disposición entre 3 y 4 lugares para el auto) y en otra planta hacia abajo se encuentra en plena obra una cancha de paddle y otra de tenis con una infraestructura que demandó 1 millón de dólares y que aspira a ser una sede del torneo profesional ATP. Arriba de la cancha de tenis están las seis parrillas con sus asadores agazapados.


El efusivo saludo de Alperovich a Garber
Alperovich abrazando a Jorge Garber, junto a Mario Leito.

Volvemos y llegan los cafés. Se estimula Wolfsohn, porteño de 63 años. "Hay una logística espectacular ante contratiempos terrenales que pueden suceder en cualquier mudanza, pero no aquí. Los dolores de cabeza habituales que se suelen escuchar son la falta de internet, la contratación de la tevé por cable, o imponderables con un caño de agua, un corte de luz o un cuerito que pierde. Acá esos problemas no existen. La torre abastece todos esos servicios. Internet funciona por bloque, no por unidad".


"Es un concepto hospitality, más vinculado a la hotelería", aporta Georgina (25), que vive aquí desde mediados de 2023. "Cuando el vecino llega a la tardecita, lo espera una copita de vino o de champán, que sirve una persona dedicada a eso, en la sala vip del edificio".

Acota Garber: "También pasa que cuando llegas al garage con las bolsas del supermercado, una persona se encarga de hacer el valet parking y de trasladar la mercadería a tu casa". Asiente Wolfsohn, que suma que "la atención al prójimo es prioritaria, full-service building. Por supuesto que también hay un servicio de mucama".

Desde la cocina, Rozenblum, atento a todo, complementa. "Acaba de estrenarse también un gimnasio moderno, con un personal trainer a disposición del vecino". Wolfsohn se refiere a lo pretencioso de la Trump Tower. "Pero en el buen sentido... Se propuso ser el proyecto ambicioso y logró sus cometidos al punto de ser una construcción propia de Emiratos Arabes, más que de Uruguay".

La charla continúa y los protagonistas se regodean con su hábitat. El cronista pide hacer otra recorrida y el amplio baño, inspirador, es uno de los hits. Tiene un ventanal vertical hasta el piso que mira a la Brava cuando te bañás en la holgada tina blanca. La habitación del dueño de casa tiene una pared curva que también permite tener una panorámica desde la cama. Siempre con un control remoto en mano, Rozenblum se zambulle en su cómodo colchón, acciona enter y las cortinas se descorren.

Los cuatro enfatizan: "Todos los departamentos están preparados para tener el control absoluto de todo lo que es robótica. La diferencia en este tema es abismal con otras torres de la zona y los servicios están muy por encima a los requerimientos del mercado".

Asomarse al balcón es otra aventura palpitante, debido al vértigo que genera por la altura. Si el viento no te vuela, una reposera allí puede ser como un elixir.

Los tres argentinos y el uruguayo propietarios son referentes, porque estuvieron siguiendo el avance de la obra los últimos dos años: empezó a construirse en 2014 y estuvo un largo tiempo paralizada. Están tan consustanciados y orgullosos, que se emocionan hablando de gazebos, cocheras y amenities. "Vos pensá que cada departamento tiene 70 metros cuadrados de amenities. ¿Te das cuenta lo que es eso?". No. "Fendi, la que le sigue, tiene menos de diez metros cuadrados". Fendi es una chateau residence de alta estirpe esteña.

Cuentan que pocos propietarios viven todo el año. "No más de media docena. Quizás lleguen más este año". Y hacen saber que hay mucho inquilino "que paga entre 5.000 y 7.000 dólares por mes, más las expensas". La charla se desordena un poco, pero van surgiendo datitos de color. "Hay un servicio de playa que, a través de un carrito de golf, lleva al vecino hasta las arenas que están cruzando la avenida costera", apunta Wolfsohn.

Lo más parecido a Eliseo (el Francella de "El encargado") es Santiago Ponce de León, el Hospitality Manager, el gerente del edificio. "Por él pasa todo lo que sucede en los 26 pisos", señalan. "Se hacen asambleas periódicas en las que los vecinos votan las normas de convivencia y aprueban los números". También hay un comité de propietarios, que se constituyó para ultimar la obra, y "ahora funciona para cuidar los amenities, los usos y costumbres y toda la gestión operativa de la torre. Las mayores decisiones las toman los vecinos, no el desarrollista". /Clarín

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