Domingo 03 de Noviembre de 2024, 22:44
Foto de Franco Vera - La Gaceta
Desde la muerte de su hijo menor, Ayrton Nahuel, en 2016, Miguel Ángel Pérez y su esposa, Mirta, han mantenido una emotiva tradición. En lugar de ver los partidos en casa o en el estadio, prefieren acompañarlo en el Cementerio Jardín Norte, junto a su sepultura.Mientras miles de hinchas de San Martín alentaban desde Rosario y otros tantos desde diferentes puntos de Tucumán y el país, Miguel y Mirta sintonizaron la final contra Aldosivi con un parlante bluetooth, sentados junto a la tumba de Ayrton.
El joven, que falleció en un accidente en la ruta a los 19 años cuando regresaba de ver un partido de su equipo, sigue siendo el centro de esta tradición familiar. Como cada semana, sus padres estuvieron allí, rindiendo homenaje a su pasión compartida: el amor por el “Santo” de La Ciudadela.
"Vemos todos los partidos acá", cuenta Miguel, señalando que, incluso, sus hijas también se acercan para compartir esos momentos. Mirta añade: "Prometimos que nunca lo dejaríamos solo".
La tumba de Ayrton, apodado “Dibu”, se ha convertido en un rincón emblemático para la familia y para los hinchas que conocen su historia. En días especiales, su sepultura se adorna con una bandera con su rostro y el escudo del club, flores, globos y hasta un banco pintado en rojo y blanco. "Ya es un punto de referencia", comenta Mirta.
Este espacio, en algún momento, se volvió casi un mini estadio: otros familiares de hinchas colocaban banderas y decoraban lápidas cercanas en honor a sus propios seres queridos. "Parecía una cancha", recuerda Mirta entre risas. Aunque el cementerio luego pidió que retiraran las banderas, los Pérez continuaron manteniendo vivo el espíritu de su hijo de otras maneras.
Ayrton era un chico alegre, muy querido. “Siempre sentimos que él nos cuida”, dice Miguel, conmovido. Recientemente, la familia vivió un momento difícil cuando su hija Dayana tuvo un parto complicado. Después, varias personas les contaron que habían soñado con Ayrton, cuidándola en ese momento. "Dos personas soñaron lo mismo", añade Mirta, convencida de que su hijo sigue acompañándolos.
Al final del partido, Miguel suspira con decepción por la derrota de San Martín, pero su fe en su equipo se mantiene intacta. “Siempre logramos remontar en la segunda vuelta”, asegura, y promete: “Voy a volver a escucharlo aquí”. Para ellos, el recuerdo de su hijo está más vivo que nunca, compartiendo cada grito de gol y cada emoción desde su lugar sagrado.
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